Consejo de Ministros del pasado 19 de marzo. EFE/Pool Moncloa/ Fernando Calvo
Opinión

Sánchez, Ribera, Puente, Montero… y Andalucía

Mirada periférica ·

Detrás de la incógnita principal sobre si seguirá el presidente del Gobierno sobrevienen otras muchas que también deberían preocupar en Andalucía y que no necesariamente se resolverán este lunes

Domingo, 28 de abril 2024, 00:15

La semana comenzó con el llamamiento de Juanma Moreno movilizando a su partido en este ciclo electoral al que aún le quedan –al menos- dos citas (catalanas, europeas y ya veremos) y acabó con el penúltimo golpe de efecto de Pedro Sánchez, también con un ... aparente objetivo movilizador, cuya incógnita principal se resolverá este lunes si es que el presidente no decide prolongar el misterio, habida cuenta del efecto beneficioso que ha tenido para sus intereses.

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Al inicio de semana que acaba de terminar se discutía si algunas de las actuaciones de la esposa del presidente eran sólo poco estéticas o si habían cruzado el umbral de la legalidad. En estos días lo que se debate es si hay que ponerle límites a los medios de comunicación, si el poder judicial forma parte de una conspiración contra Pedro Sánchez y si la oposición está legitimada para cuestionar lo que le parezca conveniente. Una semana atrás los socialistas celebraban como un gran triunfo haber pasado de 10 a 12 diputados en el País Vasco. Ahora posiblemente se pregunten qué tan alto será el techo de la movilización electoral de sus bases en defensa del líder mancillado. Sánchez ha vuelto a dar una lección de táctica política.

En medio de todo esto, cualquier otra circunstancia de la realidad es secundaria y tangencial, pero hay hay episodios que merecen un análisis desde Andalucía, Uno de ellos es la confirmación de la vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, como cabeza de lista del PSOE a las elecciones europeas.

La designación de Ribera, independientemente de lo que Sánchez anuncie mañana, supondrá la salida del Consejo de Ministros de la miembro del Gobierno que más claramente apostó por sentarse a acordar un tema sensible con la Junta de Andalucía cuando la mayoría de sus compañeros optaban por tratar como apestado al Ejecutivo andaluz.

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Si el ministro de Transportes, Óscar Puente, puede ser considerado como el principal azote del Gobierno de Andalucía dentro del equipo de Pedro Sánchez –una definición en la que seguramente se sentiría cómodo-, Teresa Ribera demostró a pesar de los grandes desencuentros iniciales su capacidad para sentarse con la Junta, limar asperezas y alcanzar acuerdos a pesar de las diferencias de fondo que mantenía, y seguramente aún mantiene, con Juanma Moreno y su equipo. De eso, en definitiva, debería tratar la política, la buena, la que tiene en cuenta a los ciudadanos.

Mala noticia

Por ese motivo, la salida del Gobierno de la titular de Transición Ecológica no es una buena noticia para Andalucía, a no ser que su reemplazante sea algún político que conozca la realidad andaluza, se sienta más cómodo en el diálogo que en la confrontación y haya tenido un papel importante, aunque alejado de los focos, en el histórico acuerdo de Doñana. Ya veremos qué decide Sánchez sobre el reemplazante de Ribera una vez que, transcurridos sus cinco días de reflexión, haya decidido primero sobre sí mismo.

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Hasta ahora, la experiencia de la vicepresidenta tercera en su relación con el Gobierno andaluz podría apuntarse más en el casillero de las excepciones que en el de las reglas. En el otro extremo está Puente, a quien resulta difícil –qué estupendo sería equivocarse- imaginarse llamando personalmente al presidente de la Junta para proponerle iniciar conversaciones sobre las infraestructuras ferroviarias andaluzas y sentándose a escuchar las razones por las que, desde el territorio, se considera necesario que el tren recorra toda la Costa del Sol o llegue soterrado a Granada.

Después de haber presenciado cómo reaccionó en su última rueda de prensa –cuando después de responder amablemente a preguntas que los periodistas le formularon sobre la Comunidad Valenciana, Galicia, varias provincias de Castilla y León o Cataluña, cambió (a peor) el tono y el rictus tan pronto como escuchó la palabra Andalucía- resulta difícil imaginárselo tomando el ejemplo de Ribera y aceptando, al menos, reunirse con la consejera andaluza de Fomento como sí hizo, por ejemplo, la titular de Vivienda, Isabel Rodríguez.

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Tampoco resulta sencillo trazar un escenario en el que la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, levante el teléfono y muestre su disposición a hablar de financiación autonómica. En este terreno, la política andaluza con más poder en España –y ya veremos si esa condición no cambia a más a partir de mañana- parece más cercana al estilo y el fondo de Puente que al de quien encabezará la lista socialista en las elecciones europeas de junio.

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