Hoja de ruta para el desarrollo

Hay un nuevo escenario que puede cambiar las normas del comercio mundial, en el que los aranceles que se propone implantar la Administración Trump son sólo una parte; hay riesgo cierto de ruptura del multilateralismo que rigió las relaciones internacionales en las últimas décadas, hay un cuestionamiento externo e interno a las instituciones europeas y hay también algo que podría entenderse como crisis energética, si se entiende crisis como necesidad de cambio, marcada por la necesidad de Occidente de romper su dependencia de Rusia y también por el gigantesco desafío que supone actuar ante un cambio climático cuyas consecuencias ya se han comenzado a padecer de manera dramática. ¿Cómo se enfrenta Andalucía a todo eso? ¿Qué dificultades y qué oportunidades ofrece este nuevo panorama?

Recientemente se presentó en Andalucía un ambicioso proyecto de investigación impulsado por Unicaja en colaboración con la Junta de Andalucía en el que participaron el Growth Lab de la Universidad de Harvard y la consultora Oliver Wyman. El objetivo del trabajo, establecer una hoja de ruta para que Andalucía alcance en los próximos años un crecimiento sostenible, alentó en primer lugar a realizar un diagnóstico sobre el crecimiento de la región, identificar qué productos y servicios tienen el potencial de desarrollarse en las diferentes provincias a partir de sus capacidad actuales, realizar una estimación de la financiación necesaria para desarrollar esas capacidad latentes y establecer posibles medidas para avanzar en ese camino.

El resultado, con este punto de partida, fue alentador. Andalucía está en condiciones de recuperar el tren de la industrialización perdido en su momento y sumar a su actual potencia en el sector primario y en el terciario, con el turismo como principal emblema, el desarrollo de una industria potente que aglutinada con los otros sectores la impulse hacia el futuro. Una de las conclusiones de este trabajo es que la comunidad andaluza presenta atributos únicos que la diferencian del resto de España y Europa y la colocan en una posición privilegiada para enfrentar los desafíos y aprovechar las oportunidades que presentan los avances tecnológicos, la transición energética y la globalización.

El informe advierte de que a pesar de sus potencialidades y aunque ha protagonizado un crecimiento sostenido en las dos últimas décadas, Andalucía se ha mantenido rezagada en comparación con el resto de España. La brecha del ingreso per cápita se debe a muchos factores, pero el informe apunta a uno sobre el que se detectan posibles soluciones: la limitada diversificación de su economía hacia sectores de mayor complejidad y productividad. Dentro de la comunidad, además, se observa una gran heterogeneidad demográfica: provincias que crecen más rápido que el promedio regional y nacional como Málaga, Almería y Huelva; provincias con dinámica de despoblamiento como Córdoba y Jaén, y provincias en situación intermedia como Sevilla, Granada y Cádiz.

Sin embargo, lo que se destaca especialmente son las capacidades productivas únicas con las que cuenta Andalucía y que muchas veces son valoradas de forma singular, pero que analizadas en conjunto ofrecen un panorama integrado que pone de relieve toda su potencialidad: abundantes recursos naturales que la consolidan como una potencia agrícola y minera y como un escenario adecuado para el desarrollo de energías renovables y su ubicación logística estratégica que la conecta con África, América y el resto de Europa. A ello se suman un patrimonio histórico y cultural únicos, el clima privilegiado que la convierte no sólo en un destino turístico de primer nivel, sino también en un lugar deseado para residir, y la estabilidad institucional que, según destaca el informe, minimiza la incertidumbre a la hora de invertir.

Todos estos factores son instrumentos para trabajar en el gran objetivo de entrar en una senda de convergencia con el ingreso per cápita y la productividad del resto de España y Europa. El informe señala que el desarrollo debe estar liderado por las exportaciones y la atracción de inversiones que potencien la diversificación de la economía hacia sectores de mayor productividad y valor añadido.

La estrategia que propone el estudio apunta en tres direcciones: fortalecer las industrias que ya son competitivas en la región, como la agricultura, algunas industrias manufactureras y el turismo; impulsar las industrias emergentes y nuevas industrias, como la producción de productos químicos, materiales de construcción, equipos eléctricos y componentes para la industria naval y aeroespacial; y aprovechar las capacidades productivas que el potencial solar y eólico provee a la región para producir los bienes y servicios que el mundo necesita para descarbonizarse y atraer industrias intensivas en energía limpia.

El mundo de las energías limpias es posiblemente el que abre más posibilidades de desarrollo. En primer lugar, porque las condiciones naturales, especialmente las horas de sol a lo largo del año, sitúan a Andalucía como uno de los emplazamientos de todo el mundo donde una inversión en este campo puede resultar más rentable. Pero también, porque uno de los inconvenientes que presentan estas energías –la dificultad para almacenarlas y transportarlas– se convierte en una ventaja para el territorio: obligan a consumirla en el mismo lugar donde se producen, por lo que, a diferencia de los combustibles fósiles, las industrias que crecen a su amparo tienen que estar en el mismo lugar. La oportunidad para Andalucía en ese campo es doble.

