El Parlamento de Andalucía parece ir camino de perder irreversiblemente su condición de remanso de paz frente a una política nacional cargada de crispación. Durante muchas legislaturas, la singularidad parlamentaria andaluza vivió una realidad que dio imágenes como un ataque colectivo de risa que se ... contagió desde la tribuna hacia el conjunto del hemiciclo o la de parlamentarios de todos los grupos cantando villancicos tras el último pleno del año, una costumbre que se ha perdido en los últimos años.
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Estas imágenes superaban la categoría de anécdota para proyectar la realidad de una cordial convivencia por encima de las lógicas y por lo general irreconciliables diferencias políticas. Aquel ambiente apenas se alteró cuando cambió el mapa político andaluz con la entrada de nuevos partidos, algunos con referencias ideológicas alejadas del centro, y tampoco tras el vuelco electoral que dio lugar al cambio de una mayoría por otra.
Sin embargo, aquella cortesía ya parece formar parte de un pasado irremediablemente perdido. Las imágenes de enfrentamiento que la mayor parte de las veces traslada el Congreso de los Diputados y que suponen un reflejo de la crispación política nacional han pasado a formar parte habitual también del Parlamento de Andalucía.
El último pleno, celebrado el miércoles y jueves de esta semana y tras el que los tres grupos de la izquierda presentaron una queja formal contra el presidente de la Cámara, Jesús Aguirre, es un buen ejemplo de ello.
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Hubo muchos momentos tensos, pero el más crispado tuvo lugar durante la comparecencia del consejero de Presidencia, Antonio Sanz, en relación con los sucesos de Barbate en el que dos guardiaciviles resultaron muertos tras ser embestidos por una narcolancha.
La queja contra Aguirre presentada por el PSOE, Por Andalucía y Adelante se refiere a un momento de ese pleno, cuando la diputada socialista Rocío Arrabal, tras acusar a dirigentes del PP de tener vínculos con el narcotráfico, fue interrumpida por las protestas de los parlamentarios de ese grupo y pidió amparo al presidente. Aguirre le dijo que «quien siembra vientos recoge tempestades», lo que causó que las protestas llegaran entonces desde los escaños socialistas.
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En la queja formal, la primera que por primera vez presentan varios grupos diferentes contra un presidente del Parlamento, se asegura que no es la primera vez que el presidente de la Cámara utiliza expresiones inapropiadas a la hora de dirigirse a los diputados excediéndose en el ejercicio de sus funciones. Los tres grupos de la izquierda desaprueban la gestión de Aguirre por lo que consideran falta de neutralidad, crítica a la que también se suma Vox, que entiende que al presidente le falta perfil institucional por recurrir abusivamente al uso de chascarrillos.
Para el portavoz de Adelante Andalucía, José Ignacio García, que considera que el Parlamento debe reflejar los conflictos sociales y que no percibe una especial crispación, el principal problema de Aguirre es su parcialidad. «Juega siempre de parte», asegura.
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Inmaculada Nieto, portavoz de Por Andalucía, sostiene que siempre ha habido debates broncos, pero en su opinión la novedad es que paradójicamente quien los tonos más broncos lo suelen protagonizar el Gobierno y el grupo que lo sustenta. En su opinión, al presidente de la Cámara se le van los debates de las manos aunque reconoce que en ocasiones los diputados no ayudan. «A veces no se lo podemos fácil», admite.
«La discrepancia es la esencia de la democracia», argumenta el propio Aguirre, que reconoce que quizás su actuación durante el incidente por el que ha recibido un queja no haya sido la mejor. «Dije una frase que posiblemente yo no tenga que decir», admite.
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El presidente recuerda que su función consiste en apaciguar los ánimos para que los debates transcurran lo más tranquilo que sea posible. «A veces lo consigo y otras veces, no», reconoce.
El presidente del Parlamento no considera que la Cámara haya entrado en una pendiente de intolerancia, y mucho menos en comparación con lo que sucede en el Senado o en la Congreso de Diputados, y atribuye la vehemencia que muchas veces se observa en los debates a la naturaleza de los temas que se abordan.
En el PP y en el PSOE sí entienden que el Parlamento ha entrado en una indeseable e inédita dinámica de confrontación, pero cada uno culpabiliza a su adversario por esta situación.
El portavoz del Grupo Popular, Toni Martín, advierte un deterioro en las formas del Parlamento y asegura que si analizan los incidentes del último pleno, todos fueron protagonizados por diputados del PSOE.
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Martín considera que esto forma parte de una nueva estrategia socialista, habida cuenta de que el partido no consigue remontar en las encuestas. «Les han dicho que tienen que hacer otra oposición», sostiene el portavoz alimentando la tesis de un PSOE de de Andalucía monitorizado desde Madrid. En su opinión, el último pleno ha supuesto un punto de inflexión en la estrategia de oposición socialista.
Para la portavoz del PSOE-A, Ángeles Férriz, la crispación es consecuencia de que es el Partido Popular el que ha adoptado una estrategia inspirada desde Madrid para poner su mayoría absoluta en la Cámara andaluza al servicio del desgaste de Pedro Sánchez y su gobierno. Esta utilización del Parlamento, en su opinión, deriva muchas veces en situaciones donde la educación brilla por su ausencia. «Nunca se ha vivido esto», asegura.
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