![Metáfora picassiana de la política andaluza](https://s2.ppllstatics.com/diariosur/www/multimedia/202204/19/media/cortadas/picassovozbaja-RMkYKL2dFcbRWefJYYx6uiP-1248x770@Diario%20Sur.jpeg)
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En 1964, Françoise Gilot publicó un libro como una bofetada sin manos, un ajuste de cuentas como sólo puede hacerse con alguien a quien se ha amado sin fondo ni remedio, también, quizá, como una manera de intentar explicarse a sí misma: 'Vida con Picasso'. ... Cuando se conocieron ella tenía 21 años; él, 61. Fueron padres de Claude y Paloma y dueños de una historia que desfila por las páginas del libro como un calambre y una tortura, dulce y tenso, delicioso y terrible. Gilot ofrece un retrato poco edificante del artista, presentado como alguien «básicamente agresivo y voluble». Una celebridad planetaria, pero también un hombre manipulador, infantil, supersticioso, egoísta y terriblemente solo. Y sólo Gilot ha sobrevivido a Picasso entre sus numerosas compañeras, no sólo en el calendario, que también, porque Gilot es hoy una mujer centenaria; sino también, sobre todo, porque fue la única de las amantes del genio que decidió abandonarlo y seguir su propio camino. En el otro extremo de esa biografía sentimental estaría la tímida Jacqueline Roque, última pareja de Picasso, cancerbera de su vejez y su gloria. Y ahí están ahora, juntas de nuevo, Françoise y Jacqueline, guardándole las espaldas a Juanma Moreno y Juan Marín, presidente y vicepresidente de la Junta de Andalucía, en el patio interior del Museo Picasso Málaga durante la rueda de prensa posterior al Consejo de Gobierno celebrado este martes en la institución cultural. Y la imagen da para una pequeña tesis, unas líneas de periódico y algunas horas de diván.
Porque si Dios no juega a los dados; la comunicación política, tampoco. Siempre puede pensarse que la imagen ha sido fruto de la casualidad, pero ofrece demasiadas metáforas sobre el momento político andaluz actual. A la izquierda, Juanma y Françoise. A la derecha, Marín y Jacqueline. 'Mujer en un sillón (Françoise Gilot)' (1946) y 'Jaqueline sentada' (1958) son dos de las obras más populares de la colección del museo malagueño, que incluso ha tenido que salir al paso en las redes sociales para aclarar que lo había detrás de los dos políticos eran reproducciones de ambos lienzos que pueden comprarse en la librería del Palacio de Buenavista. Un telón de fondo que brinda sugerentes analogías. Juanma y Françoise, pintada como mujer-flor, majestuosa y distante, poderosa y altiva, serena (sólo en apariencia) en el fragor de la batalla, con los rescoldos de la segunda guerra mundial todavía humeantes. Marín y Jacqueline, agazapada, las piernas recogidas en los brazos, en actitud defensiva, temerosa y desconfiada, con la mirada perdida en un horizonte incierto. O puede que sólo sea la miopía.
Juanma y Françoise y Marín y Jaqueline, como un augurio picassiano para los carteles de la inminente campaña electoral andaluza. Françoise y Jacqueline, juntas de nuevo en los arrayanes del Museo Picasso, como en las últimas páginas de 'Vida con Picasso', donde la primera recuerda y escribe aquella tarde de toros en Vallauris, ya separada de Picasso, cuando él le pidió no sólo que fueran juntos, sino que abriera ella misma la plaza, a lomos de un caballo: «Si quieres concederme un último favor -dijo- podrás inaugurar tú la corrida. Te has ido de mi vida, y el pasado año atravesé momentos de un humor terrible. Pero te mereces partir con todos los honores de la guerra. Para mí, el toro es el símbolo más orgulloso de todos; el tuyo será el caballo».
Al conocer la idea, Jacqueline rompió en llanto. Escribe Gilot:
«-¡Le suplico que no haga eso! -exclamó- ¡Es demasiado ridículo!
Pablo le preguntó de qué estaba hablando.
-Françoise no debe montar a caballo en la plaza para inaugurar esa corrida, ¿qué dirán los periódicos?
Pablo se echó a reír:
-¡Como si eso fuera lo peor que un periódico puede publicar!».
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