Juan Marín y Rocío Ruiz. EFE

La remodelación del Gobierno desconcierta en Cs y eleva las críticas de las bases contra Marín

Lejos de debilitar como pretendía a Rocío Ruiz, la ha fortalecido, ya que la consejera de Igualdad llegó a poner su cargo a disposición del partido y la dirección nacional salió en su defensa

Domingo, 13 de septiembre 2020, 00:26

«Su última remodelación del Gobierno no la acabamos de entender», inquirió la portavoz adjunta de Adelante Andalucía, Ángela Aguilera, al presidente, Juanma Moreno, en la sesión del control del Parlamento este pasado jueves. En la bancada de los diputados de Cs algunos agacharon ... la cabeza para musitar para sus adentros: «Yo tampoco». La reestructuración acometida, de la que este martes se publicaron los decretos del nuevo reparto de áreas y competencias, fue impulsada por el vicepresidente de la Junta y portavoz de Cs en Andalucía, Juan Marín, con el afán de ampliar parcela de poder en el ejecutivo para la formación naranja. El resultado ha sido todo lo contrario. Cs pierde direcciones generales, una tan boyante como la de los fondos europeos a favor de su socio, el PP, que sale fortalecido.

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El partido naranja sale debilitado también en lo orgánico al hacerse visibles otra vez las inquinas internas larvadas en el último año. Todo ello ha generado en las bases y cuadros de Cs un gran desconcierto que ha hecho crecer las críticas y desconfianza hacia el vicepresidente entre los afines y cierto regocijo de los críticos. «Se ha pegado un tiro en el pie monumental», resume un cargo nacional del partido sobre la operación de Marín.

El vicepresidente ha intentado convencer antes y después de la remodelación de la necesidad de ajustes en el Gobierno para hacerlo más «ágil» , «operativo» y «eficaz» cara a la pandemia, pero siempre con el eslogan de «a coste cero». Incluso cuando propuso la ampliación de dos consejerías, una para Cs y otra para PP, insistía en lo de «a coste cero» sin mucha credibilidad entre los suyos propios.

La propuesta de ampliación del Gobierno, que PP y Cs redujeron de 13 a 11 consejerías para marcar diferencias de austeridad con el PSOE, es anterior a la pandemia y fruto de la dificultad de gestionar una comunidad de 8,4 millones de habitantes y la más extensa de España. La intención de etiquetarlo de «coste cero» responde más que a la pandemia a que el bipartito de centro derecha se había estrenado en la Junta con la vitola de reducir en 17 millones de euros el gasto en cargos políticos y asesores.

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Cambios en segundos niveles

La ampliación de carteras no se consigue por la negativa del presidente, Juanma Moreno, y porque tampoco el equipo de Inés Arrimadas lo ve dada la situación interna del partido y también la crisis sanitaria. Se pasa a la fase de la reestructuración en segundos niveles y el resultado deja a Cs sin la gestión de los fondos europeos en víspera de la lluvia de millones de Europa, a cambio del control de Veiasa, la empresa de las ITV con 100 millones de euros de ganancias anuales. La Consejería de Economía y Universidades (ahora de Transformación Económica) que lleva el independiente Rogelio Velasco, no se le compensa del todo por la pérdida de los fondos europeos y de las nuevas tecnologías, que se lleva Elías Bendodo a Presidencia. Hacienda le cede a Velasco Industria y Minas, pero no como se le había hecho creer Energía, la dirección general de las renovables y polo de atracción de financiación europea en el nuevo marco presupuestario de la UE. También se las queda Bendodo.

La consejería de Velasco es la más tocada con el cambio de cromos de PP y Cs, en opinión de algunas fuentes naranjas que lo achacan a que el consejero auspiciado por el eurodiputado Luis Garicano no cuenta con asideros influyentes en la nueva dirección del partido dado su carnet de independiente. Pero también lo es Rocío Blanco, a quien diputados de Cs la ven más cercana al PP que a la filosofía naranja, y que amplía competencias en la Consejería de Empleo con las políticas de Juventud (15 millones de euros) y los centros de Inturjoven, habilitados en la pandemia para acoger a inmigrantes en cuarentena y sanitarios en las semanas de colapso hospitalario.

