miguel cárceles
Martes, 13 de marzo 2018, 00:45
La Guardia Civil busca cerrar el círculo que se cierne sobre Ana Julia Quezada, la novia del padre del pequeño Gabriel. Para atar toda la investigación efectuada por los especialistas de la Unidad Central Operativa (la UCO) de la Guardia Civil, la finca ... de Rodalquilar de la que presuntamente extrajo el cadáver del niño es una pieza clave y determinante.
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Desde el domingo, este cortijo aislado permanece custodiado –también su perímetro de terreno de secano– por agentes de la Benemérita que guardan un cordón de vigilancia para evitar la incursión de curiosos o medios de comunicación. Y en su interior, compañeros de la policía científica de la Guardia Civil y perros del servicio cinológico inspeccionan hasta el último milímetro para resolver algunas de las últimas incógnitas en la investigación. Por ejemplo, por qué no se encontró antes el cuerpo del niño en una zona ya inspeccionada en los primeros días del operativo de búsqueda o si pudo haber algún movimiento del cadáver hasta su hallazgo. La vivienda es propiedad de la familia paterna y había estado anteriormente alquilada. Fue el lugar en el que la mañana del domingo los agentes de la Guardia Civil que venían siguiendo los pasos de Quezada durante días la observaron –y tomaron imágenes de ello– mientras extraía el cadáver del pequeño de un pozo junto al cortijo de la finca. Sin embargo, esos terrenos fueron uno de los primeros espacios en los que se actuó en el operativo de búsqueda, cuando habían pasado menos de 24 horas de su desaparición. Concretamente, el día 28 de febrero se efectuó una batida con decenas de personas sobre las llanuras del Valle de Rodalquilar sin que se encontrara ningún indicio de la presencia de Gabriel.
Ayer, la Benemérita instaló en la finca de Rodalquilar el núcleo de la investigación. Desde por la mañana, los agentes buscaban indicios y pistas que les indicaran si hubo algún movimiento del cadáver entre los días 27 de febrero –fecha de la desaparición del pequeño– y 11 de marzo –cuando se detuvo a Ana Julia con el cuerpo del niño en el maletero–. Pero también otras pistas que les encaminen a descartar o corroborar las hipótesis actuales.
Decenas de vehículos de la Guardia Civil y de agentes del cuerpo –hasta medio centenar de efectivos– se afanaban en custodiar y extraer de la finca hasta el último resquicio probatorio en un constante ir y venir de furgones policiales que no cesó en todo el día.
En el marco de nuevas diligencias, los agentes de la Guardia Civil trasladaron a Quezada hasta el cortijo con un grupo judicial dirigido por el magistrado sobre el que han recaído las indagaciones del caso, Rafael Soriano, titular del Juzgado de Instrucción número 5 de Almería. En tres vehículos, y con vigilancia policial constante, la arrestada partió poco después de las 14.30 horas de la Comandancia Provincial de la Guardia Civil y llegó a la finca al borde de las 15.30 horas. Allí asistió al registro junto al personal de justicia y a los propios agentes que investigan el caso, pero apenas permaneció en el considerado como punto clave de la investigación durante 45 minutos antes de volver a ser encaminada, con las esposas en todo momento puestas, hasta el vehículo policial.
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Quezada mantuvo gesto serio y llevaba puesta una sudadera roja con capucha con la que cubría su cabeza. Los agentes de la policía científica continuaron después con sus indagaciones bajo la atenta –y lejana– mirada de decenas de periodistas y cámaras de televisión apostados al borde de la carretera de Rodalquilar, pueblo que ayer a mediodía, mimetizado con el desértico paisaje –y con la tristeza generalizada– no había ni un solo comercio o restaurante abierto al público.
De allí el cortejo partió hasta el segundo escenario clave del crimen: la vivienda de la propia Ana Julia Quezada en La Puebla de Vícar, cuyo registro tampoco se prolongó demasiado. Es el punto al que se dirigía el domingo cuando el vehículo policial se le cruzó para arrestarla tras comprobar que llevaba en su maletero los restos mortales del menor con restos de barro y cubierto en una manta.
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Junto con Las Hortichuelas, donde se le pierde la pista al pequeño Gabriel la tarde del 27 de febrero, y el Barranco de las Agüillas, en donde la propia Quezada encontró la camiseta del pequeño –sin rastro de haber sido objeto de las inclemencias del tiempo– son los cuatro escenarios que encierran las claves y las respuestas a los enigmas pendientes del suceso que ha conmocionado Almería.
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