Juanma Moreno con la bandera andaluza en los jardines del Palacio de San Telmo, sede de la Presidencia de la Junta. Julio Muñoz. Efe

El año de Juanma Moreno

En el primer aniversario como presidente de Andalucía, se erige como contrapeso moderado de los barones del PP al nuevo Gobierno de PSOE y Podemos

Domingo, 12 de enero 2020, 01:25

Este próximo día 16, jueves, se cumple un año de la investidura de Juanma Moreno (PP) como presidente de la Junta de Andalucía, cuya jura del cargo tuvo lugar dos días después. Coincide este aniversario, además de con el primer viaje de Moreno a ... Portugal, con los ecos de la investidura de Pedro Sánchez (PSOE) y la formación con Unidas Podemos del primer gobierno de coalición en España. El PP proyecta que las comunidades donde gobierna se conviertan en contrapeso de las políticas del Ejecutivo «socialcomunista», según lo definen, pero Moreno prefiere añadirle otro matiz a ese contrapeso, el de «moderado» e «inteligente», y con otra bandera además de la de la unidad de España, la andaluza.

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Envuelto en esta y en el espíritu del 28-F que situó a Andalucía en protagonista del desarrollo del modelo territorial en la transición, Moreno encarrila su segundo año al frente de la comunidad más poblada de España con el viento a favor. Los resultados económicos en Andalucía le acompañan, hay cohesión y estabilidad en su gobierno, cuyos miembros, incluido el vicepresidente de Cs, Juan Marín, le tienen en gran estima por su carácter «accesible y dialogante», lo que ha elevado su figura por encima de la de todos con gran naturalidad.

Es visto por ello como uno de los 'barones' del PP de mayor peso. Eso le acarrea un foco extra que no entraba en sus cálculos, el de ariete contra el Gobierno de Sánchez-Iglesias. Quizás porque tiene como antecedente a una presidenta de gran proyección como Susana Díaz a la que la ambición de dar el salto a Madrid y estar en candelero en la capital del reino le quemó las alas –Él mismo ha repetido con insistencia que su ambición política se colma con la Presidencia de la Junta andaluza, su «sueño» desde que era dirigente de Nuevas Generaciones–; Pero también porque su proyecto político es para ocho años al menos y debe centrar la Presidencia de la Junta más que en hacer oposición a Sánchez, en la gestión para ganar las próximas elecciones autonómicas. No es un presidente ganador de elecciones, como tampoco lo fue Sánchez al acceder a la Moncloa con la moción de censura a Rajoy.

Hay otros paralelismos en los presidentes de España y Andalucía. Sin la tensión convulsa del nacido con la investidura de Pedro Sánchez con el apoyo de los independentistas, la llegada de Moreno a San Telmo también supuso un vuelco de gran «trascendencia», como él mismo recogió en su discurso de investidura. Se sabía protagonista de la primera alternancia en la Junta en sus cuatro décadas de historia y con él por primera vez la derecha llegaba al poder autonómico en Andalucía, en un pacto de coalición, al igual que Sánchez con Podemos, con un partido competidor en su segmento electoral, Ciudadanos.

La polémica también acompañó a Moreno, por ser el primero en dar llave de gobernabilidad al recién llegado Vox, partido en la ultraderecha por sus postulados sobre inmigración, ante la violencia machista y contra el estado autonómico, entre otros. Las coaliciones de gobierno de Sánchez y Moreno no cuentan con mayoría parlamentaria, dependiendo por ello de aliados controvertidos para aprobar, por ejemplo, los presupuestos.

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El bipartito PP-Cs de Andalucía puede convertirse en contrapunto de las políticas del Gobierno central, como la coalición PSOE-IU quiso ser en 2012 el «laboratorio de izquierdas» del sur de Europa frente al «tsunami azul» del PP, que llegó a gobernar aquel año en Moncloa y en la mayoría de las comunidades autónomas, incluidos tradicionales feudos socialistas como Extremadura y Castilla-La Mancha.

Palo y zanahoria

Pero como los ejecutivos de Susana Díaz comprendieron después con los rigores de la crisis y los recortes impuestos por Europa, la confrontación con Madrid y la política de agravios pura y dura es más difícil de mantener que en los tiempos antes del euro y las leyes de estabilidad presupuestaria. Se impone ahora también la estrategia del palo y la zanahoria y términos como «lealtad institucional» y «diálogo» cohabitan con las críticas a un Gobierno que se apoya en quienes «quieren romper España». Para Moreno, el «puzle» de partidos periféricos con los que debe contar Sánchez, le dan autoridad para ese doble perfil con el que quiere consolidarse como aspirante a seguir al timón de Andalucía: Un hombre de mano tendida, pero también «firme» en la defensa de una Andalucía «que no quiere ser más que nadie, pero tampoco menos». Para su entorno, el nuevo Gobierno de España da una oportunidad a Moreno a «mostrarse con un perfil de un presidente que defiende su tierra frente a terceros». Una fórmula vieja, pero que siempre ha funcionado.

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El futuro político de Moreno va a depender de cómo resuelva ese doble papel, el que le exigen los andaluces de mejorar sus servicios, para lo que necesita la connivencia del Gobierno central para poder financiarlos; y el que le encomienda su partido de replicarle sus políticas de izquierdas con otras neoliberales. Moreno y su ejecutivo proyecta reformas liberales en Andalucía, pero sin prisas, sin «fuegos de artificio» y con «una gestión realista» y «un modelo verosímil», según las fuentes consultadas.

