Ni el PP ni el PSOE encuentran paz
Mirada periférica ·
Ambos partidos afrontan el final del curso político en un clima de convulsión interna y con conflictos abiertos de orígenes distintos que pueden afectar seriamente sus interesesMirada periférica ·
Ambos partidos afrontan el final del curso político en un clima de convulsión interna y con conflictos abiertos de orígenes distintos que pueden afectar seriamente sus interesesLa contienda sorda y constante que la dirección nacional del Partido Popular está librando contra el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, ... para condicionar el calendario electoral en esta comunidad autónoma invita a todo el tiempo a trazar analogías con la Guerra Fría. Se trata de un conflicto no declarado oficialmente pero que nadie puede ignorar y que puede tener consecuencias impredecibles. Mientras los principales actores mantienen en la superficie las formas que se esperan de compañeros de un mismo partido, por debajo silban las balas del fuego cruzado. El conflicto salta de un lugar a otro –un día aparece en los congresos provinciales; otro, en el Ayuntamiento de Granada; otro, en el grupo municipal del PP en Sevilla-, pero sería un error considerar que se está ante pequeños conflictos inconexos y dispersos. No son más que expresiones de una guerra declarada en la calle Génova y que tiene por objetivo subordinar las decisiones del Gobierno andaluz a la estrategia trazada por Pablo Casado y Teodoro Garcia Egea para su soñado asalto al Palacio de La Moncloa.
Publicidad
En esa estrategia hay dos elementos fundamentales que colisionan con el principal objetivo del presidente de la Junta de Andalucía: culminar su mandato en un marco de estabilidad política y acudir a las urnas con el perfil de un dirigente moderado, andalucista e impulsor de un cambio sin traumas.
El primer punto de colisión es Ciudadanos. Casado quiere terminar de fagocitarse al partido naranja cuanto antes; Moreno pretende que su socio de gobierno siga conectado al respirador mecánico de San Telmo hasta el final de la legislatura y hacer lo posible para que mantenga de esa manera alguna posibilidad de conseguir representación en las próximas elecciones.
Sabe que la mayoría absoluta es un empeño difícil y si fuera posible prefiere que los de Marín sigan siendo un socio potencial. Menguado, pero socio al fin. Sabe que acudir a los pueblos de Andalucía con Vox como único acompañante posible en un futuro gobierno no es buena carta de presentación ante una buena parte del electorado andaluz al que aspira a seducir.
Publicidad
La última batalla por la destrucción de Ciudadanos se libró en Granada y tuvo, para los intereses del PP, el peor resultado posible. El partido naranja perdió el único ayuntamiento relevante que gobernaba, pero el sillón no lo ocupa ahora un alcalde popular, sino un socialista que consiguió reunir 15 apoyos. Un dirigente del PP andaluz se preguntaba en voz alta estos días si quienes habían abierto la caja de Pandora sabían contar. Algo así como lo que sucedió en Murcia, pero al revés.
El segundo elemento en el que la estrategia del dúo Casado-García Egea manifiesta su incompatibilidad con la de Juanma Moreno es el calendario electoral.
Moreno está empeñado en acabar la legislatura por varios motivos: cada día que pasa se consolida más, las inercias de casi cuatro décadas de poder socialista pierden fuerza y la posibilidad de acudir a las urnas en un panorama de recuperación económica es mayor.
Publicidad
Génova, sin embargo, quiere elecciones cuanto antes para que Andalucía se sume a Madrid en derrotas infligidas al PSOE de Sánchez y acabar de dibujar el retrato de un presidente en retirada que la remodelación del Gobierno de este fin de semana parece desmentir.
Los próximos meses encontrarán a García Egea y al operador contratado al efecto, Fran Hervías, persistiendo en su objetivo de socavar el pacto andaluz dinamitando los cimientos internos de Ciudadanos, para lo que se tendrán que sobreponer al disgusto granadino, y a Juanma Moreno poniendo a prueba su capacidad de resistencia a las presiones que le llegan desde Madrid para que subordine su estrategia de gobierno en Andalucía a la estrategia electoral de Casado.
Publicidad
La prueba de que el presidente nacional del PP no está por la labor de respetar al dirigente de su partido con mayor poder territorial está en el Ayuntamiento de Sevilla, donde los populares parecen empeñados en desaprovechar, por la beligerancia con la que afrontan sus diferencias internas, la ventana de oportunidad que se les puede abrir por el salto del alcalde, Juan Espadas, a la política autonómica.
Casado, a través de la presidenta provincial, la ahora casadista Virginia Pérez, quiere situar como candidato al actual alcalde de Tomares, José Luis Sanz. Para ello se había fraguado la salida del actual portavoz popular en el Ayuntamiento, Beltrán Pérez, quien tras haberse despedido y por indicación de la dirección regional, volvió sobre sus pasos. Las instrucciones son que, de momento, se quede.
Publicidad
Esta semana, a través de su cuenta de Twitter, Sanz llamó 'idiota' a su compañero de partido. Las excusas que ensayó después no hicieron más que agrandar la dimensión de semejante desatino. Dijo primero que le habían hackeado su cuenta en la red social para después justificarse en que son muchas las personas con acceso a la misma. Más allá de justificaciones inverosímiles, el incidente muestra cuál es el nivel del enfrentamiento interno y el escaso disimulo con el que se airean las diferencias.
No es que en el PSOE los ánimos estén mucho mejor. Juan Espadas y Susana Díaz han pactado la transición con una fórmula que fuerza los estatutos más allá de lo que marca la letra con el objetivo de acortar lo máximo posible la situación no deseada de bicefalia con un líder elegido en las urnas pero sin cargo orgánico y una secretaria general desautorizada por una mayoría de militantes. El problema no es orgánico; se concentra en saber cuál es el lugar que debe ocupar de ahora en más Susana Díaz.
Noticia Patrocinada
Esta semana, contra el deseo no expresado públicamente de la nueva dirección, la todavía presidenta del grupo parlamentario se presentó en la Cámara para asistir a la comparecencia del presidente de la Junta, con quien conversó e intercambió gestos de complicidad durante algunos minutos mientras la nueva portavoz permanecía en su escaño. La nube de fotógrafos que inmortalizó la escena no hizo más que poner de relieve que la presencia de Díaz en el Parlamento resulta incómoda para la nueva dirección, que por ello le ha buscado un puesto en el Senado al que la todavía secretaria general parece resistirse.
En su entorno lamentan que pese a haber puesto todas las facilidades para aceitar la transición se sigue transmitiendo la imagen de una salida a empujones. El nuevo PSOE parece no terminar de acertar con las formas.
Publicidad
Mañana, lunes, se celebra el Comité Director y puede haber definiciones. Mientras no resuelvan este problema será inevitable que se hable más del pasado por resolver que de las estrategias trazadas para intentar el difícil objetivo de volver a San Telmo.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.