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La espina dorsal de Andalucía se llama A-92, una infraestructura que hace tres décadas se erigió en germen de la vertebración de la región más poblada y la segunda más extensa del país marcando un antes y un después en las comunicaciones por ... carretera. Ahora, casi tres décadas después de que se estrenaran los primeros tramos de esta infraestructura de más de 500 kilómetros, la movilidad es un concepto mucho más amplio que va más allá del hecho, necesario también, de contar con una amplia y completa red viaria para moverse en coche. Ahora, el reto es ser sostenible, de ahí que precisamente la autovía A-92 también esté llamada a convertirse el primer corredor limpio que se pondrá en marcha en Andalucía con la implantación de una serie de puntos de recarga eléctrica de vehículos. Pero, sobre todo, pasa por potenciar el transporte público, favorecer los desplazamientos a pie, en bicicleta o patinete y, consecuentemente, reducir el uso del vehículo privado en las ciudades. Menos atascos y más aire limpio, como apuntan desde la Red Española de Ciudades por el Clima, donde abogan por un rediseño de las urbes para lograr una menor dependencia del coche y, a su vez, recuperar espacios para el peatón, especialmente en zonas de gran afluencia como centros históricos y comercios.
Con la apuesta por el coche eléctrico aún demasiado verde, la potenciación del transporte público se presenta como el gran reto en las áreas metropolitanas de Andalucía. Y para cumplirlo hacen falta inversiones que lo hagan más eficientes y lo suficientemente atractivos en tiempo, confort y accesibilidad para que el ciudadano decida dejar el coche en el garaje. A ello están contribuyendo los metros de Sevilla, Málaga y Granada, que cada año van ganando viajeros y en su conjunto suman 33 millones de usuarios anuales, y se espera que en el futuro hagan lo propio los tranvías de Jaén, la Bahía de Cádiz y Alcalá de Guadaíra (Sevilla), ahora paralizados.
33 millones de viajeros anuales transportan los tres metros urbanos que funcionan en Andalucía (Sevilla, Málaga y Granada).
Vehículo eléctrico. La implantación de los coches eléctricos aún es corta en Andalucía.
Bicicleta. El Plan Andaluz de la Bicicleta diseñado en 2013, que contemplaba la creación de más de mil kilómetros de vías ciclistas en las principales ciudades con el objetivo de que en 2020 el 10% de los desplazamientos se hicieran en bici ha acabado pinchando.
En este sentido, desde la Junta consideran que para fomentar el uso del transporte público colectivo es necesario avanzar en cuatro ejes: calidad del servicio (frecuencia, velocidad comercial,...), ampliar el radio de cobertura para llegar a las principales zonas de afluencia, mejorar la información al usuario y, por último y no menos importante, garantizar unas tarifas al usuario razonables.
Más y mejores infraestructuras para el bus y el metro, pero también para las bicicletas y los patinetes eléctricos. «El reto es que en la calzada podamos convivir tanto los vehículos privados como el transporte público, las bicicletas y los vehículos de movilidad personal», apunta el experto en la materia, Ángel Terrón. Para crecer en esta línea, una pieza fundamental es la conexión por carriles bici de los principales puntos de interés de las ciudades e incluso la creación de vías ciclistas interurbanas. Sobre este aspecto, cabe recordar que el Plan Andaluz de la Bicicleta diseñado en 2013 contemplaba la creación de 1.064 kilómetros de vías ciclistas urbanas e inteurbanas con el objetivo de que en 2020 el 10% de los desplazamientos se hicieran en bici. La realidad a día de hoy es bien distinta.
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