El intento de la dirección nacional del Partido Popular de ganar influencia en Andalucía, donde Juanma Moreno ejerce una autoridad incontestable desde la atalaya de la presidencia de la Junta, ha provocado una seria crisis interna en la agrupación provincial de Sevilla, abocada ... tradicionalmente a duros conflictos internos y convertida en los últimos días en un polvorín.
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El próximo 27 de marzo, el PP sevillano celebrará un congreso extraordinario para renovar sus órganos de dirección y habrá dos listas. Este martes se ha sabido que la encabezada por la actual presidenta, Virginia Pérez, y que cuenta el aval del presidente nacional de la formación, Pablo Casado, y de su secretario general, Teodoro García Egea, tendrá rival. El alcalde de Carmona, Juan Ávila, presentará su propia candidatura. Ávila cuenta con el respaldo de la dirección regional, que intenta poner coto a la injerencia de Madrid.
El PP es una formación de estructura piramidal que tradicionalmente ha celebrado sus congresos en cascada; primero el nacional, a continuación los regionales, los provinciales y por último los locales. Ese era el esquema que imperaba hace justo siete años (ayer fue el aniversario), cuando Juanma Moreno Bonilla fue elegido presidente del PP andaluz, culminando el traumático proceso que siguió al abandono de Javier Arenas tras su fracaso electoral de 2012 y al interinato del exalcalde de Sevilla Juan Ignacio Zoido.
Moreno Bonilla llegó a la presidencia regional de su partido en un congreso en el que no tuvo oposición. Quien se presentaba como su posible oponente, el alcalde de la localidad sevillana de Tomares, José Luis Sanz, decidió bajarse de la carrera después de que el entonces presidente del Gobierno y del Partido Popular, Mariano Rajoy, diera su bendición a Moreno.
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Ahora la situación es bien distinta. Juanma Moreno, que gobierna la comunidad autónoma más poblada de España, es el dirigente popular con más poder institucional en el PP. Por el contrario, el líder nacional ha encadenado dos derrotas electorales con los peores resultados históricos. Conseguir direcciones afines en los territorios, y singularmente en Andalucia, se ha convertido para Casado en una cuestión de supervivencia. La estrategia diseñada por García Egea consiste en invertir el orden tradicional de congresos en cascada, celebrar en primer lugar los congresos provinciales, arañar de esa manera poder territorial y horadar la autoridad de los líderes regionales.
A diferencia de otras organizaciones provinciales, como la de Málaga, el Partido Popular de Sevilla atesora una larga tradición de enfrentamientos internos, con episodios de elecciones suspendidas por falta de garantías y hasta de peleas físicas. Su actual presidenta, Virginia Pérez, ganó en 2017 el congreso provincial tras una pugna interna con Juan Bueno después de hacerse con el apoyo de Juanma Moreno. Hoy la situación es bien distinta. Pérez, que en la línea de la mayor parte del PP andaluz apoyó en su día la candidatura de Soraya Sáenz de Santamaría en el proceso que acabó ganando Pablo Casado, se ha convertido al casadismo.
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Para el PP de Sevilla, recuperar la Alcaldía de la capital, ahora en manos del socialista Juan Espadas, es un objetivo primordial. No existe un único criterio de cómo intentarlo. Pérez se inclina por presentar a José Luis Sanz, el alcalde de Tomares que en su día se imaginó sucediendo a Arenas; desde la dirección regional se empieza a pensar en la consejera de Cultura, Patricia del Pozo, si es que al final se decide no insistir con el portavoz municipal, Beltrán Pérez.
Las diferencias entre la dirección nacional y la andaluza se tradujeron en las últimas semanas en criterios diferentes sobre la convocatoria de los congresos provinciales. García Egea era partidario de acelerarlos; la dirección andaluza, de retrasarlos hasta que una evolución favorable de la pandemia permitiera celebrarlos de manera presencial. Se impuso el criterio de Génova.
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En Sevilla, además, la dirección regional, sabiendo que Virginia Pérez no despertaba consensos, era de la opinión de que el congreso se retrasara para intentar llegar a una fórmula de compromiso que evitara la confrontación interna. Con el respaldo de Génova, Pérez desafió a la dirección regional y convocó el congreso.
Si en sus cálculos entraba no dar tiempo a sus críticos y que su lista fuese la única, estos han fallado. Desde ayer sabe que tiene contrincante. Respaldado, además, desde el Palacio de San Telmo.
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