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SUSANA DÍAZ: La mujer coraje

SUSANA DÍAZ: La mujer coraje

La presidenta andaluza y candidata socialista es una mujer directa con cualquier interlocutor, dura con el adversario, trabajadora de 14 horas, Extrovertida y familiera a rabiar. Pero sobre todo es una mujer coraje. Con casi todo en contra ha logrado en 16 meses colocar a su partido, el PSOE, en claro favorito para ganar el 22 de marzo.

Maria Dolores Tortosa

Sábado, 23 de junio 2018, 18:27

Susana Díaz Pacheco (Sevilla, 1974) es de todos los candidatos de las elecciones del próximo día 22 de marzo la que más se juega. Es la presidenta del Gobierno andaluz, cargo al que accedió tras la dimisión del socialista José Antonio Griñán el verano de 2013, pero nunca ha ganado unas elecciones para serlo. Esta es una razón en sí poderosa para que estas elecciones tengan un cariz plebiscitario sobre su persona. El PSOE también lo ha entendido de esta forma, ya que pocas veces hasta ahora había diseñado una campaña electoral tan centrada en la marca de un candidato en detrimento de las siglas del partido. Ni siquiera en la época de Felipe González.

En estado de buena esperanza

  • Se ha escrito hasta la saciedad que Susana Díaz es la esperanza del PSOE. Al menos lo es del PSOE andaluz para estas elecciones. El símil tiene mucho de particular con su vida y sus circunstancias. La presidenta es devota de la Esperanza de Triana, en cuya capilla se casó con José María Moriche, mileurista en una editorial y costalero del Cristo de las Tres Caídas en la madrugá. Pero además está embarazada y será madre en julio, algo que la pareja ha esperado largo tiempo.

A ello contribuye la personalidad apabullante de esta política sevillana nacida, criada y residente en Triana, un barrio de Sevilla de sobra conocido por ser una de las cunas del flamenco. Díaz no deja indiferente a nadie y a la vista está haber demostrado que ha «nacido para mandar», como dijo a este periódico un periodista de su partido en 2012 al ser nombrada consejera de Presidencia. En tan solo 16 meses, desde que es la primera mujer presidenta de Andalucía, se ha convertido en un escaso ejemplo de fulgurante y carismático liderazgo al que no solo idolatran los militantes socialistas como si fuera un talismán. Díaz ha colocado a un PSOE que lleva gobernando 33 años en Andalucía, la comunidad con más paro, y al que le persigue los talones de la corrupción, en favorito para ganar las elecciones y recuperar la hegemonía que le arrebató el PP hace tres años. Sólo lo explica el coraje de una mujer a la que también miran con atención, curiosidad y admiración prebostes económicos y políticos nacionales e incluso internacionales. «La poderosa», la llamó el diario portugués Expresso el pasado otoño. El rey Mohamed VI de Marruecos le fletó un avión en septiembre cuando visitaba Rabat por la curiosidad de conocer a quien de tanto se hablaba en España.

Susana Díaz en realidad es de una barriada del barrio de Triana, el Tardón. Porque en Triana también hay ricos y pobres. Díaz alude mucho estos días a esa situación, a su familia de clase trabajadora, a su padre fontanero. «Soy de la casta de los fontaneros», dijo con acierto hace meses para alegría de sus estrategas. Ahora lo repite en cada mitin y tiene asegurada la ovación y el entusiasmo. A muchos de ellos asiste su padre en primera fila. Y ella lo menciona con orgullo y como referente. «Ella es pueblo», dijo José Antonio Griñán, su Pigmalión, quien acertó a ver en Susana Díaz un nuevo Felipe González, alguien capaz de rescatar sin complejos la O de obrero de las siglas socialistas que la casta de burgueses progresistas de su partido perdió junto a la mayoría social. Díaz, la mayor de cuatro hermanas, alude a sus orígenes para explicar por qué se metió en política siendo muy joven, para poder llevar a esa Triana obrera las mismas oportunidades que sus compañeras en el colegio del otro lado de la calle. Repite que estudió con becas, las de Felipe González, con el fin de reclamar la contribución del PSOE a la universalidad de la educación y la sanidad públicas, una medalla a la que le saca brillo en cada mitin para hacer recapacitar a los obnubilados por Podemos.

