Juanma Moreno, el pasado martes con Núñez Feijóo en la Junta Directiva Nacional del PP . efe

Juanma Moreno centra la estrategia del Partido Popular

El 19-J recuerda que las victorias se consiguen en el centro y acaba con el mantra de que las mayorías absolutas son imposibles

Domingo, 26 de junio 2022

Habrá un antes y un después para el Partido Popular en su empeño de lograr el objetivo de llevar a Alberto Núñez Feijóo a La Moncloa. El punto de inflexión es el 19 de junio. Concretamente, el 19 de junio a las diez y media ... de la noche, cuando se tomó conciencia de que la mayoría absoluta de Juanma Moreno en Andalucía que había adelantado la encuesta de GAD3 y que se consolidaba a medida que avanzaba el recuento era ya irreversible.

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El pasado martes, cuando todavía no habían pasado 48 horas desde su arrolladora victoria, Juanma Moreno fue recibido en Madrid con una prolongada ovación a su llegada a la Junta Directiva Nacional del PP. No sólo acababa de ganar en un territorio tradicionalmente adverso para su partido y de convertirse en el dirigente popular con más poder institucional. También había señalado a su partido el camino para recuperar todo lo perdido en los últimos años, cuando la aparición primero de Ciudadanos y después de Vox, le corroyó su masa electoral hasta dejarla en mínimos históricos. Por ese motivo, el presidente andaluz es mucho más que el hombre de moda en la política española. Su aportación al equipo de Núñez Feijóo apunta a ser decisiva para las próximas convocatorias electorales.

Hasta las elecciones andaluzas, los objetivos electorales del Partido Popular se podían situar en dos escenarios diferentes. Uno, 'hacer un Ayuso', parecía ser lo máximo a lo que se podía aspirar; el otro, 'hacer un Mañueco', estaba apenas a un peldaño de distancia del fracaso. El primero suponía conseguir una victoria tan amplia sobre las posibles coaliciones de izquierdas que forzara a Vox a dejar gobernar al PP sin pedir a cambio grandes contraprestaciones, tal y como sucedió en la Comunidad de Madrid. El segundo consistía en ganar las elecciones, ser la candidatura más votada y pactar a regañadientes con el partido de Abascal para conservar o acceder al poder, el modelo de Castilla y León.

Neutralizado Ciudadanos pero con Vox en franco ascenso, en ambos casos el desafío electoral al que los populares se enfrentaban era frenar la hemorragia de votos que se escapaban por el flanco derecho atraídos por un discurso emocional. Frente a eso, el antídoto, no siempre eficaz, era lanzar mensajes en la misma dirección, con lo que ambos discursos se acababan mimetizando. La fórmula le funcionó extraordinariamente bien a Díaz Ayuso y bastante mal a Fernández Mañueco. En el PP no parecían dar con una estrategia alternativa.

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Ese panorama ha cambiado radicalmente con las elecciones andaluzas. Desde el pasado 19 de junio, no sólo los dirigentes del PP que el próximo mayo afrontarán elecciones municipales y autonómicas, sino también el propio Alberto Núñez Feijóo, que aspira a conseguir la Presidencia del Gobierno tan pronto como Pedro Sánchez apriete por voluntad propia o empujado por las circunstancias el botón electoral, saben que pueden marcarse un nuevo objetivo mucho más ambicioso: no hacer un Ayuso o un Mañueco, sino hacer un Juanma.

No sólo el propio Moreno, sino prácticamente todos los responsables políticos, cualquiera fuera su adscripción partidaria, llegaron hace tiempo a la conclusión de que las mayorias absolutas, con alguna excepción circunscrita a alguna comunidad en concreto -la Galicia de Núñez Feijóo-, eran un escenario perteneciente al pasado. Ese mantra, junto al que parecía indicar que para frenar a Vox había que parecerse a Vox, ha pasado al desván de los trastos en desuso.

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Aunque el PP ya había dado un paso en ese sentido al apartar a Pablo Casado para situar en su lugar al hasta entonces presidente gallego, el resultado de las elecciones andaluzas ha supuesto el ejemplo vivo de que la estrategia de mirar al centro no sólo es más adecuada para frenar la sangría que llevó al PP a su resultado más pobre en unas elecciones generales. También permite aspirar a un objetivo tan ambicioso que ya se consideraba parte de otros tiempos políticos. Con el triunfo del pasado domingo, Juanma Moreno ha interpelado al conjunto de su partido. ¿Si se ha conseguido en un territorio tradicionalmente tan inhóspito como Andalucía, por qué no tener la misma ambición para el conjunto de España?

