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Madrid es una caja de resonancia, las ondas que allí se generan llegan a todo el país. Con estas palabras y después de varias semanas ... glosando la estabilidad del Gobierno andaluz, el presidente de la Junta, Juanma Moreno Bonilla, lanzó esa reflexión el pasado lunes en Granada. No como una expresión de deseos, sino como la constatación de que no hay aislamiento que pueda garantizar que todo siga igual ante un terremoto de gran magnitud si éste se produce en la capital de España.
Los resultados electorales en Madrid han sido en gran medida un temblor que carga de incógnitas a la política andaluza ¿Cómo influirán en esta comunidad? ¿Amenazan a la estabilidad del Gobierno? ¿Suponen una invitación al adelanto electoral?
Los resultados en Madrid han sido la comprobación empírica de algo que ya se intuía y que las urnas han confirmado de manera contundente: la situación política de mayo de 2021 no se parece en nada a la de diciembre de 2018, cuando se produjo el vuelco político en Andalucía. Han pasado apenas dos años y medio, pero el cambio en términos políticos parece de décadas. El Partido Popular era entonces una formación en retroceso, ahora va camino de recuperar el terreno perdido. Ciudadanos era una fuerza en ascenso cuyo techo se desconocía, hoy es un partido en descomposición. La representación prácticamente paritaria de ambas formaciones en el Gobierno andaluz (seis miembros del PP, cinco de Ciudadanos) se corresponde con la representación parlamentaria obtenido en 2018, pero no tiene ninguna relación con la realidad actual. Ese equilibrio virtual ha saltado por los aires y las consecuencias del estallido son todavía difíciles de vaticinar¿Cuántos parlamentarios de la formación naranja y sus equipos empezarán a hacer movimientos para garantizarse una supervivencia política individual al margen de la formación con la que llegaron al Parlamento? ¿Resistirá unido el grupo parlamentario? Y la más importante: ¿Será el encapsulamiento acordado para aislar al Gobierno de la Junta de los movimientos telúricos exógenos capaz de resistir a todas las presiones?
La tercera columna en la que se sustenta la la estabilidad política andaluza es Vox. Después de su espectacular ascenso en las elecciones de Cataluña, en las que adelantó a las otras dos formaciones del bloque de la derecha, Vox se decidió a lanzar el órdago más fuerte contra el Gobierno andaluz. Primero, con el anuncio de que no volvería a apoyar votaciones en el Parlamento hasta que se aprobara el pin parental; después, con el reclamo de adelantar las elecciones. Ambas posiciones, anunciadas con firmeza, han ido perdiendo consistencia con el paso del tiempo. Ahora se puede ver tentado de reclamar que la Junta tenga más en cuenta sus posiciones, sobre todo porque el PP ya no tendrá otros aliados para elegir.
Moreno Bonilla ha dicho tantas veces que no tiene intención de alguna de adelantar elecciones que si se viera tentado de hacerlo tras una coyuntura electoral tan favorable como la que se le presenta ahora tendría difícil articular un discurso para justificarlo. Sólo tendría dos motivos: que se desintegrara el grupo parlamentario de Ciudadanos o que Vox le obligara haciéndole perder una votación tras otra. El problema para esta formación es que algunas de las votaciones que quedan por delante, y que podrían justificar la caída de un gobierno, son de asuntos tan fundamentales como la bajada de impuestos o la nueva ley del suelo. Si por orden de Madrid los de Abascal rechazaran en el Parlamento alguna de estas iniciativas, quienes lo tendrían muy difícil para justificarlo ante su propio electorado serían ellos.
Además, Vox no ha salido reforzado de las elecciones madrileñas. Es verdad que no retrocede, pero las expectativas de continuar con la tendencia de franco ascenso que venía protagonizando elección tras elección se han visto confrontadas con un crecimiento mucho más modesto. En Andalucía, donde sus votos son claves, deberá moverse con prudencia si no quiere sucumbir a la estrategia que seguramente pondrá en marcha el PP para completar hacia su derecha lo que ya ha conseguido en el centro.
También en la oposición andaluza los resultados de Madrid ofrecen motivos para reflexionar. El sanchismo sale tocado y la estrategia de confiar la movilización de los votantes sólo al temor a la extrema derecha, también. Los socialistas andaluces se ven urgidos a tomar decisiones porque la posibilidad de un adelanto electoral, no siendo más que una hipótesis, está hoy más cercana que ayer. Su desafío, a la vista de los sucedido en Madrid, va mucho más allá de elegir a la cabeza de cartel.
El espacio a la izquierda del PSOE tampoco tiene motivos para el optimismo en Andalucía. Podemos ha mostrado ser una fuerza en claro retroceso. La formación que irrumpió como representación política de los jóvenes del 15-M ha quedado reducida a una mera refundación de lo que ya había. Después de haberse limitado a ocupar el espacio ideológico de Izquierda Unida, se confirma que va camino de ocupar su acotado espacio electoral. En Andalucía, donde los seguidores de Errejón son una fuerza marginal, la izquierda tiene un problema.
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