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El congreso del PP de julio de 2018 que encumbró a Pablo Casado como líder del partido tras vencer a Soraya Sáenz de Santamaría dejó heridas internas que en estos casi tres años no han terminado de cicatrizar y ahora se reabren con las maniobras ... del presidente de los populares para intentar controlar las nuevas direcciones provinciales. Unos movimientos donde se ha puesto en el punto de mira a los 'sorayistas' y que en los últimos días ha generado un conflicto entre la dirección nacional y la andaluza con epicentro en provincias como Málaga y Sevilla. Una pugna que sólo es la punta del iceberg ya que las relaciones también son tensas entre Génova y la cúpula del partido en comunidades como Castilla y León, Valencia o Cantabria, sin olvidar la división interna vivida en Asturias, el posible enfrentamiento en Madrid o el papel prácticamente irrelevante del partido a nivel político en el País Vasco y Cataluña. A ello se une un Vox al alza y que, a tenor de las encuestas, parece que aún no ha alcanzado su techo.
En Andalucía, tras el veto anunciado por la dirección nacional a que Patricia Navarro compatibilice los cargos de delegada de la Junta en Málaga con el de secretaria general del partido como pretende el recién reelegido presidente provincial, Elías Bendodo, el foco está ahora en Sevilla con dos contrincantes en liza: la actual presidenta provincial, Virginia Pérez, respaldada por Casado y con 1.328 avales validados, y el alcalde de Carmona, Juan Ávila, la apuesta de la dirección andaluza que lidera Juanma Moreno, con 271 avales.
En las últimas horas se intentó evitar la división del PP sevillano con la búsqueda de una tercera vía con un candidato de consenso y, según informó Europa Press, la dirección andaluza habría recibido la propuesta de la nacional de que fuera el actual alcalde de Tomares y senador, José Luis Sanz. Se da la circunstancia de que Sanz fue el secretario general del PP-A durante la presidencia de Juan Ignacio Zoido y su nombre sonó como posible rival de Moreno por la presidencia del PP de Andalucía en 2014. Por ello, la propuesta de Sanz (al que se sitúa en el entorno de Virginia Pérez) fue interpretada por algunas fuentes más como un desafío que como un gesto de buena voluntad para encontrar una solución.
Otra de las comunidades donde el PP gobierna con el apoyo de Ciudadanos es Castilla y León. En el congreso nacional de 2018 el presidente de la región, Alfonso Fernández Mañueco, apoyó a Soraya Sáenz de Santamaría. Ahora, la dirección nacional pretende que sus afines controlen las ejecutivas provinciales y se prevé tensión en varias provincias, especialmente en Salamanca, lugar de origen de Fernández Mañueco.'
La Comunidad Valenciana fue durante años un feudo del PP, un partido que ahora intenta reconstruirse en esa región tras haber perdido el poder y con la imagen dañada por los casos de corrupción. La actual presidenta del partido, Isabel Bonig, que en su día apoyó a Sáenz de Santamaría, ha anunciado su intención de volver a presentarse al cargo. Paralelamente, en los populares valencianos emerge la figura del presidente del partido en Alicante y de la Diputación alicantina, Carlos Mazón, quien no se ha pronunciado sobre su intención de presentar candidatura pero que en los últimos tiempos ha aumentado su protagonismo en la región y es visto como la alternativa que auspiciaría la dirección de Génova. Mazón es amigo del secretario general del PP nacional, Teodoro García Egea.
En Cantabria, la dirección nacional impuso a la atleta Ruth Beitia como candidata a las últimas elecciones autonómicas en detrimento de la presidenta regional del partido, María José Sáenz de Buruaga, que había apoyado a Sáenz de Santamaría. Beitia se retiró pocos días después dejando una tensión latente entre Madrid y Santander. En la vecina Asturias, la cúpula nacional ya buscó un retiro en el Senado a Mercedes Fernández para situar como presidenta del partido a una afín como Teresa Mallada. Mientras que en Galicia, Alberto Núñez Feijóo hace valer su mayoría absoluta para frenar las posibles injerencias de Madrid. En el País Vasco, Casado apostó como candidato a lehendakari por Carlos Iturgáiz en detrimento del sorayista Alfonso Alonso, que dejó la política.
En Murcia, de donde es oriundo García Egea, la situación es de total sintonía con la dirección nacional, al igual que sucede en Madrid. Sin embargo, en esta última región, según fuentes consultadas, se pueden producir tensiones cuando se convoque el congreso. Actualmente el partido lo dirige una gestora encabezada por Pío García Escudero y cuando llegue el cónclave se barajan los nombres de Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez Almeida como posibles aspirantes a liderar el PP madrileño. Aunque ambos tienen sintonía con Casado, las fuentes apuntan a que la apuesta de la cúpula nacional sería el alcalde de Madrid ya que a la presidenta de la Comunidad se le ve «como un verso cada vez más suelto».
Estos movimientos de la cúpula nacional han provocado extrañeza entre los populares porque, según fuentes consultadas, consideran que es «pegarse un tiro» en el pie, máxime cuando se abren batallas para «imponer» a sus afines en comunidades donde gobiernan en coalición y tienen un importante peso en número de votos como Andalucía, principalmente, o Castilla y León. En su estructura, el PP es partido muy vertical, pero, en el caso andaluz «se es disciplinado pero no se le va a decir a sí a todo», añadieron las fuentes. Unas maniobras que para las fuentes sólo encuentran explicación en una estrategia de «supervivencia» política cara al futuro congreso nacional y la posibilidad de que algún aspirante mida sus fuerzas con Casado.
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