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Enfrentamientos

Políticas que pierde Rocío Ruíz, la consejera de Igualdad, una de las protagonistas de la crisis interna de Cs en Andalucía por haber estado alineada con Fran Hervías, exsecretario de Organización con Albert Rivera y ahora senador por la Comunidad Autónoma. El granadino está enfrentado a Juan Marín desde que destituyó a su cuñado Manuel Buzón como secretario de Organización en Andalucía y maniobrara para situar a allegados en puestos clave de Sevilla y quitara a los afines de Marín.

El pulso con Hervías no es el único que Marín ha mantenido en Cs. Es conocida también su rivalidad con el alcalde de Granada, Luis Salvador, y en el punto de mira también ha puesto en los últimos meses al portavoz parlamentario, Sergio Romero, y a la mencionada Rocío Ruiz, de la que se queja que no le consulta los cambios que decide hacer en su equipo.

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Marín, con parte del grupo parlamentario y consejeros de la Junta EFE

Coinciden diputados de Cs en que Marín recela con demasiada frecuencia de cualquiera que «no sea palmero» o lo vea «como un rival» como líder regional de Cs. Javier Imbroda ha tardado año y medio en convencer a Marín de que no tiene intención de pugnar por arrebatarle el puesto. El vicepresidente solo se ha convencido tras la renuncia de Albert Rivera como líder de Cs, dado que era su gran valedor. Inés Arrimadas, no obstante, ha mantenido al exseleccionador nacional como miembro del comité ejecutivo. Solo hay cuatro andaluces, entre ellos Marín por ser portavoz regional.

Como Marín no ha explicado a las bases y cuadros «con razones convincentes» el por qué de la remodelación, la militancia especula, lo que evidencia el desconcierto que ha generado su estrategia. «Oirás muchas versiones, pero ninguna buena para Marín», afirman en el sector crítico.

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Una de ellas señala al pulso por el control de influencia en el partido en Andalucía en la etapa de Inés Arrimadas. Los estatutos recogen que se mantienen estructuras regionales, provinciales y locales, pero sin primarias y sin baronías. La dirección nacional seguirá señalando con el dedo a quien debe dirigir cada uno de estos órganos como coordinador, pero en cada uno de los comités habrá miembros elegidos en cada provincia y región. La composición de estos órganos serán cruciales en las primarias para la designación de la candidatura a la Presidencia de la Junta de Andalucía dentro de dos años, sobre todo los provinciales por su conocimiento y cercanía a las bases, que serán las que voten al candidato. «El que esté más cerca del afiliado es lo importante», afirma un cargo provincial.

Coordinador regional

La dirección nacional debe decidir este mes o en octubre quién es coordinador o coordinadora del comité ejecutivo regional de Andalucía. Y este horizonte ha influido también en la estrategia de Marín de hacerse ver como factótum de cambios en el Gobierno de la Junta, y por consiguiente de puestos en consejerías y delegaciones.

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En este sentido en Cs corre la voz de que Marín ha querido aprovechar la remodelación para despejar cualquier rivalidad en el horizonte político, lo que él siempre ha negado tanto en privado como en público. El pacto no escrito entre PP y Cs para gobernar la Junta de Andalucía incluye que el partido naranja puede decidir los nombres de sus cinco consejeros y cambios cuando quiera sin que Moreno, único con potestad para destituir y nombrar, ponga inconvenientes, confirman fuentes del PP.

Aunque el presidente dijo no tener conocimiento de que hubiera habido una petición de sustitución en la negociación con Cs, fuentes de la misma admiten que en las conversaciones sí estuvo la posibilidad de moverle la silla a Rocío Ruíz. «Ampliación no va a haber, pero si Cs quiere cambiar a una consejera por otra, que lo diga», llegó a comentar una fuente del PP a este periódico. El nombre de la diputada malagueña Teresa Pardo, afín a Juan Marín, sonó como consejera el pasado julio.

