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Los empresarios andaluces se dividieron ayer en Sevilla entre dos citas reflejo de la convulsión política que se vive en España. Andalucía, la comunidad con más paro, volvió a servir como laboratorio de ensayo de la polarización política entre dos bloques enfrentados, derechas e izquierdas. ... Como protagonistas, el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, y la ministra de Empleo y Migraciones, Magdalena Valerio. Ambos fueron invitados a dos almuerzos, el de Rivera fue privado, con los dirigentes de la confederación de empresarios andaluza y nacional, CEA y CEOE, Javier González de Lara y Antonio Garamendi, como anfitriones; la de la ministra fue público y con coloquio en el hotel Alfonso XIII, organizado por la Cámara de Comercio de Sevilla.
Los dos se esforzaron con mensajes tranquilizadores. Rivera en nombre del Gobierno andaluz con el que su partido acaba de estrenarse y Valerio en el de la nación. «Estamos aquí para poner pocas trabas», dijo el líder de Cs como promesa a los empresarios de diálogo y de «un cambio de filosofía» para que la Junta no sea «un obstáculo» sino un «dinamizador» de la economía. «En esta tierra, empresarios y trabajadores tienen que ir de la mano, la lucha de clases del siglo XIX hay que dejarla para luchar por una gran clase media, que es la que crean los emprendedores, no los políticos», aseveró Rivera. Valerio dijo que el Gobierno mantiene su promesa de un plan de empleo para Andalucía si hay Presupuestos, aunque ahora ya no gobierne su partido, el PSOE.
Los mensajes de buenas intenciones se diluyeron por la polémica sobre la figura del 'relator' en el conflicto de Cataluña. Rivera utilizó su comparecencia en la sede de la CEA para que se acuda a la manifestación del domingo en Madrid «como un clamor» que obligue a Pedro Sánchez a convocar elecciones. Al mismo tiempo, el grupo de Cs registraba una proposición no de ley para que el Parlamento andaluz considere «una humillación y chantaje inaceptable» la figura del mediador y pida elecciones. Valerio criticó la virulencia «salvaje» de la oposición contra su Gobierno y su presidente con una metáfora: «El ruido no hace bien y el bien no hace ruido», como aviso de deterioro económico por interés electoral.
En algo más coincidieron Rivera y Valerio. Los primeros espadas de sus respectivos partidos, Juan Marín y Susana Díaz, no le acompañaron. La ministra, presentada en el coloquio por el delegado del Gobierno, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, había visitado primero a la secretaria general del PSOE andaluz en la sede regional, de lo que solo trascendió varias fotos. Luego la ministra confesó que hablaron de sus hijos, de la salud (Valerio ha superado un cáncer) y del estado de ánimo. «Las dos somos muy pragmáticas», comentó. Tampoco hubo declaraciones tras la audiencia en San Telmo del presidente andaluz, Juanma Moreno, a Garamendi, antes de que este almorzara con Rivera.
El Gobierno también se dividió. Los consejeros de Empleo y Economía, Rocío Blanco y Rogelio Velasco, se decantaron por el jefe político, aunque los dos son independientes en la cuota de Ciudadanos en el Gobierno. Rivera presumió de ellos en la comparecencia con los periodistas. La viceconsejera de Empleo, Isabel Balbín, hizo los honores a la ministra. En representación del PSOE estuvieron el diputado Antonio Pradas y el expresidente del Parlamento Manuel Gracia.
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