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Con una campaña electoral a las puertas, el siempre vigente problema del falseamiento de los hechos como un instrumento más en la pugna política vuelve ... a ocupar el primer plano. Hay quienes dicen que las noticias 'fake' como arma política son un fenómeno nuevo, pero posiblemente lo único nuevo sea que se llame de esa manera a lo que el mundo ha conocido desde Randolph Hearst, Joseph Goebbels o las célebres manipulaciones fotográficas durante el régimen de Stalin.
Lo que sí es nueva es la capacidad multiplicadora de las mentiras y las medias verdades a través de las redes sociales y de plataformas distribuidoras de bulos que se presentan ante la sociedad como nuevos medios de comunicación. Las elecciones ganadas por Donald Trump, el triunfo del Brexit o el asalto al Capitolio explican suficientemente que se trata de un fenómeno que mejor no subestimar.
En la política andaluza se han vivido algunos episodios que pueden enmarcarse en este sino de los tiempos y el último tuvo lugar el pasado Jueves Santo, cuando el portavoz de Vox en Granada denunció que una procesión, la de la Cofradía de la Estrella, había sido apedreada por menores inmigrantes de origen magrebí. No ofreció imágenes o testimonios que sustentaran la denuncia de un suceso presentado como un ataque islamista a las tradiciones cristianas.
Este supuesto hecho fue recogido en su cuenta de Twitter por el Grupo de Vox en el Parlamento de Andalucía, que calificó de salvajes a los menores y los acusó de importar inseguridad y delincuencia y de odiar las tradiciones y la cultura españolas.
Con el pasar de los días se fue aclarando el episodio. La Policía Local de Granada, el centro de menores Bermúdez de Castro -donde sucedieron los hechos-, la Junta de Andalucía y la propia Cofradía desmintieron la versión de Vox. Ni la procesión fue apedreada, ni hubo incidente alguno en el que participaran los llamados 'menas'. Según la versión de la Junta, se trató de una chiquillada de dos niños españoles de ocho y nueve años acogidos en el centro que estaban jugando con chinos en el patio en el momento del paso de la procesión y que no tuvo consecuencias ni para la procesión ni para ninguno de los asistentes.
Todo se podría haber quedado en una anécdota si el tuit del Grupo Parlamentario de Vox hubiese sido retirado tras aclararse lo sucedido, pero no ha sido así. Desde el propio grupo se aduce que borrarlo supondría una desautorización del responsable político que abrió la polémica, quien a su veces se mantiene en sus trece tras haber sido desmentido por cuadruplicado.
El asunto ha sido tratado por el Observatorio de Delitos de Odio del Ayuntamiento de Granada y los diputados no adscritos de Adelante Andalucía han pedido la intervención de la presidenta del Parlamento y del Defensor del Menor por entender que desde la cuenta de un grupo parlamentario se está fomentando el odio hacia un colectivo vulnerable, el de los menores extranjeros desamparados, a partir de algo que nunca sucedió.
Es posible que ninguna de estas denuncias tenga recorrido y que la propia polémica acabe dando más rédito a quienes la promovieron que a quienes la denuncian. Es el sino de unos tiempos marcados por el desprecio a la verdad. Toda una advertencia a las puertas de una campaña electoral.
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