Doñana bate récords negativos por falta de agua y altas temperaturas

Estos datos están recogidos en el informe «Estado de la biodiversidad en Doñana», elaborado por la Infraestructura Científica Técnica Singular - Reserva Biológica de Doñana (ICTS-Doñana), adscrita a la Estación Biológica de Doñana – CSIC. Este estudio, que se realiza todos los años, recoge los resultados del programa de seguimiento de procesos naturales y permite detectar la evolución temporal de los ecosistemas y la biodiversidad en ese espacio.

Estos datos indican que 2023 fue un año extraordinariamente seco y caluroso para Doñana. El último ciclo hidrometeorológico, que va desde septiembre de 2022 hasta agosto de 2023, se caracterizó por su sequedad. El informe indica que Doñana ya lleva más de una década con niveles de precipitación por debajo de la media, especialmente en los últimos dos años. Con apenas 330,4 mm registrados, este último ciclo es el segundo con menor precipitación anual de la última década tras el de 2021-2022, lo que da cuenta de la continuidad de la sequía.

A esto se han sumado unos registros de temperaturas históricos. Aunque no se llegó al límite de temperatura máxima, registrado en 2022, hubo 14 días con más de 40 grados y se alcanzó la media anual más alta de toda la serie histórica.

Esta combinación de calor y escasez de precipitaciones, sumada a la sobreexplotación del acuífero, se ha traducido en una exigua inundación en marismas y lagunas, lo que ha supuesto un bajo número de aves acuáticas invernantes y ha provocado que el declive de las poblaciones de aves acuáticas reproductoras y de otras especies animales, especialmente de anfibios y peces, continúe, según señala el informe. La situación general también es mala para el conejo, del que dependen muchos carnívoros y aves rapaces.

El estudio recuerda que la laguna de Santa Olalla, la más grande de Doñana, ha vuelto a secarse por completo a finales de agosto. Desde que se tienen registros, esta laguna nunca antes se había secado dos veranos seguidos, ni siquiera durante los periodos de sequía extrema de los años 90 ni de principios de los 2000. Históricamente, Santa Olalla era una laguna de carácter permanente, es decir, mantenía agua durante todo el año y servía de refugio para muchas especies durante las estaciones más cálidas y secas.

Al haberse secado por segundo año consecutivo se puede concluir que ya no quedan lagunas permanentes en Doñana. Las otras dos lagunas más grandes del espacio, la del Sopetón y la Dulce, también se secaron el pasado verano. La primera, a principios de julio y la segunda, un mes más tarde.

En la presentación del informe, el director de la Estación Biológica, Eloy Revilla, explicó que los datos del informe permiten concluir que los sistemas de Doñana, especialmente los más dependientes del agua, están en un mal estado. «Hay una serie de cambios que se están produciendo en las lagunas, la vegetación y en las especies que dependen de la disponibilidad de agua, como es el caso de las aves acuáticas, que muestran una regresión y un mal estado de conservación a consecuencia de esa falta de agua y del aumento de la temperatura».