Javier Benayas: «La sociedad occidental ha tocado techo»

La educación ambiental aterrizó en España con la televisión. Los míticos programas de Félix Rodríguez de la Fuente en La1 de Televisión Española abrían las puertas de la naturaleza a los espectadores. Luego llegaron las primeras jornadas sobre esta materia, pero no será hasta 1990 cuando, realmente, se instala en el currículo educativo como asignatura. «Se incorporó, pero solo los profesores más concienciados aplicaron estos temas», asegura Benayas. Vuelta a la casilla de salida: ¿cómo se conciencia?

«En nuestro día a día, la mejor forma de concienciar es dando ejemplo», destaca el catedrático de Ecología en la UAM. «Desde que nos levantamos, tomamos decisiones», asegura. «Y éstas pueden ser sostenibles o no». Desde la elección del café hasta arrancar el coche impulsado por diésel o gasolina o moverse con un vehículo eléctrico. «Con la palabra y los mensajes se llega de forma muy limitada» destaca. «Los políticos y técnicos tienen la oportunidad de influir con sus decisiones», apostilla.

Según un estudio del Foro Económico Mundial, la población española es aplicada en materia de sostenibilidad y el país ocupa el octavo puesto mundial por el número de ciudadanos, que declara haber cambiado sus hábitos en el día a día por responsabilidad con el medioambiente. «Las nuevas generaciones vienen con valores mayores que las anteriores», comenta Benayas. Sin embargo, según este mismo informe, dos de cada diez españoles asegura no haber cambiado ningún hábito de su vida en favor de ésta. «Hay que ofrecer incentivos», explica.

Un estímulo que pasa por «primar económicamente o beneficios a aquellas personas que apuestan por este modelo». Una compra ecológica es más cara que una tradicional, el precio de un vehículo eléctrico es más alto que uno de combustión. «Las alternativas que estamos generando son más caras que las no sostenibles», afirma el catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid, pero tiene una respuesta rápida: «Si todos las usamos serán más baratas».

Esta capacidad de decisión e influencia «está en manos de los políticos», comenta Benayas. «Hay que concienciar a la población», apostilla. «La sociedad occidental ha tocado techo, no tiene futuro».

El uso de recursos naturales se ha disparado desde los años 70, según Naciones Unidas. En la última mitad de siglo XX, la población mundial se ha duplicado -con previsión de llegar a los 9.300 millones de habitantes en 2050- y la extracción de materiales se ha triplicado, un proceso responsable del 90 % de la pérdida de la biodiversidad y la generación de la mitad de los impactos climáticos. «Estamos dilapidando recursos», advierte.

¿Por qué no hemos aprendido a vivir del sol? Se pregunta el miembro del Consejo Asesor de la Red Española para el Desarrollo Sostenible. «Todo nuestro planeta depende de la energía solar, ¿por qué nosotros no?», denuncia.

Una hoja de ruta insostenible que «nos atrae un meteorito gigante que nosotros mismos estamos construyendo». En los años 50, revela Benayas, el 70% del consumo de los recursos eran renovables y «se podían volver a reponer», ahora «solo es el 20%». «Es insostenible».

Las cantidades enormes de plásticos y productos químicos elaborados por la humanidad superaron los límites planetarios soportables. «El planeta tiene fiebre y está enfermo, lo dicen todos los expertos», advierte Benayas, «pero seguimos igual».

Sin embargo, se muestra optimista. «Hemos sido capaces de ponernos de acuerdo en que tenemos 17 problemas y han quedado plasmados en la Agenda 2030», revela. Ahora, «hay que educar», destaca. «Me gustaría que los alumnos o la gente se implicase en resolver algunos de los 17 problemas de la Agenda 2030, así contribuirían a ayudar a la sociedad».