Gran experiencia orgánica

Es licenciada en Derecho por la Universidad de Sevilla. Fue alumna aplicada y concienzuda, dicen sus profesores, aunque dejó arrastrar algunas asignaturas varios años por su actividad política. Por esta dedicación a la política desde temprana edad y no haber tenido un trabajo fuera de ella recibe las mayores críticas. Aunque nada de esto se escuchará mucho esta campaña. Su principal contrincante, Juanma Moreno (PP), tiene una biografía parecida en este sentido. Pero su experiencia en política sí puede serle útil a la hora de generar confianza en la gestión. Lo ha sido casi todo. Arrastra una gran experiencia orgánica. Nadie debe extrañarse de que tenga al PSOE andaluz amarrado tras de sí sin apenas movimientos incómodos. Mira mucho a Felipe González, pero en esto es más de escuela guerrista. Conoce al partido como la palma de su mano. Algunos se sorprenden de que incluso cuando llega a un pueblo ahora en precampaña se sepa el nombre de un antiguo alcalde. «Soy una mujer de partido», repite.

Ha sido secretaria de Organización en todos los niveles del PSOE: Juventudes Socialistas, en la dirección provincial de Sevilla y en la regional andaluza. Fue aupada a la secretaría general del PSOE andaluz en noviembre de 2013 por aclamación, dos meses después de asumir la Presidencia de la Junta. En el campo institucional ha sido concejala en el Ayuntamiento de Sevilla (1999-2004); diputada nacional (2004-2008), diputada autonómica (desde 2008) y consejera de Presidencia (2012-2013).

En marzo de 2010, cuando Griñán la eligió como su número tres en el PSOE era casi una desconocida. Hoy es una de las políticas nacionales de mayor proyección. Un liderazgo que se ha convertido en algo incómodo en la campaña. El Rey Juan Carlos le insinuó hace un año que asumiera la dirección del PSOE. Ella dejó pasar el tren porque quería cumplir con su compromiso de ser candidata y ganar en Andalucía. Pero el runrún del salto a Madrid le persigue sobre todo por la distante relación con Pedro Sánchez pese a la insistencia en asegurar que se quedará en Andalucía.

De su experiencia orgánica en el PSOE adquirió una cualidad importante para sobrevivir: frialdad a la hora de tomar decisiones. Lo ha demostrado, dicen que con todo el dolor de corazón, cuando ordenó dejar fuera del Gobierno y de las listas a cualquier socialista señalado en el caso de los ERE y cuando anunció que pediría la dimisión de Chaves y Griñán como diputado y senador si estos son acusados de un delito por el Tribunal Supremo. Ha sido quizás el trago más amargo de su etapa como presidenta.

A su empeño por establecer un cortafuegos para que las investigaciones judiciales de corrupción no le salpiquen, se une la de contrarrestar el paro galopante con la impronta de que mueve Roma con Santiago para fomentar el empleo en una comunidad con un millón de parados. En esta estrategia se encuentra la colección de encuentros con los mandamases económicos del país, los señores del Ibex 35. Todos, desde el fallecido Emilio Botín, su hija Ana Patricia, hasta César Alierta, presidente de Telefónica, han pasado encantados por su despacho de San Telmo. Con ello no sólo ha procurado su imagen de política con aspiraciones de Estado, como le recriminan los detractores, sino que también ha fomentado la imagen de Andalucía como tierra atractiva para la inversión frente a la de corrupción y subvenciones.

Susana Díaz se confiesa muy familiera y católica creyente, cofrade de la Esperanza de Triana y en sus años jóvenes fue asidua al camino del Rocío. Es conocida su adscripción futbolística al Betis y también le gustan los toros. Es directa y extrovertida con sus interlocutores. Frente al adversario, sin embargo, es dura, y correosa con quien negocia. Es una trabajadora sin horas, «estajanovista», coinciden los colaboradores. A todos los tiee derrengados esta campaña. Ahora casi todas sus lecturas son dossieres y ensayos de política y economía, pero su lectura preferida son las novelas históricas. Ella también se propone hacer historia y convertirse en la primera mujer que gana unas elecciones en Andalucía

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