87.597 km² de Paz

Este carácter inclusivo la ha convertido en un referente en legislación, educación y avances sociales en la lucha por los derechos LGTBIQ+ en España y en el mundo.

Aquí, la visibilidad queer y la libertad han moldeado la identidad tanto de locales como de quienes llegan, fusionándose con una tradición y cultura únicas. Esto ha dado lugar a una narrativa diversa y de consenso, donde los márgenes se transforman en arte y el arte en una herramienta del pueblo.

No es casualidad que Andalucía fuese una de las primeras CCAA que legislase los derechos LGTBIQ+, con especial atención a la garantía de derechos trans. Tampoco es coincidencia que aquí ocurrieran algunas de las primeras redadas a espacios de la comunidad diversa, como los que iluminaron el Torremolinos de los años 70, contribuyendo al inicio del movimiento LGTBIQ+ en España. Andalucía ha sido cuna de grandes artistas que hicieron de la transgresión una forma de vida, como Lorca, Espaliú u Ocaña, quienes, a través de su arte y activismo, desafiaron las normas de su tiempo. Su legado universal sigue recordándonos que el verdadero avance social comienza en la calle, en la vida cotidiana, en el orgullo de ser y en el apoyo colectivo.

Sin embargo, Andalucía también es testigo del 'sexilio' de personas disidentes de la norma de género, obligadas a migrar desde pueblos o pequeñas ciudades en busca de seguridad y oportunidades. La comunidad LGTBIQ+ sigue enfrentándose a una mayor vulnerabilidad ante el desempleo, las dificultades de acceso a la vivienda y las barreras que afectan a las personas migradas del colectivo. Además, la gentrificación impulsada por un turismo descontrolado agrava estas desigualdades, dificultando el día a día y la calidad de vida de un colectivo que aún enfrenta numerosos obstáculos para ser y desarrollarse plenamente en nuestra sociedad.

Y, a pesar de esta esencia diversa e inclusiva, el auge de los discursos de odio y el rechazo a la diversidad sexual —una realidad inherente al ser humano— generan todavía miedo e inseguridad en muchas de las personas LGTBIQ+, tanto jóvenes como mayores, limitando nuestro derecho a existir libremente. Esto se evidencia en el creciente número de delitos de odio en los últimos años.

En Apoyo Positivo diariamente recogemos las necesidades de la comunidad LGTBIQ+ en nuestros recursos y centros comunitarios CASA. Somos testigos de todas estas realidades y de la dificultad que todavía arrastra la diversidad para ser reconocida como lo que realmente es: una herramienta de cambio con un inmenso potencial transformador que permite sociedades más igualitarias, justas y sin barreras.

Encontramos los mayores cuellos de botella en el día a día, en los colegios en los que algunos padres y madres sacan a la mitad del alumnado cuando se va a hablar de diversidad en clase; en las agresiones y burlas diarias del bullying, que lacera la salud física y mental de nuestros menores; en las personas trans o intersex, que transitan no solo su identidad, sino un calvario de servicios y protocolos que vulneran sus derechos; en la dificultad de acceder a una atención de salud sexual adecuada, debido a la discriminación y al desconocimiento sobre el Hecho Sexual Humano y los avances médicos que podrían frenar epidemias como el VIH y las ITS; en la mayor frecuencia de problemas de salud emocional derivados de la LGTBIQfobia, esa violencia que sufrimos desde la infancia por ser diferentes.

Este 2025 hemos tenido la suerte de ser nominados a los Premios Goya en Granada por nuestro cortometraje documental 'CIAO BAMBINA', en el que mi amigo Rafa habla de su transición. Una transición acompañada por su familia elegida y no elegida, que le ha permitido encontrar, como dice el corto, su propio metro cuadrado de Paz.

Andalucía tiene la capacidad de generar 87.579 km2 de Paz, un espacio seguro donde encontrar sentido a la diversidad.

Es momento de que la diversidad no solo se legisle, sino que se traduzca en realidades cotidianas y colectivas. La legislación debe llegar a las calles, a los espacios donde la vida sucede, 'de los márgenes al arte', para modificar protocolos y tradiciones normativas que aún actúan como barreras invisibles. Celebrar la diversidad no es solo una cuestión de derechos, sino una oportunidad para fortalecer nuestra sociedad en todos sus ámbitos.

El futuro de Andalucía debe construirse desde una revolución educativa, que garantice espacios seguros para las nuevas generaciones y fomente una cultura de respeto y tolerancia.

Reconocer la diversidad sexual como un hecho natural del ser humano permitirá transformar la manera en que concebimos la salud, asegurando mejores procesos de acceso y atención, con una mirada inclusiva que ponga en el centro los buenos tratos y el liderazgo de los recursos comunitarios; de las personas. Proteger los derechos LGTBIQ+ no solo beneficia al colectivo, sino que eleva la calidad del sistema para toda la población.

El sector privado, especialmente a raíz de la reciente Ley Trans y LGTBI estatal, no puede quedar al margen de la diversidad. Apostar por espacios laborales inclusivos fortalece la sociedad y hace a las organizaciones más robustas y mejores gestoras del talento.

Andalucía tiene el potencial de ser vanguardia en la construcción de un modelo social donde la diversidad sea su mayor activo. Es hora de que la inclusión LGTBIQ+ deje de ser un discurso, un espacio de conflicto político, y se convierta en consenso, en una realidad tangible, cotidiana y celebrada.

Como Ocaña, pintemos de colores las calles, la educación, la salud y la vida, porque la diversidad, lejos de ser un problema, es la mayor expresión de la riqueza humana.