Quizás por eso la anunciada rebaja de impuestos se ha quedado en el Presupuesto de 2020 en menos jugosa de lo prometido, con un impacto en las cuentas de 30 millones de euros, menos de los 50 que supuso el decreto con el que estrenó su mandato y anunció a bombo y platillo en el primer Consejo de Gobierno en Antequera. Moreno no parece tener intención de jugar con la misma camiseta de 'hooligan' que la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, con un gobierno de coalición PP-Cs como el suyo y con Vox como aliado parlamentario necesario. Aunque Ayuso también ha tenido que frenar la bajada «masiva» de impuestos anunciada en campaña, su discurso difiere del de Moreno, que prefiere mantenerse fiel a una impronta de político moderado, afable y de centro. «Ser lo que es él», según una colaboradora. Se ve más cercano a Alberto Núñez Feijóo, con quien puede coincidir en la estrategia de oposición y colaboración a la vez con el Gobierno central.

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Moreno intentará manejar la encrucijada con «igual inteligencia» con la que ha driblado a Vox, con «sutileza» en las concesiones, la ayuda del consejero de Presidencia, Elías Bendodo, como interlocutor, y a Marín como aliado convencido. En esta táctica de ceder y contrarrestar ha funcionado el reparto de papeles cohesionado de los dos partidos del ejecutivo, pese a los roces y fallos de los primeros meses. Desde Cs reconocen el cuidado de Moreno para que los de este partido, sobre todo Marín, no se sientan desplazados. «No es de los que buscan que todo gire a su alrededor, suele dar sitio y escuchar, es humilde y conciliador», dicen. «Cuenta mucho la buena relación personal que hay entre los consejeros», aseguran desde el PP.

Concesiones a Vox y réplicas

Esta sintonía ha funcionado en la compleja relación con Vox. Así la concesión a este de términos como el del teléfono de violencia intrafamiliar, la supresión de ayudas a organizaciones consideradas afines a la izquierda, una coordinadora de política sexual declaradamente antiabortista, las auditorías externas con el fin de suprimir empresas públicas, una asignatura de caza en las escuelas, el respaldo a proposiciones sobre conciertos privados en la sanidad o más dinero para seguridad en los centros de menores inmigrantes, ha sido asumida sin fricciones por los socios, que también han procurado su anulación ante la opinión pública con otras medidas. Sirvan de ejemplo las campañas en defensa de las mujeres víctimas de violencia de género o contra los tópicos sobre los inmigrantes; o la dotación de 1.300 millones de euros más para sanidad y la convocatoria de más de seis mil plazas en la enseñanza pública.

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Hay otros ejemplos en la llamada administración paralela. En la renovación de los órganos de gobierno de la Radio y Televisión de Andalucía (RTVA) y el Consejo Audiovisual, Moreno logró el consenso de todos los partidos, desde Vox a Adelante, pasando por el imprescindible del PSOE, que consiguió el compromiso de que no haya despidos. Con ello se hizo creíble su promesa de hacer del diálogo «la savia nueva de la política en Andalucía, sin complejos, sin prejuicios y sin cordones sanitarios», como dijo en su discurso de investidura.

La reactivación de la agencia IDEA, denostada y paralizada por verse inmersa en varios casos de corrupción de la etapa socialista, es otra réplica a lo previsto en los acuerdos con Vox. La agencia ha adquirido un ritmo trepidante en la gestión de nuevos programas e incentivos a las empresas, desatascando convocatorias y devolviendo ilusión a sus empleados gracias al ánimo que también les transmite el consejero de Economía, Rogelio Velasco, de la cuota de Cs. Extenda, que lleva Bendodo (PP), ha modificado sus estatutos para promover colaboración con el ICEX del Ministerio de Industria, como deseaba Vox, pero ha mantenido la línea de trabajo diseñada por los gobiernos socialistas e incluso potenciándola, como se verá esta semana en la visita a Lisboa.

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Exportaciones

El crecimiento de las exportaciones, además del de las inversiones extranjeras –un 61% frente al mismo porcentaje de caída en España–, junto al de la economía en su conjunto, por encima de la media española y europea, y un aumento del empleo tímido pero constante, son datos positivos que han acompañado el primer año del Gobierno PP-Cs que lidera Moreno.Índices que avalan los mensajes de territorio estable en lo político que busca transmitir el presidente andaluz, pero que no contentan del todo a los agentes sociales, que señalan fallos gordos en sanidad y educación por no atender las demandas de los profesionales como había prometido. Moreno ha tenido que admitir que la relación con los sindicatos mayoritarios CCOO y UGT no puede ser distinta a la de anteriores gobiernos de la Junta si quiere la paz social, que como sostiene el presidente de la CEA, Javier González de Lara, es la que también atrae inversores. Ha rectificado con gran agradecimiento de las lideresas sindicales, Carmen Castilla y Nuria López. Admiten no estar de acuerdo en sus políticas o la falta de respuestas a las peticiones, pero sí confiesan estar encantadas con el talante del presidente. «Sabe escuchar», dicen.

Moreno ha sorteado su primer año con nota, como revelará la segunda encuesta que haga pública la Junta en los próximos días. En su núcleo de confianza aguardan a que este 2020 sea también el año de Juanma Moreno.

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