La izquierda afronta su enésima reconstrucción
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La traumática salida de Errejón abre una nueva etapa en la que las organizaciones políticas andaluzas reclaman mayor protagonismoNo es en absoluto habitual encontrar en el diverso espacio de la izquierda alternativa a portavoces que recurran a las frases que invariablemente se leen en los libros de autoayuda. En el multicolor mundo que habita lo que habitualmente se identifica como todo lo que ... está a la izquierda del PSOE, no se lee a Paulo Coelho y se confía más en la formación ideológica que en los manuales de coaching. Sin embargo, en ese espacio parece haberse llegado a una conclusión con la que suelen encabezarse los más triviales cursos de autoayuda: en toda crisis hay una oportunidad.
El enorme trauma que ha supuesto el caso Errejón y la fulminante salida del portavoz parlamentario de Sumar de la vida pública –con el grave motivo que ha propiciado su desaparición del panorama político y que afecta de lleno a uno de los principales emblemas de la izquierda-, ha dado lugar a que no falte la interpretación de que este episodio ha venido a desencadenar un proceso necesario para sacar a ese espacio del bloqueo que sufre desde hace tiempo y que se aprecia recurrentemente en las previsiones demoscópicas.
Es más, algunas voces de la coalición señalan que el asunto que laminó al hasta hace unos días portavoz de Sumar en el Congreso no ha sido lo más relevante para un proceso de necesaria reconstrucción que ya estaba en marcha.
Esta semana, el coordinador general de Izquierda Unida, Antonio Maíllo, planteó un posible cambio de siglas para las próximas citas electorales y el abandono de la marca Sumar dentro del proceso que inevitablemente debe seguir a la marcha de una figura de la trascendencia de Errejón.
La propuesta del líder de IU, que aún no generó respuestas en portavoces del resto de las fuerzas de la izquierda, tiene una carga de profundidad que va mucho más allá de un mero cambio de nombre en un espacio político que si por algo se ha caracterizado en los últimos tiempos es precisamente por el poco apego a sus marcas.
Últimamente la izquierda ha recurrido prácticamente a tantos nombres como citas electorales a las que ha acudido. Unidad Popular, Unidos Podemos, Unidas Podemos, Sumar, Adelante Andalucía, Por Andalucía y las diversas siglas utilizadas en las elecciones municipales son una buena muestra de que si se estuviera solamente ante un posible cambio de nombre no habría prácticamente novedad.
De lo que se trata, según coinciden en varias de las fuerzas que conviven en este espacio político, es que la salida de Errejón supone el punto final del ciclo que dio en llamarse 'nueva política' y que se abrió con el 15-M y la fulgurante y efímera irrupción de Podemos en el primer plano de la política nacional.
Esa etapa, marcada por hiperliderazgos, ausencia de organizaciones políticas fuertes y lucha mediática por ganar el relato de cada día, según la caracterización que se hace desde Izquierda Unida, ha llegado a su fin y se impone otra manera de hacer política si es que se aspira a que el espacio político de la izquierda alternativa no caiga en la irrelevancia.
A esas tres características, según una valoración que también comparten otras de las tendencias políticas integradas actualmente en Sumar, se sumó una cuarta que ahora se aspira a revertir: el escaso peso que Andalucía ha tenido tanto en el proyecto original de Podemos como en la iniciativa encabezada por Yolanda Díaz. Aún se recuerda el acto celebrado por la ahora vicepresidenta del Gobierno en Valencia en noviembre de 2021, convertido en el germen de Sumar, en el que convocó a líderes femeninas de diversos puntos de España y en el que la ausencia andaluza fue notoria.
Esta decisión de ignorar la relevancia política de la comunidad autónoma más poblada de España volvió a confirmarse al inicio de la presente legislatura, en la que el reclamo de que se concediera a Andalucía una de las portavocías adjuntas de Sumar en el Congreso de los Diputados se ignoró en beneficio de otros territorios como Aragón o Valencia.
Pero la reconstrucción no pasa solamente por una cuestión territorial. En Andalucía, donde Izquierda Unida es la formación de mayor relevancia, conviven diferentes sensibilidades y organizaciones dentro y fuera de Sumar.
El lunes de la semana anterior, apenas unos días antes de que estallara el 'caso Errejón', se inauguró en Sevilla el primer local que el movimiento Sumar abría en Andalucía. Llamó la atención que en al acto -en el que estaba prevista la presencia del propio dirigente que horas después sería fulminado y que a última hora se excusó alegando motivos de salud-, no acudió ningún representante ni de IU ni de ninguna de las otras organizaciones que forman parte de la coalición, salvo los provenientes de Más País.
Y es que la marca Sumar y su logotipo representan al mismo tiempo dos cosas. Por un lado, es el nombre con el que la coalición de izquierdas encabezada por Yolanda Díaz acudió a las elecciones generales de 2023 en la que participaron IU, Más País y otras fuerzas además de Podemos, que añadió su propio emblema en las papeletas y posteriormente se desgajó del grupo parlamentario. Pero el llamado movimiento Sumar, con la misma simbología, es asimismo el nombre de la organización política también encabezada por Yolanda Díaz que hegemoniza la coalición, pero al que no pertenecen ni IU ni el resto de las organizaciones.
En resumen, la coalición Sumar y el movimiento Sumar no son la misma cosa. El galimatías resulta complejo incluso para los más iniciados y por ello la propuesta de Maíllo de cambiar el nombre no es en absoluto trivial. Muchas veces lo que se decide en el movimiento Sumar se acaba imponiendo en la coalición Sumar sin que el resto de las fuerzas puedan hacer pesar su posición. La falta de un espacio de debate y decisión es una de las cuestiones que se aspira a cambiar.
Pero no se trata solamente de nombres y de organización. Hay también diferencias de estrategia y discurso político. Por un lado, la clásica de Izquierda Unida está enfocada primordialmente en sus militantes y simpatizantes y en el electorado tradicional de la izquierda; por el otro, la que los dirigentes provenientes de Más País, ahora integrados en el movimiento Sumar, aspiran a recuperar del espíritu inicial de Podemos, dirigido a un espacio supuestamente más amplio, menos ideologizado y no necesariamente identificado con los valores y la simbología tradicionales de la izquierda española.
A todo ello se suman las difíciles relaciones con Podemos, apartado de Sumar y con una estrategia propia, pero a la que todas las fuerzas de la coalición consideran necesario atraer porque entienden que acudir separados a una próxima cita electoral supondría para todos un camino directo a la irrelevancia política.
Estas tres fuerzas –Izquierda Unida, Más País y Podemos- conviven en el grupo de Por Andalucía en el Parlamento autonómico y tras un comienzo de legislatura convulso han alcanzado en los últimos meses un razonable funcionamiento más o menos apacible que permite contemplar el horizonte de una nueva alianza electoral como un escenario difícil pero realizable.
En Podemos, sin embargo, conviven también posiciones diferentes: la de quienes apuestan por la unidad y la de los partidarios de privilegiar marca y perfil propios.
Para hacer más complejo aún el panorama, y más difícil en términos electorales, Adelante Andalucía, también identificado como una fuerza de la izquierda alternativa, lleva adelante una estrategia autónoma e identificada con el andalucismo político que descarta cualquier acercamiento a las fuerzas de implantación estatal. Una dificultad que ensombrece aún más el panorama político de la izquierda.
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