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¿La digitalización va a destruir empleo o a crearlo? Esa la gran pregunta. Los temerosos del avance tecnológico creen que todos seremos sustituidos por robots; los más optimistas aseguran que se abrirán nuevas e impensables oportunidades de negocio y yacimientos de empleo. Es imposible ... predecir el futuro, pero probablemente ambas afirmaciones tienen parte de verdad. La revolución digital es a la vez oportunidad y amenaza.
En 2013, un estudio de la Universidad de Oxford fue el primero en alertar de las amenazas que trae consigo la revolución digital (y, más concretamente, la automatización de procesos y servicios) para el empleo. Según ese informe, el 47% de los puestos de trabajo de Estados Unidos están en riesgo. Extrapolando esta estimación, un reciente estudio de Comisiones Obreras calcula que a nivel andaluz serían 1.389.000 los puestos afectados y en el conjunto de España, 9.119.000.
Esta probable destrucción de empleos obsoletos irá en paralelo al surgimiento de nuevas ocupaciones. A día de hoy la demanda de perfiles relacionados con el 'big data' y el desarrollo de 'software' o la ciberseguridad ya es superior a la disponibilidad de profesionales.
El problema es que los trabajadores cuyos puestos desaparecerán por efecto de la automatización no podrán optar a esas oportunidades laborales porque no están cualificados. El desajuste entre las competencias que empieza a requerir el mercado laboral y las que tienen los desempleados es un problema reconocido por la consejera de Empleo de la Junta, Rocío Blanco, que está convencida de asistir a «la mayor revolución que ha habido nunca en el mundo del trabajo» y considera necesario ofrecer desde la Junta «un proyecto de transición tecnológica a los trabajadores y las empresas, que existe en todas las comunidades a excepción de Andalucía».
Y es que la formación es la clave para que esta revolución digital no deje en la cuneta a miles de trabajadores. Una formación que, según coinciden los expertos, debe cambiar radicalmente, pues lo importante ya no van a ser los títulos sino las competencias profesionales. Además, la formación va a dejar de estar centrada en la fase vital de la juventud para jalonar toda la vida profesional de los trabajadores, que van a necesitar adaptarse continuamente a cambios cada vez más acelerados.
Las empresas, y especialmente las pymes también tienen un importante reto por delante. Es «el gran reto de todas las empresas», según el economista Fernando Faces, profesor del Instituto Internacional San Telmo. «Estamos en la era de los datos. Sin datos no se pueden diseñar bien los productos ni acceder a los mercados. Es un cambio absoluto y brutal. Las grandes empresas están en ello, pero ¿lo están las pymes? Me temo que éste es el momento de ruptura y muchas empresas se van a quedar fuera en este salto a la digitalización. No soy pesimista, pero creo que no nos estamos adaptando con la velocidad, la profundidad y la intensidad que marcan los tiempos», reflexiona.
Lo cierto es que la estadística demuestra que las pymes andaluzas no están lo suficientemente concienciadas acerca de la necesidad de adaptarse a esta revolución digital. Sólo el 19% de las empresas de la región brindan formación relacionada con las TIC a sus empleados y su gasto en innovación representa sólo un 0,11% de su cifra de negocios, frente al 0,42% de media española.
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