Javier González de Lara (Málaga, 1963), fue reelegido esta semana por aclamación de la Asamblea de la Confederación de Empresarios de Andalucía para un tercer mandato al frente de la organización, que preside desde 2014. Valora que haya conseguido confeccionar una candidatura de unidad respaldada ... por 265 avales, que representan un 72,5 por ciento de la organización.
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-¿Como valora lo hecho hasta ahora?
-Lo que hemos intentado es convertir a la CEA en una organización de referencia, con más de 180.000 afiliados y más de 750 asociaciones. Obviamente que tenemos que ira a una asociación más sólida, más transparente, más participativa y más vertebrada territorialmente. Creo que se ha avanzado muchísimo.
-El universo empresarial es variopinto y a veces con actores de intereses contrapuestos. Parece difícil poder representar a todos al mismo tiempo.
-Es muy heterogéneo y además tiene una enorme disparidad de dimensión, de infraestructura. El gran mérito que tenemos las organizaciones empresariales es conciliar los intereses de empresas que compiten entre sí. Eso es un esfuerzo importante. Creo que hemos tenido la habilidad de saber conciliar los intereses comunes y apelar al sentido común y a la responsabilidad y encontrar el punto de equilibrio. Cuando ha habido intereses contrapuestos siempre todos han tenido una enorme generosidad. No soy amigo de la diferenciación por tamaño. Todos nos necesitamos.
-Éste va a ser su tercer periodo al frente de la CEA. El primero estuvo marcado por la salida de la crisis financiera; el segundo, por la pandemia, y éste comienza con una guerra.
-Nos han tocado tiempos muy difíciles. Los últimos años han sido complejos y se han superado obstáculos de todo tipo. Además de los que ha nombrado, también los efectos del Brexit y, sin solución de continuidad, la invasión de Ucrania con sus graves consecuencias humanitarias, en primer lugar, y posteriormente las económicas y sociales. Lo que hemos aprendido es que lo más inesperado puede estar siempre acechando. Hay que buscar la adaptación y gestionar la incertidumbre.
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-¿Qué sectores se van a ver más afectados con la guerra?
-La invasión de Ucrania es una amenaza para toda Europa y va a tener consecuencias imprevisibles. No son tiempos de titubeos ni de dudas. El problema es que partimos del impacto de la pandemia, una profunda herida en la que perdimos el 5 por ciento de empresas en Andalucía, cerca de 20.000, de las que aún quedan por recuperar unas cuatro mil. Todo eso tiene un reflejo en el mercado laboral y en el panorama financiero complejo que se nos avecina. Estamos viendo con mucha preocupación las tensiones inflacionistas por los precios elevadísimos de las materias primas y de los combustibles. Y no olvidemos que pronto viene la devolución de los créditos ICO, el incremento de los costes laborales, que han crecido un diez por ciento en los últimos tres años. No ha habido tiempo de recuperarse, es la tormenta perfecta.
-¿En qué medida la sequía es una amenaza también a la recuperación económica?
-Sin duda es un jinete más del apocalipsis que está ahí, agazapada como si no quisiéramos verla. Nos puede traer muchos dolores de cabeza porque tiene un efecto directísimo en la productividad de la empresa andaluza. Es un problema muy serio. Tenemos que seguir insistiendo en la necesidad de una política hidrológica nacional, más seria, de la que adolecemos. Cada comunidad ha defendido su territorio y no ha habido una posición global. Nosotros también le hemos pedido al Gobierno andaluz, un plan especial hidrológico que se podría impulsar con los fondos europeos. No estamos hablando de lo que necesite coyunturalmente Andalucía para salir de esta crisis, sino para siempre. Hemos inventariado más de 100 pequeñas infraestructuras necesarias para reciclaje y para evitar pérdidas de agua, lo que sería economía circular. Optimizaríamos muchísima agua que perdemos y no reutilizamos. Ese es el gran debate para los próximos años y le damos una importancia fundamental.