Sobre esta base, el informe identifica unas 130 oportunidades de crecimiento entre productos y servicios específicos que presentan el potencial para aumentar la complejidad y productividad de las ocho provincias andaluzas. No se trata de una cifra caprichosa, sino del desarrollo de un estudio basado en la teoría de Complejidad Económica, que sostiene que el camino hacia el desarrollo económico implica una acumulación progresiva de capacidades productivas y conocimientos especializados.

Así, en el caso andaluz se apunta a que Andalucía en su conjunto y sus ocho provincias revelan sus conocimientos productivos a través de los bienes y servicios que son capaces de producir y que la diversificación futura tiende a ocurrir en torno a productos que requieren capacidades productivas similares a las ya existentes. Si se tienen en cuenta las capacidades productivas actuales de la comunidad es posible identificar cuáles son las industrias que tienen más potencial para desarrollarse en un futuro cercano.

El estudio revela la gran diversificación que ofrece la potencialidad de la economía andaluza. Un 16,2 por ciento de estas oportunidades ha sido detectadas en la industria agroalimentaria andaluza, donde destacan los alimentos de origen animal de las cadenas de valor consolidadas del sector avícola y, emergentes del sector porcino en Huelva. También, los alimentos de origen vegetal emergentes en el sector de producción y transformación de frutas en las provincias de Almería, Sevilla y Málaga. Asimismo, se incluye en este apartado el potencial que existe en la introducción de nuevas tecnologías y sistemas avanzados en el sector agrícola, como la implantación de sensores inteligentes o riego por goteo, para seguir liderando en productividad y gestionar mejor unos recursos hídricos cada vez más escasos.

Un 12,3 por ciento de estas oportunidades aparecen en la industria metalúrgica donde se apuntan algunos productos ya consolidados y otros emergentes en la fabricación de piezas y útiles de hierro y acero, como tuberías y productos laminados. Córdoba y Granada son las provincias en las que estas oportunidades podrían ser claves.

Un 9,2 por ciento aparecen en la industria de maquinaria y equipos; destacándose, principalmente para Jaén, Córdoba y Málaga, un potencial emergente en la fabricación de maquinaria agrícola, como sembradoras y cosechadoras, y maquinaria industrial relacionada a con equipos de calefacción y acondicionamiento de la temperatura.

Otro 9,2 por ciento de estas oportunidades se ha detectado en la industria de materiales y equipos eléctricos; concretamente en las provincias de Jáen y Málaga para la fabricación de motores, generadores y transformadores eléctricos y equipos de iluminación, como aparatos eléctricos de señalización.

La industria química aglutina un 8,5 por ciento de estas potencialidades detectadas, la mayor parte concentradas en la provincia de Cádiz para la elaboración de productos de limpieza y de perfumería y cosmética.

A la industria naval y aeropespacial, que acapararían un 7,7 por ciento de estas oportunidades, según el informe, se le abre un amplio campo de posibilidades por la necesidad de que Europa comience a aumentar su inversión en defensa. En este campo, que ya cuenta con 150 empresas establecidas en toda Andalucía, especialmente en Sevilla y Málaga, las oportunidades se detectan en los sectores de fabricación de paracaídas, ciertas piezas de armas y otros materiales en industrias ya consolidadas.

El estudio destaca que en el turismo aparecen oportunidades que suponen el 6,2 por ciento del total y se destaca que existe en varias provincias la posibilidad de expandir las opciones de entretenimiento, como museos, parques de atracciones, compañías de arte, spas y turismo de valor añadido. Además, se apunta el potencial de desestacionalizar el turismo impactando positivamente en el empleo y la sostenibilidad, apostando también por el turismo de interior, gastronómico y de congresos profesionales. En este sector se recomienda intensificar el uso de nuevas tecnologías para ofrecer un servicio más sostenible y de mayor valor añadido.

El informe detecta un 5,4 por ciento de estas oportunidades en los servicios digitales de la Tecnología de la Información y la Comunicación, donde destaca un papel notable de las industrias emergentes audiovisuales y de creación y publicación de software o servicios de ciberseguridad en Málaga y el diseño de sistemas informáticos, procesamiento y almacenamiento de datos en Sevilla. Además, se señalan las capacidades para desarrollar las oportunidades que aporta la inteligencia artificial generativa en polos de conocimiento en este ámbito, como Granada.

Pero más allá de estos sectores que ofrecen oportunidades de diversificación, el informe advierte con especial énfasis que Andalucía debe capitalizar la transición energética como una ventaja estratégica. La comunidad, señala, tiene que posicionarse como un proveedor internacional de minerales críticos, como el cobre, la barita y la fluorita, así como de bienes y servicios verdes que el planeta necesita para cumplir las metas de descarbonización.

Además, se destacan varios productos verdes con potencial dentro de las cadenas de valor asociadas a las pilas de combustible, el hidrógeno verde, la energía nuclear y los vehículos eléctricos. El estudio propone aprovechar el bajo coste energético derivado de su capacidad solar y eólica para descarbonizar Andalucía, España y Europa, pero, sobre todo, para atraer industrias intensivas en el uso de energía limpia. Destaca además que el conocimiento acumulado por empresas locales en sectores verdes puede convertirse en un servicio exportable clave, ayudando a posicionar a Andalucía como un líder en innovación sostenible.