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JAVIER MORALES
GUADIX.
Martes, 6 de febrero 2018, 00:38
Pilar Cabrerizo, la mujer asesinada en Guadix, no había presentado denuncias contra su marido, asesino confeso, ni había pedido ayuda en los servicios municipales. Los vecinos no habían advertido problemas, incluso dicen que «se llevaban como niños, cogidos de la mano y dándose besos por ... la calle», según Eugenia, que vivía en la casa contigua a la de la pareja, en el barrio de la Estación de tren de Guadix. La mujer de 56 años fue a visitar a su madre en la tarde del sábado, como solía hacer cada día, y sus hijas ya no volvieron a saber de ella. En la mañana del domingo alertaron de su desaparición y, por la tarde, su marido acudió a la casa cuartel de la Guardia Civil y confesó haberla asesinado.
Quedó detenido como principal sospechoso del asesinato; también prestó declaración uno de sus hijos. Ambos tenían descendientes nacidos de relaciones anteriores: él tres y ella cuatro, según comentaron ayer varios vecinos. Llevaban casados poco tiempo, «menos de una década», señalaban los vecinos. El homicida confeso, de 73 años, regresó a casa ayer a mediodía, esposado y cubierto por la capucha de una chaqueta, para participar en una reconstrucción de los hechos. Supuestamente habría matado a Pilar golpeándola con un martillo en la propia vivienda y luego la habría enterrado en un paraje cercano, a un kilómetro. Así lo confesó a la Guardia Civil al acudir a la casa cuartel -a cinco minutos a pie del municipio- para denunciar la desaparición de su mujer. Tras varias contradicciones en su testimonio, acabó por autoinculparse. El detenido pasará hoy disposición judicial, informa Carlos Morán.
El vecindario de la Estación mostró ayer su asombro ante lo ocurrido. La avenida en la que residían Pilar y el autor confeso del crimen está situada junto al apeadero ferroviario del municipio. Por la mañana, pese a que los termómetros apenas superaban el grado, algunos de los residentes se asomaron curiosos a puertas y balcones. Primero, para contemplar el barullo de los medios de comunicación; a media mañana, por el trasiego de agentes y coches de la Guardia Civil frente a la vivienda precintada. Las cintas de la Guardia Civil tapaban dos puertas de acceso a la casa y el portón de entrada a una cochera ubicada en otra vivienda. Luego, una especie de 'toldo' colocado por los miembros de la Benemérita tapó por completo la visión del inmueble.
Los vecinos no tuvieron conocimiento del crimen hasta que ayer abrieron los periódicos.
Recuerdan a Pilar como una mujer amable, pero no participaba en las actividades organizadas por la asociación de vecinas -cuya sede está a apenas cien metros de la vivienda 'tomada' ayer por la Guardia Civil- porque «tenía nietos y siempre tenía muchas cosas que hacer», afirmaba María, la presidenta de la agrupación. «¿Cómo ibamos a sospechar de esto? Los veíamos muy felices cuando salían a misa o algo. Nos enteramos por la tele de que habian desaparecido, con estos días de nieve estábamos encerrados en las casas y no salíamos», concluyó consternada esta vecina.
Tímidos, entre la incredulidad y la rabia por lo sucedido, los vecinos de Guadix pedían justicia. Por la tarde, unas 300 personas acudieron a la concentración de repulsa enla plaza de las Palomas.
Tras guardar un minuto de silencio en memoria de Pilar Cabrerizo, su hermana Antonia intervino para agradecer las muestras de apoyo y considerar que su hermana no debería ser la primera víctima de la violencia machista en Andalucía «porque nunca debió haber una primera víctima».
La concentración contó también con la asistencia de una hija de Pilar, que vivió el momento entre escenas de dolor, informa Efe, y de representantes políticos e institucionales de la provincia, además de los alcaldes de la comarca y el obispo de Guadix.
La alcaldesa, Inmaculada Olea, dio lectura a una declaración institucional en la que hizo un llamamiento a unir las voluntades para erradicar este «terrorismo de estado». el Ayuntamiento, cuyas banderas ondean a media asta, decretó tres días oficiales de luto
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