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Jueves, 12 de abril 2018, 12:25
Ana Julia Quezada, la asesina confesa del pequeño Gabriel Cruz, ha enviado a Ana Rosa Quintana una carta de dos folios escrita de su puño y letra en la que ofrece su versión de lo ocurrido el pasado 27 de febrero. Quezada ... reitera en la misiva que la muerte de Gabriel fue accidental y pide perdón a la familia por el daño causado.
«Lo primero, estoy impactada por todas las mentiras que se han dicho de mí. ¿Mi versión de los hechos? Fue un accidente y siempre lo diré porque es la verdad», asegura Ana Julia, que se escuda en el miedo para justificar su modo de actuar durante los 12 días de búsqueda. «Me asusté mucho, el miedo te bloquea y actué así», escribe para referirse después a Ángel, el padre de Gabriel: «No fui lo suficientemente fuerte como para decirle a mi pareja, a nadie, lo que había pasado y, poco a poco, me fui metiendo en una bola cada vez más grande».
Tras unas líneas en las que vuelve a pedir perdón a los padres del pequeño, Ángel y Patricia, la asesina confesa se mete de lleno en denunciar el trato recibido desde su detención, según ella, por «racismo y xenofobia». «Soy negra, cometí un delito sin querer, lo único que pido es que se me juzgue y se me trate como se me tiene que tratar en mi situación». En la carta, se refiere también a las imágenes en las que se ve a un grupo de personas quemando una figura de ella durante unas fiestas en una localidad sevillana. Ana Julia dice: «No soy más monstruo que esas personas y lo hice por un accidente. Ellos lo hacían queriendo, son más monstruo que yo».
Llega incluso a denunciar el supuesto trato recibido en los calabozos: «La familia de Ángel (en referencia al padre de Gabriel) es Guardia Civil, con esto os puedo decir cómo me trataron. A mí me han tratado muy mal ciertas personas en el calabozo y en más sitios».
Nada, sin embargo, en referencia a los archivos encontrados en su ordenador, ni a las búsquedas que realizó en internet sobre las plantas más venenosas del mundo.
Ana Julia Quezada, que asegura que se encuentra con antidepresivos y pastillas para comer y dormir, parece tener asumido que será condenada: «sé que pasaré el resto de mi vida aquí» y también apunta a que no será la única declaración pública que llevará a cabo: «Tengo mucho que contar y en cuanto pueda lo contaré. Os seguiré escribiendo en cuanto pueda».
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