Desde la aparición en el escenario político nacional primero de Podemos y, posteriormente, de Vox, gran parte del debate político en España se sumergió en lo que se conoce como batalla cultural, a la que el resto de partidos fueron arrastrados y en el que se pusieron en cuestión primero los consensos alcanzados durante la Transición y después, con el surgimiento del partido de Abascal, otros más recientes pero igual de importantes -en el ámbito del combate a la violencia de género, de los derechos del colectivo LGTBI o de la defensa del medio ambiente- que permiten caracterizar a la sociedad española como una de las más avanzadas del planeta.

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Acuerdos sociales

En un comienzo, los grandes partidos no parecieron entender que tenían poco que ganar reabriendo un debate en torno a acuerdos sociales ya alcanzados que no hacía otra cosa que ensanchar el espacio electoral de los extremos y reducirse el del centro.

Juanma Moreno estaba convencido de que el poder alcanzado hace tres años, en el apogeo de ese escenario que posiblemente va camino de acabarse, sólo podía consolidarse desde el centro. Por ese motivo afrontó las elecciones andaluzas con un objetivo muy claro: dirigirse a la zona templada del electorado y para ello abandonó deliberadamente los debates enmarcados en una batalla cultural que no le atrae, con la que no se identifica y en la que además sabe que tiene poco que ganar. La gran aportación que hizo a su partido fue demostrar que es volviendo a esas esencias de un PP popular, por utilizar la definición a la que él mismo recurrió en su intervención ante la ejecutiva nacional de su partido, es como se pueden alcanzar los resultados que hasta hace bien poco parecían una quimera.

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Por ese motivo, desde el primer momento su discurso, no sólo electoral sino también previo, durante su gestión de gobierno, ha estado dirigido en dos sentidos: la defensa de los servicios públicos esenciales y la economía como prioridad absoluta. Con el segundo, incidió en la idea de que el centroderecha es mejor gestor que la izquierda y que, concretamente, el Partido Popular cura cuando llega al gobierno los males económicos heredados de las administraciones socialistas. No hay nada nuevo en esa idea, pero sí en la que se refiere a la sanidad, la educación y la protección social. Poniendo todo el acento en esas cuestiones, Moreno arrebató a los socialistas sus banderas fundamentales.

Triangulación

Quedarse con los símbolos del adversario para dejarlo desarmado, lo que en ciencia política se conoce como estrategia de la triangulación, no es algo nuevo ni original, pero en el plan de Juanma Moreno funcionó a la perfección. Hizo lo mismo al asumir para su partido la identidad de un andalucismo moderado justo en el momento en el que el PSOE de Andalucía optaba por una liturgia donde el color rojo comenzaba a predominar sobre el blanco y verde, como se comprobó en su congreso del año pasado en Torremolinos. Cuando ya en campaña electoral los socialistas quisieron retomar como fundamental su identidad más pegada al territorio, el PP ya había inundado sus actos de banderas andaluzas. Una por cada asiento, sin excepción. Vox se lo reprochó públicamente, lo que no hizo otra cosa que actuar como altavoz en una comunidad que pese a no ser nacionalista enarbola con orgullo sus símbolos identitarios.

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En este giro que pone el orgullo andaluz en primer plano, una reivindicación a la que Moreno alude cada vez que se refiere a las potencialidades económicas del territorio, cuenta con la complicidad de Núñez Feijóo, posiblemente el primer presidente en la historia del PP que no exhibe complejo alguno a la hora de la reivindicación de la pluralidad de España y de sus identidades diversas.

La otra gran aportación de Juanma Moreno al discurso del Partido Popular está más relacionada con las formas que con el contenido. Su victoria con intervenciones alejadas de la batalla cultural, a la que Ayuso es tan afecta, reconociendo errores propios y virtudes ajenas y advirtiendo de que todas las maneras de pensar son respetables y necesarias no sólo tuvo la virtud de ensanchar su propia base electoral, sino que también desmovilizó al electorado ajeno. El propio presidente lo explicó este viernes ante la Junta Directiva Autonómica de su partido: «Las cosas -dijo- se consiguen más con miel que con hiel».

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