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-¿Se ha trasladado esta inquietud al Gobierno andaluz?
-Dentro de la mesa que se constituyó en San Telmo tenemos la intención de avanzar en este ámbito. Hay inversiones que se podrían proponer al Gobierno central o que podría afrontar la Junta con fondos europeos. Si sumamos todos los fondos europeos de recuperación y los del nuevo marco podemos estar hablando de 18 o 22 mil millones de euros para Andalucía. Es una oportunidad que hay que aprovechar. Tenemos la obligación entre todos de dinamizar la gestión de los fondos y de identificar los espacios en los que se pueden aprovechar.
-Menciona la necesidad de un PERTE hidrológico. ¿Hace falta también uno energético?
-Hay un PERTE de economía circular que el Gobierno tiene que impulsar obligatoriamente. Habría que impulsarlo cuanto antes. El hidrológico es el que no está, por eso lo reivindico.
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-De los fondos se habla mucho ¿Cuánto se concreta?
-Claro, es que ése es el problema. Ahora mismo no hay concreción específica y los fondos no están llegando a las empresas con la celeridad necesaria. Y además necesitamos una mejor gestión administrativa. Tenemos que tener muy claro cuál es la hoja de ruta en la gestión de los fondos europeos y hoy por hoy hay una enorme preocupación. Estamos aún en la fase inicial. Nosotros no queremos gestionar los fondos, porque eso le corresponde a la administración, pero queremos ser útiles. Para eso hay un vehículo interesantísimo, que es diálogo social.
-¿A quién le cabe el reproche, al Gobierno central o al andaluz?
-Yo creo que más que un reproche es una llamada de atención y de alarma. Las administraciones están exhaustas por la gestión de la pandemia durante dos años. Hay que comprender que ahora más que nunca se necesita la colaboración público-privada. Hace falta que España, con una política común, impulse los fondos europeos sin partidismos y sin tacticismos electorales. No vemos que haya una comunicación directa entre las administraciones.
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-Usted lleva ocho años al frente de la CEA. Ha asistido desde la primera fila al cambio político. ¿Qué cree que ha cambiado en estos años?
-Ha cambiado Andalucía, no sólo por el cambio político. Andalucía empieza a creer en sí misma, quizás ahí los empresarios tengamos algo de culpa. No se puede atribuir méritos a un gobierno o a otro. El actual lleva tres años, el primero para enterarse y situarse y los otros dos para gestionar una pandemia. En el tiempo que lleva, está intentando crear un marco de confianza que nos interesa. Los empresarios transmitimos nuestro mensaje de que haya una simplificación administrativa, una mejor regulación, que para que la economía funcione hay que estar cerca del mundo empresarial. Y el Gobierno ha adoptado algunas medidas que han sido positivas.
-La Junta le da mucha importancia a la rebaja fiscal.
-Los empresarios siempre queremos que haya una menor presión fiscal, porque estamos muy por encima de la media europea y eso nos quita competitividad. Cuando se habla de las reformas estructurales, la amenaza siempre es subir y nunca se toca el punto determinante, que es la economía sumergida. Hay que incrementar las bases imponibles. Si se incrementa la presión fiscal, va a haber menos gente que pague. Hay que jugar con equilibrio y consenso.
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-¿Cómo ve la competencia fiscal que empieza a haber entre distintas comunidades?
-Con preocupación. Al final empiezan a competir los territorios entre sí no por sus cualidades a la hora de implantar empresas para generar actividad económica y no debería ser así. Tendría que haber unas pautas comunes para que no ocurriera eso. Es el Estado el que debe garantizar la homogeneización de una fiscalidad global. Si por pactos de gobierno se cede a nacionalistas vascos o catalanes la gestión de tributos, luego no se puede dar marcha atrás y empezamos a ver ciudadanos con tratos fiscales discriminatorios. Hay temas que no se deben tocar.
