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Recién llegado de Dubái, donde asistió a la Cumbre del Clima y con la sequía en el primer lugar de sus preocupaciones, el presidente de la Junta explica en esta entrevista la situación que genera un problema que ya se asume como estructural
- ¿Por qué ha estado Andalucía Cumbre del Clima en Dubái?
- El cambio climático y sus efectos, como la sequía que sufrimos, se han convertido ya en el mayor desafío que debemos afrontar de cara a los próximos años, y a las próximas décadas diría yo. Andalucía es, además, uno de los territorios más vulnerables y ya lo estamos viendo en la situación de alerta por escasez de agua que sufrimos en buena parte de la comunidad. Por eso tiene todo el sentido que Andalucía esté presente en la COP, donde además este año se ha evidenciado el liderazgo que ejercemos en políticas medioambientales al ser la única comunidad autónoma con representación en esta cumbre.
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-¿Lo consideró una oportunidad?
-Una oportunidad mundial para volver a poner de relieve el necesario reconocimiento de la singularidad climática de Andalucía; también hemos reivindicado, de la mano del Comité de las Regiones europeo, el papel que deben desempeñar las regiones y ciudades en la lucha contra el cambio climático con mayores recursos técnicos y económicos. Pero también hemos aprovechado para reforzar el protagonismo de Andalucía en el desarrollo de nuevas fuentes de energía, como el hidrógeno verde o la gran apuesta que estamos haciendo por las renovables. Y el hecho de que la COP28 se haya celebrado en Dubái nos ha permitido además conocer de primera mano la tecnología y las soluciones de ingeniería que ha puesto en marcha esta ciudad para ser una de las que más recursos de agua dispone en mitad de un desierto, gracias a la desalación y a la eficiencia en el consumo. Aspectos que nos interesan mucho para poder aplicarlos en Andalucía y suplir la falta de lluvias.
-A nivel global la cumbre se ha cerrado con polémica.
-El balance es agridulce. La parte dulce es que por primera vez en la historia los propios países productores de petróleo reconocen que tenemos que ir a una transición hacia el fin de los combustibles fósiles. La parte negativa es que ese acuerdo no es vinculante y no compromete a nada. Ahí hay una cesión por parte de Europa, que una vez más ha asumido el liderazgo en esta materia y ha arrastrado a Estados Unidos.
-¿Cuál será la situación en 2024 si no hay lluvias?
- Cada vez van quedando menos ventanas de oportunidad para recibir esas ansiadas lluvias. Es verdad que las previsiones apuntaban a un otoño más húmedo de lo habitual, pero desgraciadamente esas previsiones no se han cumplido y los embalses siguen en un 20 por ciento de su capacidad, 30 puntos menos que la media de la última década. Si no lloviera más en este mes, nos queda la ventana de marzo y abril para recibir alguna precipitación. Pero si no tenemos esa primavera lluviosa, si no lloviera de aquí al verano, tendríamos problemas serios de abastecimiento en capitales de provincia y en municipios importantes, con el impacto para la población pero también económico en la agricultura, la industria y el turismo.
- La sequía parece avanzar con mayor rapidez que las soluciones que se pueden ejecutar desde las administraciones.
- Tenemos que asumir que la sequía ya se ha convertido en un problema estructural. Desgraciadamente, en Andalucía va a faltar agua y por esa razón debemos hacer todos los esfuerzos y utilizar todos los recursos que estén a nuestro alcance. El Gobierno andaluz va por el cuarto Decreto de Sequía, tenemos un plan SOS y un Sequía Plus; con todo ello hemos activado más de mil actuaciones en materia de agua, que van a suponer una inversión superior a los 4.000 millones de euros de aquí a 2027.
-¿Qué actuaciones son las más urgentes?
-Las más urgentes nos han llevado a plantear, si fuera necesario, disponer de barcos cisterna para abastecer al litoral de la Costa del Sol desde el puerto de Málaga, o contar con desaladoras y desalobradoras portátiles, así como la recuperación y activación de sondeos estratégicos en desuso para dar servicio a corto plazo a zonas tan afectadas como la Axarquía. Mientras tanto, seguimos trabajando para hacer realidad cuanto antes la desaladora de Vélez Málaga y estamos trabajando en actuaciones similares en Málaga y Marbella. Debemos hacer todo el esfuerzo posible, pero Andalucía necesita que el Gobierno de España entienda también la urgente necesidad de poner en marcha instalaciones de este tipo, que tardan entre tres y cinco años. Por eso he propuesto al Gobierno, que es la administración competente, plantear cuanto antes un cronograma de actuaciones concretas en materia de desalación para todo el litoral, desde Huelva hasta Almería.
- ¿Hay ya consecuencias irreversibles?
