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La presión de la inmigración seguirá mientras no haya desarrollo y democracia en los países de origen. La cooperación es para ello imprescindible. El Real Instituto Elcano, el más prestigioso 'think-tank' español de estudios internacionales, reunió ayer en Sevilla un panel de expertos ... para debatir acerca de la seguridad en la cuenca mediterránea, un tema que afecta de manera singular a Andalucía. «La frontera sur es la más extensa y hay que prestarle mucha atención», dijo el presidente del instituto, Emilio Lamo de Espinosa, al abrir el acto.
De hecho, en lo que va de año han llegado a las costas andaluzas un 160% más de inmigrantes que en el mismo periodo del año anterior, 13.450 personas, según los datos que aportó Antonio Sanz, delegado del Gobierno, y se han interceptado 607 pateras frente a 364 de todo 2016, con la singularidad de que un 9% son jóvenes, más de mil menores de edad hasta ahora. Vuelven las oleadas de migrantes marroquíes, que habían desaparecido prácticamente en los últimos años, y ninguno de los expertos tiene muy claro por qué.
El repunte de la ruta migratoria hacia la frontera sur, que está llevando a la aparición de pateras incluso en Baleares, se atribuye al cierre de la vía libia, un camino donde los inmigrantes sufren abusos terribles, que las propias redes de tráfico de personas ya evitan, según expuso la investigadora Asli Selin.
Al otro lado de la frontera sur hay todo un continente que incluye a 22 de los 25 países más pobres del mundo, con una población en constante crecimiento demográfico y en Estados en descomposición, en muchos casos. Hasta ahora los acuerdos, bilaterales más que a nivel UE por la necesidad de agilizar y facilitar la actuación, dijo el exdirector de Frontex Gil Arias, han funcionado, entre España y Marruecos y con Mauritania y Senegal, pero, como dijo Medhi Lahlou, del Instituto de Estadística de Rabat, el control de fronteras no basta si no hay buena gobernanza.
Este experto propugnó una integración más efectiva de los países del Magreb, Marruecos, Argelia y Túnez, para crear ahí una «zona desarrollada, más que una barrera de seguridad» y un marco interestatal con España y con el Sahel.
Entre el público, el expresidente Manuel Chaves abordó la necesidad que Europa tiene de inmigración, ante la drástica caída de natalidad, y defendió una ordenación de los procesos migratorios que Europa no aborda.
Ante esto ¿qué puede hacer Andalucía? La investigadora principal del Real Instituto Carmen González-Enriquez propone que más allá del trabajo actual de integración acogimiento, intervención educativa, laboral y social, la comunidad meextienda su actual trabajo de cooperación más al sur de Marruecos: «Cada vez menos el problema proviene del Magreb y está más en el Sahel. La Agencia de Cooperación Andaluza puede ayudar a frenar la salida creando empleo y con políticas de asesoramiento y de formación, desde Andalucía o con recursos andaluces en paíse del Sahel».
Añadido está el problema de seguridad. La investigadora indicó que las mafias usan sus redes para tráfico de drogas y de armas, pueden corromper a estados débiles y también servir de apoyo y refugio a terroristas. La preocupación crece.
Por su parte el vicepresidente de la Junta, Manuel Jiménez Barrios, reclamó al Gobierno central más recursos para hacer frente a la llegada de menores no acompañadosy reclamó a la UE que sea «más activa» en atender el asilo a los refugiados.
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