Un protagonista absoluto, Juanma Moreno, próximo presidente de la Junta de Andalucía, en una jornada de rostros felices, caras desencajadas en un Parlamento repleto de novedades con Vox como la más destacada
Soplan aires de cambio y la brisa llega desde el mar de Alborán hasta la Tacita de plata, desde Sierra Morena hasta Pedregalejo. Tal es su intensidad que a Juanma Moreno un espasmo le ha dejado una sonrisa de oreja a oreja desde el ... pasado 2 de diciembre. Ese día amenazaba tormenta, pero la calima se llevó el viento hasta Triana, y más de una resfriada quedó desde entonces. No hay pañuelos en toda Sevilla para sonarse la nariz.
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El malagueño ha empezado la cuenta atrás para ser investido como sexto presidente de la Junta de Andalucía, pero por si acaso quiere saltar el santoral del día de hoy, no vaya a ser que los Santos Inocentes le jueguen una mala pasada de última hora. Que ya el nombre de la sede del Parlamento, el Hospital de las Cinco Llagas, tiene bastante sorna. Solo él sabe lo que le ha costado llegar hasta aquí, cuántas heridas ha restañado y cuánta sangre le han hecho derramar, metafóricamente hablando, aunque faltó poco para que fuera literal, según cuentan.
Porque lágrimas ha esparcido bastantes por la incomprensión que sentía entre sus propios compañeros, los mismos que ayer le abrazaban y le agasajaban con todo tipo de lisonjas más falsas que el beso de Judas. Quizás de ahí la fecha elegida para la constitución del Parlamento andaluz, el día de San Juan Evangelista, autor del 'Apocalipsis', según la tradición. Esa misma que mantenía al PSOE en San Telmo durante casi cuatro décadas, hasta ayer, cuando la evidencia constató el cambio de ciclo con el PP acariciando el poder en Andalucía. Tocándolo con las yemas. Saboreándolo. Degustándolo con placer. Quién lo diría.
Los que ayer presenciamos el comienzo de la undécima legislatura en Sevilla podemos airearlo a los cuatro vientos: Ciudadanos presidirá el Parlamento y el PP gobernará en la Junta, en una versión libre y cañera del 'Tú a San Telmo y yo a la Moncloa', que le recitaba Pedro Sánchez a Susana Díaz un tiempo atrás cuando las rencillas estaban a flor de piel; ahora parece que se ocultan hasta próximas fechas, quizás hasta las siguientes elecciones. Fue de lo más comentado en los corrillos posteriores a la sesión constitutiva, la cara de la todavía presidenta andaluza durante las más de dos horas que duró el acto, por momentos tedioso y hasta bronco, con excesivo protagonismo para el grupo Adelante Andalucía, con Antonio Maíllo a la cabeza.
La reina blanca, como se definió Susana Díaz hace poco, busca llevar la iniciativa en el tablero de la política, no se ha enrocado y mantiene su ataque continuo con las piezas que aún siguen en pie. Dicen que aún no le han dado jaque mate. De hecho, mantuvo la incertidumbre hasta el final y el PSOE no presentó candidato a la presidencia del Parlamento y esta recayó en Marta Bosquet, abogada almeriense, en primera votación.
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Los hijos de Bosquet fueron los primeros en llegar a la Cámara y fueron ubicados junto a su tía Arantxa en segunda fila de la tribuna de invitados, que estaba repleta; a su derecha, el diputado malagueño Miguel Ángel Heredia departía con el delegado del Gobierno en Andalucía, Alfonso Gómez de Celis, y justo detrás del presidente del PP de Málaga, Elías Bendodo, muñidor de las negociaciones que culminaron ayer en la constitución del Parlamento, toda la mañana pegado al secretario general del PP nacional, Teodoro García Egea, que desde que comenzó la campaña electoral no ha abandonado Andalucía, primero con caravana electoral propia, luego con conversaciones a varias bandas para atar una mayoría que le permita gobernar a Juanma Moreno y ahora para disfrutar de lo que, sin duda, es una hazaña. Desde primera hora, en la fila posterior se sentó Javier Ortega Smith, secretario general de Vox, que se mostró muy interesado en las indicaciones que le ofrecían los mandos de la policía Gabriel Fernández Rey y Andrés Marín Garrido. Estaba muy atento, sin perder detalle.
El protagonismo inesperado de Antonio Maíllo, interpelando continuamente a la presidencia de la Mesa del Parlamento, el rifirrafe con Cano Palomino –que no obedeció una orden de la presidenta Bosquet y corrió el riesgo de ser expulsado de la Cámara– o la presencia de Vox por primera vez en un parlamento español –cuyos doce representantes no cesaron de sonreír y de hacerse fotos con familiares y amigos– no desviaron los focos del gran protagonista de la mañana, un Juanma Moreno ciertamente feliz, sin disimularlo, en una mañana de rostros felices, caras desencajadas y numerosas novedades.
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El aplauso final que le brindaron los parlamentarios del PP ante el estrado a su jefe de filas es de los que marcan época. Ocurrió casi en la intimidad, cuando los ujieres apremiaban a los invitados a desalojar el edificio (casi tres horas después de comenzar esta aventura con demasiados matices y numerosos detalles). Una vez en el patio, al malagueño se le escapó una frase, sin advertir la presencia de periodistas a su alrededor. Espetó al familiar de un compañero de partido que le felicitaba por lo conseguido: «Falta un último paso», refiriéndose a la investidura, posiblemente a mediados de enero, un último movimiento para derrocar a la reina del tablero de la política. En febrero de 2014 fue elegido para liderar al PP en Andalucía y menos de cinco años después será presidente de la Junta de Andalucía. Lo que nadie ha conseguido hasta la fecha, él lo toca con la palma de la mano.
Así se escribe la historia de la política, que ayer tuvo en Sevilla marcado acento malagueño, porque además de Juanma Moreno, la sesión comenzó con la constitución de la mesa de edad, presidida por la socialista Marisa Bustinduy, por ser la más veterana del Parlamento –no faltó en su alocución una referencia al respecto–, mientras Guzmán Ahumada se queda fuera de la Mesa y su ausencia escenificó la tormenta que se avecina, con Vox haciendo valer sus votos en el bloque de la derecha y Adelante Andalucía excluida de la Mesa.
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