
El PP cierra su crisis, el PSOE se dispone a abrirla
Mirada periférica ·
Los populares comienzan a cicatrizar sus heridas internas, pero el coste que deberá asumir Juanma Moreno es aún una incógnitaSecciones
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Mirada periférica ·
Los populares comienzan a cicatrizar sus heridas internas, pero el coste que deberá asumir Juanma Moreno es aún una incógnitaLos partidos políticos tienen su propia lógica de funcionamiento. Una lógica que es imposible intentar entender desde el sentido común que se aplica a ... otros ámbitos de la vida y que está basada en la supervivencia personal.
En los partidos, los enemigos más desalmados suelen estar cerca. Se sientan al lado y defienden los mismos colores, pero los ataques, cuando se producen, son inmisericordes. Atender a estas cuestiones internas, por los riesgos que se corren, es esencial y requieren dedicación. Es como si en un equipo de fútbol los jugadores tuviesen que reservar más energía y atención para lo que pasa en el vestuario que a lo que sucede en el campo de juego.
Tanto en el PSOE como en el PP andaluz llevan un tiempo dedicando buena parte de sus energías a sus respectivos vestuarios. Los conflictos internos, en buena medida determinados por profundas discrepancias entre las organizaciones andaluzas y sus direcciones nacionales, han trazado líneas paralelas en ambos partidos, pero a partir de esta semana ese similitud ha comenzado a romperse. Mientras el PSOE no acaba de abrir la puerta para terminar de procesar el trauma iniciado en la noche electoral del 2 de diciembre de 2018, el PP acaba de cerrar un conflicto interno de esos que sólo se explican desde la lógica muchas veces incomprensible de los partidos.
El abrazo en un acto celebrado en Granada entre el presidente nacional del PP, Pablo Casado, y su homólogo andaluz, Juanma Moreno, escenificó con gran simbolismo el acuerdo firmado para dar por cerrada la crisis abierta cuando el propio Casado decidió irrumpir en la vida interna del PP andaluz, forzó la celebración de congresos, promovió candidaturas afines y exigió el cumplimiento de cláusulas de incompatibilidad que hasta ahora habían tenido una lectura laxa. Es difícil saber si lo que se ha firmado -listas únicas en los cuatro congresos que quedan por celebrar- es una paz definitiva o un armisticio, pero lo que es evidente es que señala el fin de las hostilidades. En el cuadro general del acuerdo aparecen más afinidades tempranas al presidente nacional que actores que acompañaron en su día a Moreno Bonilla en su apuesta, finalmente fallida, por Saraya Sáez de Santamaría.
Un dirigente sin poder institucional y al que las urnas todavía no le han sonreído pero que controla los resortes internos ha conseguido marcar el terreno al líder de ese partido con mayor poder institucional en España. La lógica de los partidos.
Moreno Bonilla ha cerrado un asunto que comenzaba a provocarle dolores de cabeza, en una semana en la que el abrazo de Granada no ha alcanzado para ocultar las diferencias entre ambos y que van más allá de la conformación de cuatro listas. Por ello, mientras el presidente andaluz reclama que el Gobierno prorrogue el estado de alarma se ha visto obligado a admitir que no sabe lo que haría su partido en caso de que Pedro Sánchez diera marcha atrás y decidiera proponer la prórroga en el Congreso. No debe ser fácil ejercer de moderado en un partido cuya estrategia nacional va por otros cauces y en la que la presidenta autonómica con mayor proyección mediática ha encontrado un filón electoral en el modelo Trump de gestión de la crisis. A Juanma Moreno no se lo verá seguramente en la campaña madrileña. No porque no quiera colaborar, sino porque su discurso tiene difícil encaje en la estrategia de Díaz Ayuso.
Mientras el PP cierra la puerta de su conflicto interno, en el PSOE comienzan a abrirla de par en par. Ya se sabe que Juan Espadas ha sido el elegido por Pedro Sánchez para intentar la reconquista de la Junta, pero esa puede no ser la mejor carta de presentación ante los socialistas andaluces, que siempre han presumido de ser determinantes en la vida orgánica de su organización federal, y no al revés.
El problema es que esa influencia determinante la ejercieron, con Susana Díaz al frente, cuando por primera vez en la historia la derrota en un Comité Federal forzó la dimisión del secretario general. En la lógica de los partidos esas son cosas que no se olvidan.
Ese objetivo de evitar presentarse como un candidato apadrinado es el que inspira a Juan Espadas a marcar sus propios tiempos pese a los llamamientos que le llegan continuamente para que dé ya el paso al frente. El último ha sido el del PSOE de Jaén reclamando primarias cuanto antes para elegir candidato. Lo más probable es que no se dé por aludido. Sabe que si aparece como un candidato tutelado llevará las de perder. La lógica de los partidos no siempre es incomprensible.
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