Albert Rivera, ayer en la Plaza de España de Sevilla. Efe

Díaz, acosada por los 40 años y el diálogo con Cataluña

Andalucía en el dieciocho ·

Las intervenciones este fin de semana en Andalucía de los líderes de PP y Ciudadanos confirman dos de los temas sobre los que girará la campaña de las elecciones andaluzas

Domingo, 30 de septiembre 2018, 01:00

Las intervenciones este fin de semana en Andalucía de los líderes nacionales de PP y Ciudadanos han confirmado dos de los temas sobre los que girará la campaña de las elecciones andaluzas, aún sin confirmar si se celebrarán a final de otoño. Estos son la insistencia de la oposición en la alternancia en Andalucía después de 37 años de gobiernos socialistas, que se pondrían en 40 años si Susana Díaz logra conservar la Presidencia de la Junta; y el papel de Andalucía en España con el independentismo catalán negociando con el Gobierno de Pedro Sánchez como telón de fondo.

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Saldrán también a relucir en el intercambio de artillería verbal los casos de los ERE y la Faffe, pero estos asuntos no serán más que ruido. Sobre todo si se sigue insistiendo, como lo han hecho dirigentes del PP, Ciudadanos y también Podemos, que la fecha electoral depende del juicio de los ERE. No digo que Susana Díaz no lo hubiera tenido en cuenta, pero una vez que el tribunal del juicio a Chaves y Griñán y otros 22 excargos socialistas ha dejado entrever que no habrá sentencia hasta casi el verano, que sigan erre que erre suena a eso tan viejo de 'no dejes que la realidad te estropee un titular'.

Más enjundia tiene lo de las cuatro décadas de gobiernos socialistas, porque esto sí parte de una realidad irrefutable. Podrá matizarse que han sido diez legislaturas con gobiernos de diferentes tonos ideológicos al haber gobernado el PSOE con los andalucistas ocho años, con los comunistas otros tres y pactado con Cs también tres. Pero siempre ha estado un presidente/a del puño y la rosa al frente de la Junta.

El PP redondea la cifra en 40 años, al añadir a los 37 de gobiernos salidos de las urnas, los tres en los que la Junta preautonómica estuvo presidida por los socialistas Plácido Fernández Viagas y Rafael Escudero. Este pasado mayo se cumplieron esos 40 años, pero como recordó el presidente del PP andaluz, Juanma Moreno, a Susana Díaz en la sesión de control del jueves, la Junta y el PSOE han pasado de puntillas sobre la onomástica. Quizás para que no se hable de 'régimen'. La cifra cuadra con la del tiempo que duró la dictadura de Franco.

El PP, sin embargo, es el partido que más complicado tiene esgrimir los 40 años como argumento, ya que es el mismo tiempo que lleva fracasando en convencer a los andaluces para que les deje gobernar. Lo dijo Pablo Casado el pasado julio en su discurso para ganar las primarias del PP a Soraya Sáenz de Santamaría al señalar a Moreno que le iba a ayudar a acabar con «40 años de fracasos en Andalucía».

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Casado quiso este viernes en Jerez dulcificar el mensaje para que no pareciera que tacha a los suyos de incapaces, pero el parche resultó peor que la herida. Al preguntarse «¿qué pasa, que los andaluces son de peor condición?» por no darle la oportunidad al PP de gobernar en la Junta, regaló al PSOE la cuchilla para que le reabriera la herida. Le dio autoridad moral a Susana Díaz para una fórmula que utiliza mucho, la de confundir Andalucía con la Junta y su partido. A Casado debe recordarle alguien que hay una antología de agravios y meteduras de pata de ese estilo en dirigentes de su partido. En este caso, además, sin justificación. No es verdad que los andaluces no hayan votado al PP. Este partido ganó en esta comunidad varias elecciones generales, las últimas en 2016. También ha gobernado capitales y ciudades, en algunos casos como Málaga durante 23 años ininterrumpidos. Casado en realidad no entendió del todo y se equivocó al transmitir la estrategia del PP andaluz al poner en circulación el peso de los 40 años de gobiernos socialistas. El equipo de Juanma Moreno lleva tiempo trabajando para conquistar el voto de los descontentos con la gestión de los socialistas en la Junta. «El PSOE no sufre un desgaste ideológico, sino de gestión. Mucha gente se siente maltratada por su gestión», aseguran en el entorno del líder del PP andaluz.

