Javier Aguirre expulsa del atril al diputado de Vox Javier Cortés. sur

Coherencias e incoherencias de Vox

Mirada periférica ·

El partido de Abascal da un giro a su política en Andalucía y busca ahora un acercamiento al PP

Domingo, 27 de noviembre 2022, 11:08

La autonomía del grupo parlamentario de Vox para tomar decisiones es la misma que quiere para Andalucia: ninguna. Al partido de Abascal, cuyo principal objetivo político es desmontar el andamiaje constitucional del estado de las autonomías, la única incoherencia que se le puede reprochar en ... este plano es que se defina como constitucionalista.

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Ahora Vox ha dado un giro en su política en Andalucía y ya podemos saber a dónde apuntan desde Madrid. El partido de Abascal se ha pasado las últimas semanas criticando el proyecto de Presupuestos aprobado por el Consejo de Gobierno de la Junta con el original argumento de que son una prolongación de las políticas socialistas. Pero cuando llegó el momento sus diputados no sólo no presentaron una enmienda a la totalidad, como hizo el resto de la oposición. Tampoco se abstuvieron para mantener distancia con unos presupuestos que no les gustan, sino que sumaron sus votos a los del PP en el rechazo a las enmiendas.

El año pasado, cuando sus votos eran decisivos, los diputados de Vox no tuvieron problema en confundirse con la oposición de izquierdas. En esta ocasión, cuando la mayoría absoluta del PP los hace irrelevantes, decidieron no marcar la más mínima distancia. Sería absurdo intentar analizar este giro desde una lógica de política autonómica o concluir que después de fracasar en su intento de llegar a San Telmo con un discurso agresivo hacia el PP, Vox intenta encontrar su lugar en Andalucía. Nada de lo que hacen se puede analizar desde esa perspectiva porque la política autonómica no les inquieta.

El portavoz, Manuel Gavira, fue claro en su intervención: recordó el papel decisivo que su formación tuvo para acabar con los gobiernos socialistas en Andalucía y afirmó que una mayoría de españoles quiere ahora a que ambos partidos se pongan de acuerdo para echar a Sánchez. A que Núñez Feijóo cuente con ellos, y a ninguna otra cosa, es a lo que aspiran.

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Pero en coherencia con sus valores, Vox tampoco pone fácil ese acercamiento a un PP que quiere hacer del discurso de la moderación una seña de identidad. En el último pleno, los diputados de Abascal dieron varios ejemplos de ello: su negativa a apoyar una declaración institucional contra el maltrato a las mujeres obligó a la Mesa del Parlamento a hacer unos malabarismos vergonzantes para que un texto tibio contra la violencia machista pudiera leerse, con su ausencia, en el hemiciclo. La intervención destemplada del diputado Benito Morillo en el debate de la PNL sobre la desclasificación de los archivos del asesinato de García Caparrós echó de la tribuna de invitados a las hermanas de éste, que decidieron no seguir asistiendo a un alegato contra la autonomía y la bandera andaluza pronunciado en el Parlamento de Andalucía. Como colofón, el también parlamentario de Vox Javier Cortés fue desalojado del atril por el presidente de la Cámara, Jesús Aguirre, después de lanzar insultos descalificadores contra los diputados socialistas. Todo en una misma jornada. Quieren un acercamiento, pero tampoco parecen dispuestos a ponerlo fácil. Menos a un PP que sólo los necesita para que esos exabruptos lo sigan acomodando en el centro.

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