- Las consecuencias directas del cambio climático ya las estamos viendo en Andalucía, desde olas de calor hasta la ausencia de lluvia. Y eso afecta directamente a los cultivos, a la actividad industrial y, por tanto, al día a día de los andaluces. Más allá de las decenas de municipios que ya sufren restricciones o están en situación de alerta, la economía andaluza se va a ver resentida en el PIB por culpa de la sequía. En esta edición de la COP hemos presentado una herramienta, Mapa Clima, que permite comprobar los efectos climáticos de los cambios que estamos experimentando municipio a municipio. De esta forma, cualquier ciudadano que acceda a ella va a poder comprobar la evolución de la incidencia en su pueblo o ciudad de la crisis climática, y ver la proyección a lo largo de los años de esos cambios. Por ejemplo, un vecino de Algarrobo, de Ronda o de Antequera puede ver cómo ha afectado a su pueblo y cómo lo seguirá haciendo en el futuro. Creo que es muy importante que todos podamos ser conscientes de las consecuencias reales y tangibles de lo que estamos viviendo. La falta de agua ya no es algo coyuntural; la falta de lluvia no es algo que viene y se va, sino que con el cambio climático desgraciadamente es algo con lo que nos vamos a quedar. Una de las cosas que hemos hecho en Dubái es ir a aprender de países que son más secos que Andalucía y donde se han puesto en marcha soluciones para solventar la falta de agua estructural con grandes infraestructuras que han supuesto el fin definitivo de este problema para la población y para abastecer sus necesidades hídricas. Se trata de aprender de los problemas que ya sufren otras zonas del mundo, y de la manera en la que los han resuelto, como Israel, Dubái o California. Igual que en estos casos, queremos pensar a lo grande y llevar a cabo infraestructuras de gran calado que nos permitan suplir estos problemas a los que nos enfrentamos, por eso apelo a la necesidad de un gran Pacto por el Agua, y de crear una alianza entre administraciones para poner en marcha cuanto antes estas actuaciones. Porque ya vamos con retraso. De hecho, desde el Ejecutivo andaluz estamos en ese camino y esta misma semana firmábamos con la Diputación de Málaga una alianza hídrica para acometer obras estratégicas para combatir la actual sequía y las futuras que nos lleguen.
- La Axarquía clama por su propia desaladora, que es responsabilidad del Gobierno, pero los trámites avanzan muy lentamente y todavía faltan los trámites ambientales. ¿En qué medida se podrá acelerar su aprobación y construcción? ¿Cree que los largos trámites ambientales pueden suponer un lastre para la economía de la principal región productora de subtropicales?
-Cuando llegó el anuncio del Gobierno de España de asumir su competencia con la construcción de una desaladora en la Axarquía, desde Andalucía se vio conveniente firmar un protocolo de colaboración para crear una mesa de trabajo técnica que nos va a permitir estar vigilantes de que no se pierdan los más de 100 millones de euros que se han puesto en la mesa de fondos Next Generation para este proyecto. De otra parte, en Andalucía de forma independiente continúa, como no podía ser de otra forma, el proceso administrativo de concesión de aguas desaladas para el impulso del proyecto privado. Ya han salido a exposición pública los dos proyectos de desalación que podrían optar a hacerse con la concesión.
Futuro
Junta-Gobierno
-La desaladora es una solución más a largo plazo, pero el problema es urgente
-Desde luego, la desaladora es una solución permanente al problema de agua que sufre la Axarquía, pero a años vista. Mientras tanto, si la situación en La Viñuela no se recupera, estamos poniendo en marcha otras actuaciones de emergencia, como la captación en los niveles más bajos del embalse, una desalobradora portátil o los 22 hectómetros cúbicos que aportan ya los tratamientos terciarios y de aguas regeneradas. Hemos hecho de la provincia de Málaga y La Axarquía el epicentro de las inversiones hídricas de nuestro gobierno con más de 300 millones movilizados en infraestructuras que están siendo estratégicas como la interconexión, el bombeo de La Rosaleda, ya en servicio, o el bombeo de Rojas actualmente en ejecución. Todas ellas no permiten llevar agua de una zona a otra y, por ende, que todas las medidas acordadas beneficien a toda la provincia de Málaga. Es vital que destaquemos las obras de ampliación que este gobierno, sin ser competente, está realizando en la desaladora de Marbella, ya que vendrá a beneficiar a toda la provincia con las interconexiones puestas en marcha.
- ¿Cuánto tardarán las desaladoras portátiles de la Axarquía y Marbella para ponerse en marcha? ¿Veremos estas infraestructuras en toda la costa andaluza?
-Las desaladoras portátiles tienen la ventaja de que, al ser instalaciones temporales, están diseñadas para ser ubicadas junto a conexiones de la red que permitan abastecer a un número limitado de usuarios, pero en un plazo más reducido de tiempo. Son módulos prefabricados que pueden desalar la cantidad equivalente al consumo de un municipio de 50.000 habitantes aproximadamente, pero estar operativas en menos de un año frente a los cinco años que necesitaría una desaladora mayor. Este tipo de instalaciones, incluso las permanentes de mayor envergadura, cuentan con la limitación de que pueden abastecer de agua únicamente a una distancia de hasta 50 kilómetros costa adentro. Van a ser útiles en un litoral como el de la Costa del Sol, con una gran demanda tanto del sector agrícola como turístico. La idea es que a largo plazo podamos afrontar la construcción y puesta en marcha de desaladoras estables y permanentes para desterrar la dependencia de los recursos hídricos de embalses y suministrar agua potable procedente del mar a lo largo de los casi 800 kilómetros de la costa andaluza, como solución definitiva.
