Teresa Rodríguez asegura que cuando en 2014 llegó al Parlamento de Andalucía como diputada de Podemos una de las cosas que más le llamó la atención fue la mala educación con la que se comportaban muchos de quienes, como ella, ocupaban escaño. «A los niños ... les enseñamos que hay que respetar y no interrumpir a quien habla y en el Parlamento me encontré con algo muy diferente», sostiene. Ocho años después regresa al instituto de Puerto Real donde tiene su plaza de profesora de Lengua y aunque no conoce aún qué curso se le asignará sí sabe cuánto tiempo ejercerá como docente. No será por unos meses, sino por años. El 28 de diciembre se formalizará su dimisión como miembro de la Cámara autonómica.
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Asegura que el regreso a su profesión es un acto de coherencia con una trayectoria que aunque estuvo amparada en diferentes paraguas -primero bajo las siglas de Podemos, después con la alianza de esta fuerza con Izquierda Unida bajo la denominación de Adelante Andalucía y finalmente con ese mismo nombre pero como identificación de una fuerza andalucista de izquierdas-, siempre defendió la limitación de salarios y de mandatos como parte central de un mensaje contrario a la profesionalización de la política. «Tenemos el convencimiento de que hacemos política diferente en el qué y en el cómo», dijo este martes en una comparecencia enmarcada en una escenografía coral tras haber anunciado el día anterior a través de un vídeo la retirada a un segundo plano en lo que llama «liderazgo de retaguardia».
Barómetro
El último barómetro del Centro de Estudios Andaluces (CENTRA), conocido precisamente el mismo día del anuncio, situaba a Rodríguez como la segunda líder política más conocida de Andalucía, sólo por detrás del presidente, Juanma Moreno, y por delante del secretario general socialista, Juan Espadas. Perder ese capital político, asegura la todavía portavoz parlamentaria de Adelante Andalucía, no le provoca, asegura, ni miedo ni vértigo. Desde su punto de vista, es necesario para que su formación dé un salto de madurez y deje de ser visto «como el partido de Teresa Rodríguez».
A lo que sí le teme la dirigente, que seguirá siendo portavoz de Adelante Andalucía, es a la vanidad que puede despertar la atención mediática y a que la dependencia económica y profesional de la política acabe determinando sus posiciones. «Hay gente cuya forma de vida depende de sus posiciones políticas -asegura en una crítica a los partidos tradicionales-, una manera de que la gente tenga que buscarse la vida y ser más libre en sus opiniones es limitar los mandatos».
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Existen, además, otros riesgos. Según Rodríguez, la actividad política institucional genera una cierta burbuja que aísla de la realidad por más esfuerzos que se hagan pra que ello no suceda. «No es difícil que después de muchos años uno acabe acostumbrándose, entre en la rutina y pierda la pasión«, asegura.
Su objetivo, sostiene, es construir una fuerza política «para varias generaciones, que dure 200 años» y eso pasa necesariamente por eliminar los personalismos. Por eso, dijo, la suya no será una retirada momentánea y no se la verá en las listas de Adelante Andalucía cuando lleguen las elecciones generales.
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