Moreno se ha reunido muchas veces con estos descontentos de la sanidad y la enseñanza, las dos áreas importantes de la gestión de la Junta. Pero también lo ha hecho la líder de Podemos, Teresa Rodríguez, quien tiene la misma percepción de que el suelo electoral del PSOE puede resentirse por el hartazgo de la ciudadanía. También el líder de Cs, Juan Marín, otea un posible caladero de votos en colectivos aburridos de esperar el cumplimiento de las promesas. La maquinaria de la Junta, con casi 270.000 funcionarios, se ha hecho tan insoportablemente lenta que las ayudas a los autónomos o la renta básica a familias sin recursos tardan meses. El dinero está presupuestado, pero no logra gastarse. «Hay una mayoría silenciosa harta de una maquinaria socialista de 37 años que sigue sin resolver muchos problemas», aseveran en el equipo de Marín.

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Rivera exhibe en la capital de la Andalucía socialista su programa para centralizar el Estado de las autonomías

El Gobierno de Susana Díaz ha redoblado esfuerzos por romper esa dinámica, que la presidenta atribuye a los numerosos recortes en la financiación autonómica por la crisis y el castigo del Gobierno del PP de Rajoy. El PSOE quiere hacer valer el esfuerzo de la Junta para frenar los recortes, sobre todo para no suprimir empleos en el SAS, aunque se tuviera que reducir salarios. Aún así, los socialistas andaluces parecen estar entrenados para responder a la ofensiva de los 40 años, como se vio este viernes con la réplica orquestada a las declaraciones de Pablo Casado. Una admisión de que será un arma en su contra.

Cataluña al fondo

El otro gran asunto es el papel y peso de Andalucía en España tras las conversaciones de Pedro Sánchez con los independentistas de Cataluña. Elobjetivo de Cs y PP es poner en un brete a Díaz, desdibujar su conocido discurso en defensa de la unidad de España y la igualdad de los territorios por el diálogo y posibles concesiones del Gobierno socialista a los independentistas catalanes. Teodoro García Egea lanzó este anzuelo al acusar a Díaz de estar muy callada sobre los políticos presos. «Solo le falta ponerse el lazo amarillo e ir a ver a Torra», una frase que de nuevo obtuvo un aluvión de réplicas socialistas.

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Aún hay más. El PSOE no se cierra a futuros acuerdos con Cs en Andalucía, como el que tanta comodidad para gobernar le ha dado esta legislatura. Ahora bien, tendrá que mirar Susana Díaz por dónde camina el partido naranja. Lo que puso de relieve el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, en el mitin ayer con el que cerraba la convención 'España Ciudadana' en Sevilla, está lejos de lo que ha defendido siempre el socialismo andaluz.

Rivera exhibió sin complejos en la capital de la autonomía andaluza su proyecto de Estado anunciando diez reformas en los ámbitos de la salud, educación y dependencia (los que más presupuesto destinan las comunidades) e impuestos. De la letra pequeña de esas ideas se deduce una apuesta por un Estado más centralista en el que las comunidades tengan menos competencias. Rivera mismo expuso que sus reformas son como «tablas de la ley» para un estado autonómico real sin «tribus y chiringuitos», en alusión estas últimas palabras a las 17 comunidades autónomas.

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El lugar elegido resulta muy simbólico: la Plaza de España construida en tiempos de la dictadura de Primo de Rivera (1929) en la que se rinde homenaje a las provincias españolas. Más significativo resultó que el millar de asistentes llenaran de banderas españolas y europeas la plaza, en la que apenas lograron verse enseñas andaluzas, algo insólito en los mítines políticos en esta Comunidad. Rivera quiere ganar a Díaz en españolismo, pero arriesgando el flanco del orgullo de ser andaluz. Un riesgo.

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