- Usted lleva tiempo pidiendo un gran pacto sobre el agua. ¿Lo ve posible en el actual clima político? ¿El pacto firmado en relación a Doñana puede suponer un buen precedente?
- Es que es un problema que no afecta solo a Andalucía… por eso reivindico que todo lo relacionado con el agua debe considerarse como una política de Estado, que no es, ni más ni menos, que sacarlo del enfrentamiento partidista, y elevarlo como una prioridad para el futuro de todos los territorios. Algunos, como Andalucía, somos más vulnerables por nuestra situación geográfica básicamente, pero ya estamos viendo cómo en otras comunidades sufren también la falta de lluvias o temperaturas inusuales. En el trasfondo está la necesidad de lograr una gran alianza entre las administraciones que tenemos competencia en los temas de agua y lograr ese gran pacto que permita, entre otras cosas, priorizar las obras y las actuaciones que sean necesarias para garantizar el abastecimiento a la ciudadanía, pero también a la industria, el campo o el turismo. En ese llamamiento a la política de altura siempre va a estar Andalucía; y creo que el acuerdo alcanzado por Doñana demuestra que esa siempre ha sido la posición del Gobierno que presido: la búsqueda permanente de la solución a los problemas a través del diálogo y el acuerdo.
-¿Pero ve posible el acuerdo?
-Hay dos comunidades que lo estamos pasando francamente mal, que son Cataluña y Andalucía. Creo que desgraciadamente el clima político de mucho ruido y confrontación, donde no prevalecen los intereses generales, no acompañan. Veo muy difícil que una comunidad coopere con otra en materia de agua porque no es la prioridad que tiene el Gobierno de Sánchez en este momento y porque no veo a un independentista haciendo solidaridad en materia de agua.
- El Gobierno de España es el titular de la Confederación del Guadalquivir, con competencias sobre el 67% del territorio andaluz. La Junta lleva tiempo lamentando que no se ejecutan las obras pendientes. ¿Ha podido hablar de esto con la vicepresidenta Teresa Ribera cuando se reunió con ella en Doñana?
-Por ese reparto de competencias sobre las cuencas que afectan a Andalucía, el Gobierno andaluz y el Gobierno de España estamos condenados a entendernos, porque debe ser así además. Creo que debemos dejar a un lado las políticas partidistas o de castigo a los territorios, porque las administraciones estamos para dar solución a los problemas y no para generarlos. La Consejería ha salido en auxilio del Ministerio y ha asumido la ejecución de 76 obras hidráulicas que se habían considerado de Interés General del Estado, pero estaban sin acometer. . Gracias al acuerdo por Doñana, con todo el trabajo conjunto que se ha hecho en la negociación entre los técnicos de la Junta y los del Ministerio, a niveles intermedios, y también gracias a la disposición de la vicepresidenta, se ha abierto una fluida línea de diálogo con el Ministerio de Transición Ecológica que espero y confío en que se traduzca en una mayor receptividad a la hora de afrontar las actuaciones que sean necesarias en Andalucía.
Singuralidad climática
Prioridad
- ¿Cree posible que la Unión Europea acceda a reconocer la singularidad hídrica de Andalucía o que el Gobierno de España respaldará este reclamo?
- Lo que es indiscutible es que Andalucía sufre ya las consecuencias de esta crisis climática. Esta misma semana hemos visto cómo Málaga ha pulverizado los registros para un mes de diciembre con 29 grados de temperatura. Y es sólo un ejemplo más. Es una realidad que no pasa desapercibida para las autoridades comunitarias, porque entre otras cosas lo hemos trasladado así en las distintas instancias en las que Andalucía está representada en Bruselas, como el Comité de las Regiones. Esta región además da de comer a 500 millones de europeos, así que la sensibilidad hacia los efectos que padecemos no es una opción, sino una necesidad acuciante. A eso se suma que el reconocimiento de la singularidad territorial ya existe a nivel europeo, como el que tiene Canarias por su insularidad y situación geográfica. Así que existen precedentes perfectamente aplicables, en este caso por singularidad climática. Básicamente, en lo que consiste este reconocimiento es en que el destino de una parte de los recursos europeos tenga una aplicación directa en materia de agua, de adaptación climática y de protección frente a los efectos del cambio climático en un territorio concreto, en este caso Andalucía. Estoy convencido de que es una demanda razonable y razonada por la realidad de una emergencia que ya está dejado sus efectos y que lo hará durante los próximos años con mayor crudeza si cabe. Anticiparnos y actuar para paliarlos es lo que intentamos hacer desde Andalucía.
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