Manuel Cebrián, el presidente de la Cooperativa de Mollina, en su despacho. Salvador Salas
Presidente de la Cooperativa de Mollina

Manuel Cebrián: «Andalucía es agricultura, de toda la vida, y es incomprensible que se la quieran cargar»

«Los que hacen las normas y las leyes no entienden nada de campo», sostiene y pide que se involucre a los agricultores en la toma de decisiones

Martes, 27 de febrero 2024, 23:47

Los agricultores y ganaderos han tomado la calle para protestar por la precariedad que vive el campo. Uno de los que siempre han estado es Manuel Cebrián (Málaga, 1973). Este agricultor de Mollina, que tiene una explotación olivarera, lleva la tierra en la sangre. Es ... hijo y nieto de profesionales del campo. En esta entrevista con SUR aborda los problemas que afectan al sector. Tambien habla con pertenencia de orgullo e insiste en la importancia vital que tiene la agricultura para la sociedad. «Es la base de todo», repite varias veces en este encuentro en la Cooperativa de Mollina, que él preside.

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–¿Qué desayuna por las mañanas?

–Aceite. Eso es innegociable. Una tostada con aceite y jamón.

–La ola de las protestas también ha irrumpido en el campo andaluz. ¿Por qué?

–Porque estamos desesperados. O nos tiramos a la calle para que nos ayuden o nos ahogamos. Aquí no hay más caminos.

–¿La motivación que lleva a los agricultores a salir a la calle cuál es?

–La motivación son los numerosos inconvenientes. Tenemos el cuaderno de campo, la subida de precios, la reducción de la PAC, la falta de agua o la competencia desleal. Lo que es criar un kilo de aceituna te cuesta un 30% o un 40% más que en otros países.

–¿Cree que la envergadura de las movilizaciones están justificados?

–Totalmente. Los agricultores no nos hemos tirado a la calle por gusto. Ya no tenemos otro recurso y tampoco nos queda tiempo. Si dentro de un año no nos echan un cable, la agricultura se queda desértica porque la gente la va a tener que abandonar.

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–¿Cómo hay que imaginarse el día a día de un agricultor medio en Andalucía?

–Te levantas cuando amanece y llegas a tu casa cuando anochece. El campo no tiene horas. Si hay que talar, hay que talar en un tiempo. El campo tiene épocas. Si tienes que hacer un tratamiento foliar lo tienes que hacer, aunque tengas que echar 15 horas. En el campo siempre hay cosas que hacer.

–¿El nivel de endeudamiento sigue siendo sostenible en las explotaciones?

–Ese es otro gran problema. Tú antes ibas pagando lo que comprabas con la rentabilidad de las cosechas. Tienes que estar al día con la maquinaria para poder sobrevivir. Pero con los costes tan altos y la producción tan baja ya no hay quien pueda con las deudas.

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–Ese malestar apunta muchas veces a Bruselas. ¿Qué opinión le merece la actual política agraria de la Unión Europea?

–Los que hacen las normas y las leyes no entienden nada de campo. Dictaminan cosas que no son viables. No se pueden hacer las leyes desde una oficina, sin conocer el campo.

–¿Cree que se ha obviado a los agricultores en la toma de decisiones?

–A nosotros no nos escucha nadie. Parece ser que tenemos poca importancia para nadie, cuando la comida sale del campo. La gente se cree que la comida sale de una bolsa de plástico, pero viene del campo. Cuando salimos a la calle como lo estamos haciendo, lo que hacemos es defender lo de todos.

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–¿Qué papel juegan los gobiernos de turno? Desde fuera da la impresión de que su papel se limita a meros ejecutores de lo que se dictamina en Bruselas.

–Los gobiernos se acomodan a lo que dicen en Bruselas. Además, tampoco conocen desde dentro lo que necesitamos nosotros. Y como no conocen lo que pide el sector, no saben lo que es viable y lo que no.

–¿Falla la comunicación entre las asociaciones agrarias y el Ministerio de Agricultura?

–Claro que falla. Yo estoy convencido de que Luis Planas apenas conoce nada del campo. Si no, no hubiera dado el visto bueno a tantas leyes que lo único que hacen es asfixiar al agricultor.

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–Durante la pandemia los agricultores salieron de manera desinteresada a desinfectar las calles. Ahora hemos visto, incluso, como se ha cargado contra ellos. ¿Le duele eso?

