Manuel Hidalgo es una voz independiente e incómoda en las ciencias económicas. Su carrera ha estado centrada en la docencia y la investigación y también ... desarrolla una activa faceta divulgativa. Desde 1998 es profesor de Economía Aplicada en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. donde desarrolla su investigación en áreas relacionadas con el cambio tecnológico, el mercado de trabajo y el crecimiento económico. Formó parte durante algo más de un año del Gobierno andaluz como secretario general de Economía, cargo para el que fue fichado por el consejero Rogelio Velasco (Ciudadanos). Es miembro del Observatorio Económico de Andalucía y del 'think tank' de política económica de Esade.
-El objetivo de esta entrevista es hablar del futuro de Andalucía desde el punto de vista económico. Pero antes de hablar del futuro, hay que saber cómo es el presente. ¿Cuál es el diagnóstico actual de la economía andaluza?
-El diagnóstico actual es pesimista. Andalucía después de unas décadas de convergencia con el resto de España parece que llegó un momento en el que dejó de acortar distancia, y eso le pasó también a España respecto a Europa. Eso fue a finales de los 80 o principios de los 90. Desde entonces hemos estado soñando con el momento en el cual Andalucía haga un gran cambio de modelo productivo; momento que nunca se produce. Esto nos mantiene constantemente en los vagones de cola de la economía española y de la economía europea. Y por mucho que se intenta, seguimos sin ser capaces de escalar posiciones. Esto no significa que Andalucía no haya avanzado; obviamente lo hemos hecho. Pero no lo hemos hecho más que nuestros vecinos, con lo cual seguimos siendo de los últimos. Y esto nos lleva a pensar que o cambiamos radicalmente de políticas y vamos hacia políticas más básicas o esto va a seguir igual.
-Ese retraso del que habla se refleja en muchos indicadores, que no son sólo económicos: desde el desempleo hasta el salario medio, la renta per cápita o la tasa de pobreza, pero también fracaso escolar. ¿Cuál es la raíz del problema en su opinión?
-Cuando uno empieza a tirar del hilo intenta ir a la raíz, llega a cuestiones que son muy profundas y muy generales. Yo cuando hablo con mis alumnos y les explico cuál es el problema de Andalucía, les digo que que son principalmente tres: educación, educación y educación. Por razones históricas, nuestro nivel educativo, nuestro tejido productivo y nuestra capacidad emprendedora ha sido siempre inferior. ¿Por qué somos una de las regiones con mayor fracaso escolar de España y de Europa? Bueno, pues por la misma razón por la cual tenemos menos nivel educativo, y por la misma que tenemos una economía especializada en sectores de bajo valor añadido. Al final, llegas a elementos que son muy difíciles de tratar desde las políticas, salvo que hagas cambios revolucionarios. Hablamos de valores, de elementos culturales. A lo largo de la historia, por distintas razones -la estructura social, la estructura económica, la distinción de clases- se ha ido generando una transmisión de valores y de culturas que no son las más apropiadas para un desarrollo económico. Obviamente muchas de estas cosas han cambiado, no es que estemos con los mismos pensamientos de hace cien años, pero una región donde el fracaso escolar es elevado porque en muchas capas de la sociedad no se perciben las ventajas de la educación, es una región que tiene poca capacidad de crecimiento a largo plazo.
-Después de la pandemia Andalucía se ha recuperado, en términos de PIB y empleo, de forma bastante vigorosa. Existe la percepción de que la economía está yendo bien, a pesar de las tensiones inflacionarias. ¿Es una ilusión?
-La economía andaluza se ha recuperado del mismo modo que lo ha hecho a la española; ni mejor ni peor. Es verdad que la pandemia nos trató algo mejor, pero después nuestro comportamiento no ha sido mucho mejor. La cuestión no es esa. La cuestión es que Andalucía sigue enganchándose a los ciclos económicos gracias a sectores que son necesarios y valiosos, pero no son sectores que te garantizan niveles altos de bienestar a largo plazo. Esto hay que decirlo. El sector turístico es un sector en donde se genera mucho valor, pero en términos per cápita el valor añadido no es elevado. Pasa lo mismo con la agricultura. Y nuestro sector exportador en buena parte se sostiene sobre productos igualmente de bajo valor añadido, como los servicios turísticos, o productos que dejan pocos réditos aquí, como es el refino de petróleo. No significa que para ser mejores tengamos que sacrificar sectores. Creo que el sector turístico es un gran sector y debemos seguir pensando en él en términos positivos e incluso que éste mejore y genere más valor. Pero debemos entender que el sector turístico no nos va a situar a la cabeza de Europa.
