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En el comité federal del PSOE del pasado sábado Susana Díaz se erigió en una de las máximas defensoras de Pedro Sánchez con frases de elogio y de ánimo al presidente que asombraron a no pocos asistentes por el entusiasmo demostrado por la andaluza. Unas frases con las que Sánchez obtenía el respaldo al diálogo del Gobierno con los separatistas de Cataluña de una de los 'barones' territoriales que en el pasado no muy lejano más recelos transmitió con dicha estrategia; pero sobre todo el cierre de filas de lo que representa, la federación de mayor peso del PSOE, con el 33% de su militancia.
La escenificación del apoyo de Susana Díaz a Sánchez era fruto de una estrategia acordada con el presidente del Gobierno en un almuerzo en la Moncloa tres semanas antes y que fue ultimada por el secretario general de Organización del PSOE y ministro de Transportes y Movilidad, José Luis Ábalos, el miércoles 12, tres días antes del comité federal, en una visita relámpago a Sevilla, según confirmaron fuentes socialistas.
Sánchez y Díaz, enemigos políticos durante años, sellaban así la paz después de meses de acercamiento y convenían por interés mutuo una estrategia mediante la cual el PSOE andaluz dedicaría su poderosa estructura a defender la política del Gobierno de coalición de socialistas y Unidas Podemos frente a los tres partidos de la derecha (PP, Cs y Vox), que han hecho de la negociación con Cataluña uno de los caballos de batalla contra Sánchez. A cambio, el presidente desde el Gobierno y Ferraz mimaría al PSOE andaluz y especialmente a Susana Díaz, dándole su sitio como secretaria general y frenando cualquier intento de deslegitimarla como máxima representante del partido en Andalucía hasta que haya un congreso.
El pacto iba a escenificarse tanto en el comité federal con la intervención elogiosa de Díaz como en un acto en Sevilla del PSOE con motivo del 28F al que acudiría Pedro Sánchez. Este último se ha suspendido al dar a luz Susana Díaz este pasado martes, una semana antes de lo previsto. La baja maternal mantendrá a Díaz alejada del foco político ocho semanas, pero se va con cierta tranquilidad de tener bajo control su vuelta antes de prepararse para unas primarias que Sánchez también le ha asegurado que no serán antes de un año y medio.
El almuerzo en Moncloa se produjo después de la investidura y del ruido y nerviosismo generado por el gesto del alcalde de Sevilla, Juan Espadas, no descartando dar el paso a unas primarias frente a Díaz. Un gesto que se interpretó como el pistoletazo de salida a la lucha por el poder en el PSOE andaluz. Sánchez, cuya prioridad son los Presupuestos para garantizar la legislatura y el diálogo con los separatistas catalanes para asegurarse el apoyo de ERC a las cuentas, cortó aquel conato con gestos de consideración a Díaz significativos. En la comida en Moncloa cerró con ella el nombre de la delegada del Gobierno en Andalucía, Sandra García. Una mujer que no se había significado en las guerras de sanchistas y susanistas, pero que habiendo sido delegada de la Junta en Granada en el último gobierno socialista, se entendía de la confianza de la expresidenta.
Díaz pidió en ese almuerzo en la Moncloa a Sánchez una mayor coordinación del partido con el Gobierno para poder defender las acciones de este en una Andalucía gobernada por PP y Cs con el apoyo parlamentario de Vox. Reclamaba entre otras cosas que no se ninguneara al PSOE andaluz cada vez que un ministro visitaba Andalucía.
El presidente envió a Ábalos a concretar cómo debía ser esa cooperación, quien viajó a Sevilla un día después del nombramiento de Sandra García por el Consejo de Ministros. Era también el día del primer debate de control en el Congreso, en el que el ministro Ábalos sufrió un vapuleo de la oposición por el caso de la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez. Ábalos cogió el AVE tras el debate, se reunió con Susana Díaz en la sede regional del PSOE, y después paseó durante dos horas por el centro de Sevilla con el secretario de Organización de los socialistas andaluces, Juan Cornejo, antes de tomar el AVE de vuelta a Madrid ya con el compromiso cerrado.
Ahora que se conocen estos encuentros cobran sentido tanto el apoyo explícito y elogioso de Díaz a Sánchez en el comité federal o la frase que pronunció en el debate del Parlamento el pasado 28 de enero, cuando en el rifirrafe con el presidente, Juanma Moreno, afirmó que se equivocó respaldando la investidura de Mariano Rajoy en 2016, mientras Pedro Sánchez «acertó».
Gestos y frases que evidencian un giro de Díaz, que pasa de defender que la unidad de España puede verse en peligro si se negocia con separatistas como sostuvo en las primarias en las que se enfrentó a Sánchez, a entender que se puede dialogar pero sin concesiones fuera de la Constitución. El entorno de Díaz no admite que su cambio de discurso sea por su propia supervivencia política, sino por la razón por la que perdió la Junta, la irrupción de la extrema derecha y el que partidos de centro derecha pactaran con Vox para desalojar a los socialistas del poder. Para el PSOE, constituye el verdadero peligro de romper España.
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