–Claro que me duele. Nadie se acuerda de que siempre hemos estado cuando ha hecho falta. Y ahora que nosotros necesitamos ayuda nadie nos echa una mano. Hemos visto como el Gobierno y la policía nos ha tratado como delincuentes. Parece que en Andalucía solo quieren que exista turismo y placas solares. No sé qué ocurre con el agricultor y el ganadero que nadie nos escucha.

–¿La soberanía alimentaria de España está en juego?

–Claro. Acabaremos importando muchísimo producto sin ningún tipo de requisito sanitaria y no sabremos ni lo que estamos comiendo. Recuerdo lo que he dicho antes. La gente está en la capital y cree que es abrir la nevera y la comida está ahí. Puede llegar el momento en el que falte alimento en las ciudades. En los pueblos no va a faltar, eso seguro.

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–¿Cuánto hay de desesperación en el sector?

–Un 90% de desesperación.

–¿Usted tiene hijos?

–Tengo dos hijos

–¿Le gustaría que se dediquen a la agricultura?

–Estoy apostando para que uno siga en la agricultura. Pero mi niño muchas veces me dice: «Papá, si mira la que tenemos encima…».

–¿El campo tiene un problema con el relevo generacional?

–Directamente no hay. Una explotación sin relevo es una explotación que se muere.

–Volvamos a las reivindicaciones que han planteado las asociaciones agrarias. ¿Por qué piden una modificación de la nueva PAC?

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–Porque la nueva PAC está teniendo efectos muy graves para nosotros. El recorte ha sido de un 15%. Además, desde Bruselas te quieren decir la manera en la que tú tienes que cuidar tu tierra. Si no cumples te sancionan y te quitan el 50% de las ayudas. Por no entrar en la burocracia, que se ha complicado de forma abismal.

–¿Qué pasa con la burocracia? ¿El agricultor también se ha convertido en oficinista?

–A mí me piden para una hectárea que tenga un perito y me piden alguien que sepa de informática para el cuaderno digital. ¿Quién va a pagar todo eso? Hay cosas que no precisas en una explotación pequeña. Una persona de 60 años no puede estar todo el día diciendo lo que va a hacer y lo que no.

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–¿La Unión Europea quiere acabar con la agricultura?

–Totalmente.

–Parece un sinsentido. La Unión Europea se gasta millones en la PAC.

–Pero no nos protege. Además, las subvenciones las está recortando. No tienen ni idea de lo que es el campo. Por eso mandan tanto requisitos que no se pueden cumplir. Los que están en Bruselas saben de estar en una oficina, de campo seguro que no.

–¿Cómo califica usted que a un agricultor que produce limones en el Valle del Guadalhorce se le ofrezcan diez céntimos y el consumidor pague dos euros por ese producto en el lineal?

–Lo califico como falta de control. No hay control en los intermediarios. Al final, paga el agricultor y paga el consumidor. El margen se queda en los intermediarios.

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–En teoría, la ley de la cadena alimentaria se creó para lo que acaba de explicar. ¿Por qué está fallando?

–Es algo que se han inventado para callar bocas. En la práctica no se está llevando a cabo.

–El precio del aceite está alto como nunca. ¿Eso favorece a los agricultores?

–El precio está alto, sí. Pero es que no producimos por culpa de la sequía. Un litro de aceite está en nueve euros. Pues estando a nueve euros, yo puedo asegurar que los agricultores apenas pueden sacar adelante sus explotaciones con ese precio. ¿Por qué? Porque no producen. Además,, como he dicho antes, los costes han subido muchísimo. Sueldos, luz, fitosanitarios, seguros sociales, gasóleo... La gente dramatiza con los diez euros que vale el litro de aceite, pero luego se toma una copa a ese precio y no pasa nada.

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–La imagen que se da en parte de la sociedad del agricultor es la de alguien que no mira por el medioambiente. ¿Qué siente?

–Indignación. Los agricultores somos ecologistas, somos animalistas y defendemos el campo como nadie. Yo estoy todo el año el campo y no veo a ningún animalista nunca por aquí.

–¿Qué es para usted Andalucía?

–Andalucía es agricultura, de toda la vida. No sé por qué quieren cambiar eso. El turismo y la agricultura se pueden compaginar. La agricultura es la base y los cimientos.

–¿Un momento preferido en el campo?

–El amanecer. Casi nunca suele correr viento. El silencio. Escuchando solo a los pajaritos cantar. Me quedo con el amanecer.

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