La inclusión necesita un paso más. Dice la RAE que Inclusión es «Pertenecer o ser parte de algo. A veces, este término también se refiere ... a crear un entorno que promueva el sentido de pertenencia de una persona o grupo, de manera que se sienta apoyada, respetada y valorada». Afortunadamente cada vez son más 'peques' con discapacidad que son invitados a participar en las actividades escolares, deportivas y celebraciones familiares entre los amiguitos de la clase. También existen más colectivos y centros que trabajan para la formación de ellos cuando son adultos que les permiten conocer diferentes opciones de incluirse en el mercado laboral. Y ya hay empresas de diferentes sectores las que los han contratado dando visibilidad a las capacidades que tienen todos ellos.
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Pero cuando dedicas mucho de tu tiempo a intentar dar oportunidades laborales a personas con discapacidad desde un Centro Especial de Empleo y ofrecerles un ocio diferente al que tenían hasta ahora como dándoles la oportunidad de viajar con sus amigos a otros países, visitar parques de atracciones o realizar actividades como el surf, te das cuenta que falta un paso más de la sociedad para que la inclusión sea real y dejen de ser 'los chicos de las fotos'.
Los super-currantes son treinta personas con discapacidad intelectual, que reciben una formación como camareros de servicio en sala y catering de los cuales ya hay varios profesionales. Hace solo unos meses los contrataron para dar un servicio a personas mayores que venían a pasar una jornada de convivencia en un municipio de Málaga. Como siempre, los chicos que fueron a trabajar estaban mentalizados de lo que debían hacer y preparados profesionalmente para ello. La actividad se retrasó y el mal tiempo obligó a la organización a cambiar la ubicación para dar el servicio, ocasionando una demora en el comienzo del trabajo de los super-currantes.
Los responsables de la actividad viendo que quedaba menos tiempo para la finalización de la actividad empezaron a coger platos de la barra y a repartirlos ellos creyendo que hacían un favor a los trabajadores. Uno de los camareros dejó su trabajo y se fue a llorar tras la puerta, otros dos lamentaban que personas que no eran de su equipo hicieran su trabajo, los demás no se rindieron y corrían para poner más platos 'que los otros'. Por un momento sentimos que todo nuestro trabajo se desvalorizaba y tuve que pedir a la psicóloga del proyecto, allí presente, que por favor cogiera al equipo y lo dirigiera para ayudarles a afrontar la nueva situación sobrevenida y que no entendían.
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Los responsables de la actividad habían 'tirado por alto' el trabajo realizado cuidadosamente por los profesionales, para ayudar a estos trabajadores, a que diesen el mejor servicio como lo hacen cada vez que trabajan en un evento. Pero imagínense ustedes que contratan un catering y de pronto seis personas se levantan y empiezan a repartir comida haciendo el trabajo de los camareros: ¿lo permitiría la empresa? ¿Se levantarían si fuesen camareros sin discapacidad? ¿Lo hicieron por pena? ¿Respetaron y valoraron a los camareros contratados?
Los super currantes estaban frustrados. Se sintieron 'amenazados' por el entorno. Javi, una persona Down con capacidades tan asombrosas que te hacen divertidas y apasionadas las horas que estás junto a él, miraba de un lado a otro y repetía «Lo estamos haciendo bien, que se sienten»; creo que fue el único que entendió a su manera que lo hacían porque tenían prisas. Y ahí comprendimos que teníamos que hablar con los responsables y pedirles que debieran mostrar respeto a los camareros contratados dejándolos hacer su trabajo. No sólo valía que los hubiesen llamado para trabajar si luego no eran capaces de adaptarse al magnifico y genuino servicio que ofrecen. Porque los super-currantes no son los que tienen que adaptarse a los tiempos de esta sociedad sino la sociedad se tiene que adaptar a sus tiempos y entonces sí habrá una inclusión real y dejarán de ser 'los chicos de la foto'.
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Vivimos tan deprisa que no somos conscientes de lo que tenemos a nuestro alrededor. No valoramos ni disfrutamos de las capacidades genuinas que tienen muchas personas con discapacidad y que tanto pueden aportar a una sociedad atrapada en la inmediatez, avanzando sin detenerse a pensar que usan el tiempo solo en función de la prisa y no de la experiencia.
La inclusión tiene que dejar de ser un ideal. Como sociedad tenemos la responsabilidad de dar un paso más promoviendo la accesibilidad, las oportunidades equitativas y cambiando nuestra mentalidad para valorar la diversidad. No basta con aceptar, debemos actuar para eliminar las barreras y construir de verdad un mundo en el que todas las personas, sin excepción, puedan participar plenamente. Solo así la vida será justa e inclusiva para todos.
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