Los incendios forestales en España han arrasado casi 301.000 hectáreas desde enero, según las estimaciones del Sistema de Información Europeo de Incendios Forestales (EFFIS), aunque los datos provisionales hasta el pasado 18 de septiembre del Ministerio de Transición Ecológica (Miteco) rebajaban la cifra hasta ... las 261.000 hectáreas. En cualquier caso, estos números suponen el triple de los registrados en 2021, cuando fueron 75.547,54 las hectáreas arrasadas. En Málaga se han registrado este dos grandes fuegos, en Sierra Bermeja, en julio, y en la de Mijas, en julio, que han arrasado más de 15.000 hectáreas. El pasado año en Sierra Bermeja ardieron ya otras casi 10.000.
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Para contribuir al trabajo y a la seguridad de los profesionales de la prevención y extinción de los incendios forestales, el inventor torroxeño Antonio Rico, de 82 años, junto con Juan José Vallejo, estudiante de Ingeniería Eléctrica y Mecánica, y la empresa malagueña CreAcciona, han desarrollado y patentado un dispositivo pionero consistente en un carrete de mangueras que puede ser transportado por los medios aéreos habituales y que, una vez desplegado en una zona cercana a la línea de fuego, produce una cortina de agua que, actuando eficazmente sobre la base del mismo, «permite su contención y extinción».
Según explican sus creadores, la patente, que se ha realizado como trabajo fin de grado, tiene como finalidad sumarse a los medios ya existentes «como complemento para extinguir y contener los incendios forestales y, además, permite actuar posteriormente para facilitar la reforestación de las zonas afectadas». Así, básicamente consiste en un sistema de mangueras arrolladas en un carrete que se puede conectar a una fuente de agua, ya sea natural, como por ejemplo, lagunas o ríos, o artificial (depósitos cerrados) que existan en las proximidades del lugar del incendio.
Un medio aéreo llevaría tantos carretes como hiciera falta en tierra y los bomberos los podrían conectar a un depósito de aguas pluviales y, de este modo, con todas las mangueras desplegadas en serie, formarían «una especie de cortafuegos de agua» que contendría el avance del incendio en una determinada dirección, o bien, colocando varios carretes alrededor del foco de fuego, se crearía un cortafuegos perimetral.
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«Los sistemas que se usan actualmente, lanzando agua desde hidroaviones a 200 metros de altura, no son efectivos», sostiene Rico, quien dice que su invento es «asequible, comparado con lo que se invierte en mantener los cortafuegos». «El 99% de los fuegos son provocados, se usan sustancias químicas retardantes mezcladas con agua, como el polifosfato amónico, que contaminan el suelo y retardan la recuperación de la vegetación, lo ha demostrado el CSIC», apostilla.
Por ello, los inventores plantean la posibilidad de construir depósitos de aguas pluviales, que se van llenando de forma natural con la lluvia, en zonas estratégicas de los cortafuegos, especialmente en aquellas montañas que han mostrado una tendencia reiterada a los incendios, y especialmente en aquellas sierras que son espacios naturales protegidos. «Instalar dos depósitos de fibra enterrados en un monte es posible, cada uno cuesta sólo 7.000 euros y recogerían el agua de lluvia», apunta Rico.
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Los carretes, que pesan unos 300 kilos cada uno, tienen unas dimensiones de seis metros de largo y permitirían disponer de 200 metros de gomas, de manera que instalando, por ejemplo, ocho, de manera longitudinal, crearían un área húmeda de 9.600 metros cuadrados. «Esa zona húmeda frenaría el avance de las llamas de manera mucho más eficaz que lanzando agua a 200 metros de altura», describe Rico, quien pone el ejemplo de una barbacoa: «¿cómo se apaga mejor, echándole agua desde arriba o en la base?», se pregunta.
Tras conocer esta iniciativa, el Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía (GENA)-Ecologistas en Acción ha dirigido un escrito a la Consejería de Sostenibilidad, Medio Ambiente y Economía Azul la Junta de Andalucía, en el que explica «la conveniencia» de estudiar las posibilidades de usar este novedoso sistema. Eso sí, GENA-Ecologistas en Acción considera que este invento, que ya es conocido por diversas instancias gubernamentales de España, tiene por ahora el inconveniente de que no ha sido probado nunca en situaciones reales de grandes incendios, y es por ello por lo que insta a la Consejería a que inicie las pruebas para comprobar su eficacia en próximas campañas.
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Mientras se toma esta decisión, esta asociación considera que este invento ya debería ser incorporado de forma estable, y con urgencia, en al menos dos situaciones de menor escala: en los espacios forestales cercanos o inmersos en determinadas ciudades, «cuyo incendio podría tener consecuencias nefastas para la población», como por ejemplo los montes Gibralfaro, Victoria o San Antón, en la capital malagueña, y en los espacios forestales habitados con viviendas unifamiliares, en urbanizaciones, «la mayoría de las cuales carecen del obligado plan de autoprotección contra incendios», apostillan.
«Este hecho hace que cuando se declara un incendio en sus proximidades, los bomberos tienen que dejar de extinguir el espacio forestal para humedecer constantemente la vivienda», expone el portavoz de GENA, el biólogo Rafael Yus. Según considera este experto en espacios naturales, además de crear un perímetro de cien metros deforestado alrededor de las viviendas, «es recomendable disponer de un sistema como este invento en todo su perímetro, pudiendo ser puesto en marcha con mucha facilidad por el usuario», apostilla.
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Según cuentan Rico, que es ademças el creador de otros inventos de éxito como el sistema de riego subterráneo 'Depp Drop', del que se hizo eco SUR este verano, y Vallejo, su proyecto de los carretes antiincendios se encuentra en fase de difusión y contacto con organismos y entidades público-privadas, algunas de las cuales han mostrado su interés en la explotación de la patente desarrollada, que se ha registrado en más de 170 países. Eso sí, por el momento, ninguna administración ha dado el paso de incorporarlo. «Parece que no interesa, porque hay muchos intereses en juego en la extinción de los fuegos», añade el inventor torroxeño.
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