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Huelva es la provincia andaluza que históricamente más sufre la tragedia de los incendios forestales, acaparando los siniestros más graves y de mayor extensión. El último fuego registrado en Almonaster la Real es el ejemplo más reciente, el más importante del año con 17.000 ... hectáreas de perímetro afectadas y cuya superficie calcinada está todavía por precisar, aunque la previsión es que pueda superar las 12.000.
En la estadística histórica autonómica desde que existen registros la provincia onubense es, de largo, las más afectada en dimensiones por la principal amenaza del patrimonio forestal andaluz. Desde la catástrofe del incendio de Riotinto en 2004, el más grave de la historia en la comunidad con 34.000 hectáreas quemadas y dos víctimas mortales, en Huelva han ardido más de 60.000 hectáreas. Pero después de más de tres lustros los siniestros no han cesado, con incendios tan graves como el que afectó en 2018 al parque natural de Doñana con más de 10.000 hectáreas arrasadas.
Estas cifras invitan a una reflexión que arranca en un hecho objetivo que explica este mayor riesgo, ya que Huelva es una de las provincias con mayor superficie forestal de Andalucía, con unas 800.000 hectáreas, cerca del 80% de la extensión total de su provincia.
También la naturaleza de la masa forestal de Huelva tiene mucho que ver en estos siniestros, especialmente por la gran densidad de eucaliptos existentes, con cerca de 150.000 hectáreas, una especie muy propagadora del fuego y cuyo aprovechamiento está decayendo en los últimos años. De hecho, cerca de la mitad del arbolado quemado en el último fuego fueron eucaliptos.
El alcalde de Almonaster la Real, Jacinto Gómez, dijo a este periódico que «hay que ir reduciendo la presencia de estos árboles porque el eucaliptal no suele estar limpio como sí lo están las dehesas y eso es combustible para los fuegos». Además, reflexionó sobre los últimos incendios en su municipio, todos en las zonas donde al arbolado está compuesto por eucaliptos, pinos y matorral como en el último fuego.
Los colectivos ecologistas también abogan por una reducción y, sobre todo, una ordenación de los eucaliptos, que deben de desaparecer de las zonas de alto valor ecológico como los parques naturales, «donde no pintan nada y son una bomba de racimo que ejercen de propagadores de las llamas», señaló Juan Romero, activista histórico de Ecologistas en Acción y componente de la plataforma 'Fuegos nunca más'. Solo en el parque natural de la sierra de Aracena hay más de 8.000 hectáreas de eucaliptos que, a su juicio, deberían estar en otro enclave por el riesgo que comportan.
Otra de las causas de la alta siniestralidad hay que buscarla en la escasa rentabilidad y el cuidado del monte, algo que comparten el alcalde de Almonaster y los ecologistas, apostando por un mejor aprovechamiento y por recuperar actividades tradicionales como la ganadería y el pastoreo, que previenen los incendios y deben ser un pilar para su desarrollo y conservación. Además, abogan por mejorar la gestión del monte por parte de la Administración con un nuevo modelo de política forestal centrada en la preservación de sus valores ecológicos y recuperando el enterrado plan forestal andaluz.
Asimismo, los ecologistas lamentan la escasa efectividad en la detención de los culpables del fuego, ya que el 40% de los siniestros intencionados terminan sin conclusión alguna sobre su responsabilidad, lo que genera una «absoluta sensación de impunidad». Los colectivos ecologistas ponen el acento también en invertir en la prevención, donde se debe gastar mucho más frente al alto coste de la extinción.
Por último, la Asociación Aldeas Unidas de la comarca afectada, junto a la plataforma vecinal de La Zarza se quejan de que no está representada la población que vive en la zona y que son el garante para el valor ecológico socioeconómico del territorio, especialmente para el impulso del plan de restauración que la Junta va a poner en marcha a finales de este mes con las primeras actuaciones urgentes y correctoras. Este colectivo quiere ser tenido en cuenta por la estrecha interacción de sus poblaciones con el bosque.
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