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El ruido del cese de Ruiz comenzó en pleno estado de alarma y justo después de aprobarse los nuevos estatutos de Cs en mayo. Hasta tal punto sonó su destitución que en la Consejería de Igualdad y Políticas Sociales su equipo «empezó a hacer las maletas» en junio, pese a que a la dirección nacional de Cs, que debe dar el visto bueno, no llega ninguna propuesta de este tipo, según confirmó uno de sus componentes a este periódico.

Las tensiones generan nerviosismo y preocupa a la dirección nacional, que envía a Sevilla en julio a Carlos Cuadrado y José María Espejo, del núcleo duro de Inés Arrimadas, a calmar las aguas e instar a una imagen de unidad del partido. Marín desmiente días después que Ruiz vaya a dejar de ser consejera y convoca a todos los miembros naranjas del Gobierno a un desayuno con la prensa para dar esa imagen de unidad.

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Al mismo tiempo sigue maniobrando para despojar a Ruiz de competencias mollares como el Instituto Andaluz de la Mujer, que gestiona 30 millones de euros del pacto estatal por la violencia de género. Es en estas políticas y en las de LGTBI en las que Ruiz ha adquirido protagonismo y foco, sobre todo tras convertirse en diana de Vox, aliado de PP-Cs en el Parlamento, que promueve la negación de la violencia de género y llega a pedir el cese de Ruiz y la supresión del Instituto Andaluz de la Mujer (IAM), al que califica de «chiringuito feminazi».

Rocío Ruiz, diputada regional por Huelva, no se queda quieta. Hace saber a la dirección nacional las presiones y pone su cargo a disposición del partido. Consigue la comprensión de la secretaria general de Cs, Marina Bravo, portavoz adjunta en el Parlamento de Cataluña, que influye en la dirección nacional para avalar su continuidad.

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La visita de Inés Arrimadas a Marín en San Telmo la primera semana de agosto busca dejar zanjada la guerra interna de Cs y el papel de este en el Gobierno. El decreto del presidente, Juanma Moreno, del día 4 de septiembre matiza el golpe a la consejera de Igualdad. La dirección nacional de Cs dio el visto bueno a una solución salomónica, aunque cada parte se cree ganadora. Otras fuentes señalan que el acuerdo con Arrimadas no se cumplió del todo.

Tanto Marín como Ruíz son los mejor posicionados para convertirse en coordinadores de Cs en Andalucía, aunque el entorno de la consejera asegura que esta no está interesada en la lucha orgánica. Otra cosa son las primarias para la candidatura a la Junta, aunque la política actual es demasiado líquida y falta tiempo para ello. «Que no me hagan elegir entre Marín y Ruiz», asegura un militante enfadado con que Cs salga debilitado de los cambios en el Gobierno. «Marín se ha hecho daño orgánicamente con ese pulso», afirma.

Debilidad y presupuesto

Y es que esa debilidad, sostiene otro veterano del partido, puede pasar factura a Cs en la negociación del Presupuesto de 2021. Una parte del grupo parlamentario lamenta la poca visibilidad de Cs en el pasado presupuesto de 2020, cuando casi cuelan las exigencias de Vox sobre el pin parental «mientras Marín estaba al otro lado del Atlántico en la ruta Magallanes», en alusión al viaje del vicepresidente a Chile en octubre del pasado año. Esta parte cree que Cs aparece diluido y laminado por PP y Vox en el Gobierno porque Marín, responsable de la negociación con el PP, no ha sabido imprimir a las políticas de la Junta el centrismo que caracteriza al partido. Una percepción que enlaza con otra teoría de las bases de Cs sobre lo ocurrido, la de que el vicepresidente maniobra en realidad para promover una candidatura conjunta de PP y Cs en las elecciones autonómicas en las que él esté presente.

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