-¿Por qué sectores hay que apostar entonces para recortar distancia respecto a las economías más avanzadas?
-Obviamente Andalucía tiene un déficit industrial y eso explica buena parte de nuestra brecha con respecto a otros países y otras regiones de Europa. El peso de la industria viene a ser de de cinco a siete puntos porcentuales inferior a la media europea. Subir un punto porcentual en el peso de la industria en una economía como la andaluza es muy difícil, pero sería un reto interesante. Y después tenemos los servicios a empresas, los servicios tecnológicos y de alto valor añadido. Para potenciarlos necesitamos no solo una infraestructura, sino también una dotación de trabajadores cualificados. En ese sentido, la Junta de Andalucía ha hecho un trabajo en la buena dirección, tratando de crear una sensación de que Andalucía es un territorio para la inversión. Pero esto no es suficiente porque por mucho que hagamos, si no hay ayuda por parte de otras administraciones, es muy complicado. Podemos y debemos poner todos los esfuerzos, pero los resultados no los vamos a ver en tres días, ni están garantizados. Ahora mismo no estamos en disposición para decir que somos campeones de nada y sí en disposición de tener que trabajar muchísimo para conseguir un mínimo resultado dentro de un tiempo. Y para eso necesitamos centrarnos en las políticas de base. Yo puedo querer tener un jardín muy bonito donde crezcan las flores, pero si la tierra no tiene nutrientes, las flores no crecen.
-Vayamos a esas bases. ¿Cuáles son?
-Aquí hay dos cuestiones. La primera, que yo creo que engloba la segunda y es fundamental: educación. No podemos tener uno de los peores resultados de PISA de España y esta altísima tasa de abandono escolar. Es capital que perdemos. Lo segundo, no puedes pretender ser una región puntera cuando siete de cada diez barrios más pobres de España los tienes en capitales andaluzas. Esto es endógeno con lo anterior, es decir, los peores resultados académicos los tienes en barrios marginales. ¿Por qué? Pues porque tienes unas condiciones económicas y sociales que desincentivan la educación. Yo vengo de un barrio de esos y lo he visto. A mí no me lo tienen que contar ni lo he leído en ningún libro. Yo lo he vivido. Y eso se ha profundizado en los últimos años. Y lo que pasa en esos barrios de las grandes capitales se reproduce en cierto sentido también en las zonas rurales. Con lo cual, si tú no haces una apuesta decidida por tener unos mejores resultados académicos, por lograr que las capas más vulnerables de la sociedad tengan no sólo acceso a una educación mejor sino también a elementos socioeconómicos que incentiven a estudiar y no desincentiven, no lo vas a lograr. Ya podemos tener subvenciones a empresas TIC, que oye, son necesarias, no voy a decir que haya que quitarlas... Pero si no tenemos recursos y esfuerzos adicionales para darle una vuelta al sistema educativo andaluz a largo plazo no vamos a remontar.
-Es interesante lo que dice porque le da la vuelta a la manera habitual de enfocar el problema de la pobreza. Normalmente entendemos que la pobreza es una consecuencia de que nuestra economía va más atrasada que otras. Usted lo que dice es que la pobreza no es consecuencia -o no sólo-, sino causa de ese atraso.
-Efectivamente, es una situación que se retroalimenta. Tú tienes grandes bolsas de marginalidad en las ciudades andaluzas donde no solo hay niveles bajos de educación sino que se heredan niveles bajos de educación. Sabemos muy bien que los niños que nacen en hogares con vulnerabilidades son niños que tienen peores rendimientos académicos y son niños que repiten más. ¿Qué pasa, que son más tontos? No, ni muchísimo menos. Son familias con mayores problemas, no solo económicos, sino también de salud. Y son familias donde obviamente esa cultura, no voy a decir del esfuerzo, porque esa cultura del esfuerzo existe en esas familias, pero sí esa cultura del beneficio que supone la la educación es menos intensa. O tú rompes esa dinámica clarísimamente en esos barrios y en esos pueblos o o no vas a tener mejoras significativas. Porque ya después, cuando tienes a chavales y chavalas con 20 años que no han tenido un nivel mínimo de educación, son carne de cañón de sectores de bajo valor añadido, de bajos salarios para toda su vida y de dificultades económicas. Y eso no fomenta el desarrollo y el crecimiento económico.