-¿Cómo valora que Andalucía encabece el ránking de creación de autónomos?
-Es un tema digno de análisis y daría para mucho. Puede haber una migración de trabajadores que han pasado a tener que trabajar de manera autónoma, pero también es digno de valorar que las cosas estén cambiando. El virus ha actuado como acelerador de procesos y eso está relacionado con la digitalización, la transición ecológica... El mercado de trabajo es muy dinámico y hay desajustes entre la demanda de las empresas y los perfiles formativos. Se está produciendo una enorme transformación del mercado de trabajo. Eso es fruto de la globalización y de todos estos fenómenos que estamos viviendo. Hay una vocación emprendedora mayor y un ecosistema de emprendedores que hace unas décadas era impensable.
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-La política andaluza viene marcada desde que Vox rompió su alianza parlamentaria con el Gobierno por la incertidumbre. La posibilidad de un adelanto electoral lleva meses sobre la mesa. ¿Cómo ve esta situación?
-Yo siempre insistiré en una idea: creemos en la estabilidad y queremos que los gobiernos acaben su legislatura. Una cosa es la estrategia política y otra el tacticismo. Si todos entran en adelantar porque les conviene en un momento porque tienen sondeos que les benefician, nos estamos engañando y estamos generando una enorme desconfianza en los ciudadanos. El tacticismo no lleva a ninguna parte y creo que hay pruebas de lo que estoy diciendo. Nosotros siempre hemos impulsado una buena comunicación con todos aquellos que quieren crear un clima de estabilidad. El que desea generar un clima de inestabilidad, al mundo de la empresa no le interesa. El color político nos da igual, queremos gobiernos estables y sólidos, que sean capaces de afrontar el futuro con decisión, que no estén radicalizados y que busquen puntos de negociación y equilibrio. Nosotros estamos siempre pidiendo pactos de Estado con las pensiones, con el tema hidrológico, con la educación, pero es muy difícil en este país, que tiene uno más 17 sistemas democráticos. Estamos en permanente estado electoral y por eso es muy complejo llegar a acuerdos porque siempre hay interés en un territorio donde un partido va a tener que competir con otra fuerza politica a la que no puede aproximarse, aunque pueda estar de acuerdo. Tenemos que revisar todo esto. Comprendo a la clase política, que cuando no tiene las elecciones en Castilla, tiene las de Andalucía, después se mete en las municipales, después las generales. ¿Entonces cuándo afrontamos los temas serios? Por eso hacen falta hombres y mujeres de Estado que tengan altura de miras y antepongan los intereses de Estado.
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-Y eso sumado a que antes había dos grandes partidos y ahora hay cuatro o cinco. ¿Echa de menos la situación anterior?
-No. Yo echo de menos la estabilidad. Se puede tener estabilidad con muchos partidos si todos actúan con responsabilidad. Hay quien se cree que puede ser más relevante generando inestabilidad y creo que al final los ciudadanos van a valorar que desbloquees, no que bloquees. Es la ausencia de pactos de Estado lo que hace que el ciudadano pierda la confianza.
-La reforma laboral ha llegado tras un acuerdo entre patronal y sindicatos y después ese consenso no se trasladó al nivel político.
-Ha sido un buen acuerdo. Quizás no el mejor, pero sí el que se podía suscribir con todas las partes. Aquí nadie ha ganado. Se suele escuchar al que hace más ruido y no al que está de acuerdo.
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-¿Por qué no fue posible el acuerdo político? ¿Por el tacticismo del que me hablaba antes?
-Posiblemente. Lo desconozco. No soy quién para juzgarlo, pero ya estábamos metidos en la campaña de Castilla y León. Tenemos que reflexionar. Podría haber salido con una una mayoría holgada, se hubiera entendido. El legislativo es soberano, pero también tiene que ser sensible a lo que los agentes sociales deciden. Cuando llegamos a un acuerdo creo que lo ponemos más fácil.
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