Manifestación a las puertas del Parlamento durante el debate de los Presupuestos. Joaquin Corchero / Europa Press

Del catastrofismo a la autocomplacencia

Mirada periférica ·

Con el debate de Presupuestos se comprobó lo alejados que están los análisis sobre la marcha de la economía

Sábado, 23 de diciembre 2023, 23:58

Esta semana se aprobaron los Presupuestos de la Junta para el año próximo y el debate sobre la marcha de la economía que recorrió el ... pleno permitió ver la enorme brecha que separa la percepción de Andalucía según se la mire desde los escaños que sustentan al gobierno o desde las filas de la oposición

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Es una grieta que no está provocada por el hecho de que unos eligen mirar la situación económica a través de una foto fija -Andalucia a la cola del PIB por habitante en España- y otros, mediante la evolución de ese indicador a lo largo de los últimos años -Andalucia recortando esa diferencia con el resto del país-.

Si fuera así, a los primeros habría que decirles que se fijaran también en otros indicadores como el demográfico, porque si ésta fuera una tierra que no genera oportunidades la población inmigrante no pararía de crecer. Y a los segundos, que avanzando en la convergencia recortando apenas algunas décimas cada año tardaremos todavía muchas décadas en igualarnos.

En el debate de los Presupuestos se han escuchado también acusaciones de rodillo contra el Partido Popular por no traducir su constante reivindicación de la moderación y el diálogo en la admisión de más enmiendas de la oposición, pero es difícil que pueda haber acuerdo en el tratamiento cuando los diagnósticos están tan distanciados.

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Posiblemente si hubiera menos tendencia a la propaganda sería más fácil dejar de escuchar debates tan salpicados de hipérboles en uno y otro sentido y la posibilidad de alcanzar acuerdos sería más fácil, aún contando con las legítimas, saludables e inevitables diferencias ideológicas que se expresan como en ninguna otra disciplina en las discusiones sobre política económica.

Un buen punto de partida podría ser que desde las filas del Gobierno y de la oposición mayoritaria se dejara de recurrir a argumentos que en los mismos partidos se escuchaban con indignación –real o fingida- antes de que las elecciones de 2018 llevaran a un intercambio de papeles. No había entonces, ni los hay ahora, motivos para la autocomplacencia, pero tampoco para el catastrofismo.

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Buscar nuevos argumentos que enriquezcan el debate político y ayuden también a acercarnos a una Andalucía real no contaminada por argumentarios de partido debería convertirse en un propósito de buenos deseos para el año que se avecina.

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