-¿Hay algún ejemplo que pueda servirnos de referente, algún lugar donde esta dinámica se haya conseguido romper?
-Hay referentes, pero es que los elementos que caracterizan una economía son tan numerosos que no se puede trasladar. Muchas veces se nos compara con los países bálticos o con los del Este, que han conseguido dar un boom. Yo no lo puedo comparar. Es decir, Andalucía es un país, tiene 8 millones y medio de habitantes ¿Tú sabes lo difícil que es gestionar eso? Es una región que tiene más población que muchos países de Europa. Muchas veces se nos habla del milagro irlandés, pero no se nos puede comparar, es un país con mucha menos población que España, situada en un sitio primordial y que hablan inglés. No se puede comparar. Tú puedes tener una Junta de Andalucía con las ideas muy claras, pero es una comunidad autónoma con un límite: las competencias. No estoy diciendo que necesitemos más competencias, pero si tú quieres hacer una apuesta decidida sobre determinadas políticas, llega un momento en que dices: esto lo tiene que hacer el Estado, o esto otro los ayuntamientos. Entonces al final lo que necesitas es un pacto de Estado: poner a todas las administraciones en la misma dirección. Y muchas veces no existe ni siquiera ese diálogo entre administraciones.
-¿Hay también una correlación entre el pequeño tamaño de las empresas andaluzas y esa menor capacidad de crecimiento de la que habla?
.Sí, hay una correlación clarísima. Está demostrado que cuanto mayores son las empresas, mayores salarios, mayor productividad y mayor bienestar. Fomentar un tejido productivo que esté atomizado por pequeñas y medianas empresas o autónomos es un error. La política de la Junta no tiene que ser fomentar el autónomo, tiene que ser fomentar el crecimiento de la empresa. Pero aquí chocamos nuevamente con un muro, y el muro es que buena parte de las competencias para lograr eso no son regionales, sino nacionales. Si tú quieres tener una economía desarrollada, tienes que tener grandes empresas y para tener grandes empresas tienes que tener mecanismos que permitan que estas crezcan. Para eso necesitas también tener un empresariado con altas dosis de formación, cosa que no tenemos en Andalucía por razones generales, por lo mismo que no tenemos un alto nivel de cualificación en los trabajadores. Ahí es donde hay que poner también una buena dosis de esfuerzo para cambiar las cosas. El problema es que en Andalucía tenemos pocos emprendedores y muchos empresarios sufridores, que lo son por obligación más que por otra cosa.
-¿Cree que es acertada la política de la Junta de bajar impuestos para atraer inversiones, empleo y residentes?
-La capacidad que tiene la Junta de Andalucía de atraer inversiones mediante bajadas de impuestos es muy limitada. A ver, si conviertes a Andalucía en un paraíso fiscal, es bastante probable que atraiga. Pero ¿puede Andalucía convertirse en un paraíso fiscal dentro de España? No, imposible, ni algo que se le acerque. Hombre, si le bajas un punto de impuestos a las empresas te lo van a agradecer, pero los principales problemas de las empresas son regulatorios. No creo que la decisión última de una empresa, o por lo menos de todas las empresas, venga por ahí. Seguir pensando que con una política fiscal vamos a conseguir colocar a Andalucía en los puestos de cabeza es bastante ingenuo.
-¿Cuánto impacto cree que va a tener la sequía en el crecimiento económico de la región?
-Obviamente, nos resta crecimiento. Parte del crecimiento menor en 2023 o del crecimiento que no hemos tenido en 2023 y el que no tendremos en 2024 viene explicado por la sequía. Ahora bien, ¿cuánto nos va a restar? Yo he escuchado cifras que son exageradas, que no tienen sentido. Estamos hablando de décimas de crecimiento. Imagina que España va a crecer este año un 2%. Pues para Andalucía esto le supondría una o dos décimas menos, no mucho más. ¿Por qué? Porque buena parte de la agricultura andaluza no depende tanto de la lluvia. Y además, el sector agrícola es un sector relativamente pequeño, pesa un 6% en el PIB.