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Contienda en blanco y verde

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Día de la Bandera ·

El último movimiento de la Junta evidencia que el andalucismo ha dejado de ser patrimonio de la izquierda para convertirse en un espacio en disputa

Domingo, 13 de noviembre 2022, 00:30

Como si se tratara de un emblema que no puede ser compartido, la declaración por el Consejo de Gobierno de la Junta del 4 de diciembre como Día de la Bandera de Andalucía ha despertado reacciones que ponen en evidencia que el andalucismo político es un terreno en disputa. No se trata, como sucedió en otras épocas, de un espacio que aspire a ser ocupado por un partido de corte nacionalista, autonomista o de ámbito exclusivamente andaluz. Son las dos grandes formaciones, el PP y el PSOE, las que aspiran a ser consideradas como el partido que más se identifica con las necesidades de la tierra y que mejor defiende sus intereses frente a agresiones externas reales o imaginadas.

Esta disputa no es nueva. Se produjo primero durante el nacimiento del proceso autonómico. En aquel momento los contendientes fueron el Partido Socialista de Andalucía, que después mutó su nombre al de Partido Andalucista, y el PSOE de Andalucía. La batalla, que tuvo su momento determinante en el referéndum del 28 de febrero de 1981, la ganó este último, lo que permitió poner los cimientos de una hegemonía política que se prolongaría durante más de 35 años.

El giro político que se inició con las elecciones de diciembre de 2018 y se consolidó con la mayoría absoluta del pasado 19 de junio, ha reabierto esa batalla. En política ninguna victoria es definitiva.

Tan pronto como Juanma Moreno puso un pie en el Palacio de San Telmo, comenzó a perfilar un proyecto político que iba más allá de la primera legislatura del cambio y apuntaba a convertir al PP en el nuevo partido hegemónico en Andalucía. Se inició con la reivindicación de Manuel Clavero Arévalo, el ministro de la UCI que dejó su cargo por las reticencias del gobierno que integraba frente al proceso autonómico.

El giro consolidado el 19-J ha reabierto la batalla por la identificación hegemónica con los intereses de Andalucía

El PP ha dado desde el Gobierno un paso con el que el PSOE nunca se atrevió: la institucionalización del 4-D

El Ejecutivo de Juanma Moreno dio el nombre del ex ministro al salón donde se reúne el Consejo de Gobierno y también a uno de los reconocimientos que se conceden el 28 de Febrero. Cuando el exministro falleció, sus restos fueron velados en el Parlamento, una institución a la que nunca perteneció. Moreno no duda en reconocer a Clavero Arévalo como padre de la autonomía andaluza, lo que causó irritación en las filas socialistas, donde consideran que se desprecia el papel fundamental jugado por el primer presidente autonómico, Rafael Escuredo.

Este proceso de disputa subió un escalón cualitativo cuando el pasado martes 8 de noviembre el Consejo de Gobierno de la Junta aprobó el decreto por el que se declara al 4 de diciembre como el Día de la Bandera de Andalucía.

Desde el PSOE no se tardó en reaccionar. Juan Espadas señaló desde su cuenta de Twitter que «los que en ese momento dijeron no, ahora presumen de andalucismo y reivindican una día histórico en el que no creyeron». En la misma red social, el parlamentario Mario Jiménez acusó a Juanma Moreno de usar la presidencia para reescribir la historia y hacer olvidar «el papel vergonzoso y traicionero que la derecha andaluza y española jugaron para intentar impedir que Andalucía tuviera una autonomía plena».

También cayeron críticas por la ausencia de referencias expresas a Manuel García Caparrós, el militante de Comisiones Obreras abatido a pocos metros de un cuartel policial en la manifestación celebrada en Málaga aquel 4 de diciembre de 1977.

Rojas Marcos

Hay que remontarse algunos días atrás del Consejo de Gobierno en el que se adoptó la decisión para comprender el real alcance de la medida y la vehemencia de la reacción socialista. El pasado 19 de octubre, en el transcurso de un coloquio en el museo Blas Infante durante el acto de presentación del libro 'Por un poder andaluz', de José Luis Villar, el histórico dirigente andalucista Alejandro Rojas Marcos, referente principal de la fuerza política que perdió frente al PSOE la batalla de los albores de la autonomía, le planteó al presidente andaluz que reconociera oficialmente la importancia histórica del 4 de diciembre.

Rojas Marcos le pidió que la declarara Día de la Bandera para dar rango institucional a la fecha que recuerda las masivas manifestaciones de 1977 en reclamo de una autonomía plena y en igualdad con las llamadas nacionalidades históricas. «No estaba preparado, yo improvisé porque vi al presidente en muy buena onda», asegura Rojas Marcos en una conversación con este periódico.

