Manuel Gavira, portavoz parlamentario de Vox. Francisco J. Olmo / Europa Press
Mirada periférica

¿Alguien más piensa que hay pederastia en las aulas?

Mirada periférica ·

El silencio con el que el Parlamento, el Gobierno andaluz y la mayor parte de la oposición recibieron la grave afirmación del portavoz de Vox puede dar lugar a interpretaciones variadas. Ninguna buena.

Sábado, 15 de junio 2024, 00:10

Hay quienes creen que el mayor logro de Vox desde que irrumpió en la escena pública española ha sido afianzar su espacio político. Hoy ya se sabe que la formación de Abascal no es un fenómeno fugaz y que tiene un suelo electoral consolidado, independientemente ... de que aparezcan competidores inesperados que pugnan por abrirse hueco en su mismo terreno. Pero no es así. Lo más importante que ha conseguido Vox en estos años es normalizar un lenguaje, unas formas y unos mensajes que hasta hace no mucho eran inaceptables para la gran mayoría de los españoles y causaban escándalo si alguna vez se los escuchaba. Hoy día, a fuerza de costumbre, nadie se escandaliza cuando se oyer decir que la crisis demográfica se solucionaría hurtando a las mujeres su derecho a interrumpir embarazos no deseados, cuando se niega que la violencia machista sea un problema específico que requiere de una respuesta específica, cuando se cuestiona el factor humano como determinante en el cambio climático, cuando se puso en duda que los virus se combaten con vacunas, cuando se abjura desde una posición supuestamente constitucionalista del estado de las autonomías, cuando se establece una relación directa entre inmigración y delincuencia o cuando se criminaliza a la religión islámica, que profesan 2,4 millones de personas que residen en este país, muchas de ellas españolas.

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La fuerza de la costumbre ha hecho que ya no se reaccione con contundencia ante juicios de este tenor, lo que permite concluir que Vox ha ganado su primera batalla en la guerra cultural que inició para destruir la mayor parte de los consensos sociales edificados durante 40 años de democracia. Pero que estas afirmaciones ya no causen escándalo no significa que hayan dejado de ser escandalosas.

El pasado jueves, durante la sesión de control en el Parlamento de Andalucía, el portavoz de Vox, Manuel Gavira, dijo mientras interpelaba al presidente de la Junta que en las aulas de los colegios andaluces se fomenta la pederastia. Sus palabras textuales fueron: «..en educación, barracones, adoctrinamiento en las aulas, pederastia incluida...»

Gavira pronunció estas palabras dirigiéndose directamente a Juanma Moreno, pero tanto el aludido como todos los que intervinieron a continuación -el socialista Juan Espadas y el portavoz del PP, Toni Martín- decidieron dejar pasar por alto esa acusación gravísima que en tiempos añorados hubiese generado una catarata de repudios. Tampoco reaccionaron el presidente del Parlamento, Jesús Aguirre, que podría haber interrumpido la sesión en ese mismo momento para exigirle que retirara la afirmación, ni la consejera de Desarrollo Educativo, Patricia del Pozo, presente en el salón de plenos y que, al igual que todos los demás, prefirió hacer como que no había escuchado nada. Todo, hasta la estrategia de no darle foco a Vox bajo ninguna circunstancia -y las respuestas a barbaridades a veces funcionan como altavoz de esas barbaridades-, debería tener algún límite. También debería tener límites la táctica de no meterse en charcos por la que optan algunos consejeros, entre otras cosas porque así a quien dejan expuesto, como sucedió el jueves, es a su presidente.

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Tuvo que ser el portavoz de Adelante Andalucía, José Ignacio García, quien al final del debate pidiera la palabra para exigir una rectificación. Gavira no rectificó. Aseguró que dijo eso porque es lo que le llega. La guerra cultural no requiere de rigor, sólo de estar decidido a librarla.

Finalmente, la Mesa del Parlamento decidió retirar de oficio la afirmación del portavoz de Vox para evitar que figurara en el diario de sesiones. Pero que haya sido un diputado del grupo más pequeño de la Cámara el que salvara la dignidad del Parlamento y de la educación pública en Andalucía frente al vergonzante silencio de todos los demás dice muy poco del compromiso colectivo con unos valores que deberían ser comunes más allá de ideologías y de estrategias que puedan invitar al silencio.

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