Para este representante del andalucismo histórico, el 4 de diciembre es un día más significativo que el propio 28 de febrero. El primero, dice, unió a andaluces de todo el arco ideológico. El segundo fue el de la celebración de un referéndum montado para que la autonomía no saliera adelante, según las reglas pactadas, asegura, por UCD y los propios socialistas. «El PSOE quería el 28 F porque es el día en el que la izquierda machaca a la derecha, nosotros no queríamos ese día porque el día grande era el 4 de diciembre», explica.

Para Cruz Artacho, las circunstancias históricas no impiden que se pueda articular un andalucismo liberal o de centroderecha

Jesús Jurado advierte de que Moreno heredó el dispositivo socialista que confundía partido, institución y comunidad

Para Salvador Cruz Artacho, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Jaén y autor de numerosas obras sobre el proceso autonómico andaluz, es un debate artificial, ya que se trata de dos fechas que no se contraponen una con otra. «Son dos hitos dentro de un proceso de lucha y conquista de la autonomía que pueden convivir perfectamente -asegura-, y sirve para destacar el papel de la movilización ciudadana y para poner de manifiesto que la conquista de la autonomía fue un asunto político, pero también cívico». Según este razonamiento, sin el hecho cívico de la movilización ciudadana no hubiese existido el hecho político del referéndum que abrió las puertas a la autonomía.

Carga simbólica

Para el politólogo malagueño Jesús Jurado, autor del celebrado ensayo 'La generación del mollete: crónica de un nuevo andalucismo' la institucionalización del 4 de diciembre -una fecha que durante los años de gobiernos autonómicos socialistas fue reivindicada en el vacío por las fuerzas andalucistas y por el espacio político a la izquierda del PSOE- tiene una fuerte carga simbólica. «Es simbólico porque se produce la misma semana en la que ha salido el cuerpo de Queipo de la Macarena y quienes podrían considerarse en buena parte herederos ideológicos de la dictadura asumen el 4 de diciembre como una celebración de todos y eso es importante verlo desde su perspectiva histórica», señala.

En su opinión, se trata de uno más entre una serie de movimientos muy inteligentes que han sorprendido incluso a los adversarios políticos del actual Gobierno andaluz. «Un reconocimiento institucional al 4 de diciembre que es algo que nunca había hecho el Partido Socialista», apunta.

Pero más allá del debate de fechas, en lo que incide Jurado es que la identidad andalucista, que tiene una fuerte carga política porque explica una situación de agravio percibida, está en disputa. Y aunque recuerda que durante décadas se asumió que el andalucismo era consustancialmente progresista y de izquierdas, cuando una identidad está ya consolidada y se ha naturalizado, se vacía, por lo que vuelve a estar en disputa. «Disputar la bandera es disputar la legitimidad democrática -indica-, por nuestra propia historia, democracia y autogobierno son sinónimos».

Cruz Artacho apunta que en el proceso del nacimiento de la autonomía estuvieron principalmente las fuerzas políticas andalucistas y las izquierdas, mientras que el centro derecha se mantuvo en buena parte ausente, cuando no en contra, con la excepción de una figura como la de Manuel Clavero Arévalo. Pero ello no significa, en su opinión, que no pueda haber un andalucismo de centroderecha o liberal. «Es posible en la medida que se formule y se articule, de la misma manera que lo es desde el andalucismo político o desde el ámbito de la izquierda», asegura.

Jurado recuerda que la representación no sólo se obtiene por los votos, sino también por términos simbólicos. En su opinión, en el caso del actual Gobierno subsumiendo la identidad del PP en la identidad del pueblo andaluz. «Eso Juanma lo comprendió desde el primer momento», afirma.

Además, en su opinión, parte de una posición de ventaja, porque ha heredado una Junta de Andalucía que durante décadas el PSOE se esforzó por fundir en un todo partido, institución y comunidad. «Se confundían pueblo andaluz, Junta y PSOE, y al heredar ese dispositivo, Juanma parte de una posición muy buena», sostiene.

Más allá de que esa identificación política con la tierra pueda hacerse en diferentes épocas y desde perspectivas ideológicas distintas, Cruz Artacho entiende que hay cuestiones que persisten. «Hay elementos que estaban presentes hace 40 años y que lo siguen estando, la idea de que una parte de las soluciones a nuestros problemas, que son muchos y graves, tienen que ver con nuestra capacidad de autogobierno, que el autogobierno nos dará las herramientas adecuadas para afrontar problemas históricos», explica.

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