Teresa Rodríguez y Antonio Maíllo. EP

Una campaña dura donde todos los candidatos se juegan su futuro

Análisis ·

Los líderes nacionales de PSOE, PP y Podemos tendrán en Andalucía el primer termómetro de un largo periodo electoral, pero sus malas relaciones con sus candidatos serán también una prueba de fuego

Martes, 9 de octubre 2018, 01:05

Una de las razones más justificables de las expuestas ayer por Susana Díaz para el adelanto electoral al día 2 de diciembre es su deseo de evitar cinco a seis meses de campaña en Andalucía. La otra razón es ahuyentar la contaminación de ... las andaluzas por las europeas y municipales para que la investidura suya, o de quien gane, no se vea «obstaculizada» por intercambios de alcaldías. Díaz ya había expuesto algunas veces que la prórroga de los Presupuestos unos meses no era un relato suficiente para no agotar la legislatura, aunque ayer situara las cuentas de 2019 como uno de los motivos para ello. Y aunque sea su deseo unas elecciones «con acento andaluz», la realidad se impondrá porque las andaluzas serán las primeras urnas en las que todos los grandes partidos quieren medir sus fuerzas cara a las otras que vienen detrás.

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Esta última circunstancia hará que la campaña tenga carácter de generales, como se barrunta por la presencia constante de los líderes nacionales de la derecha, Pablo Casado y Albert Rivera cada fin de semana. Las andaluzas servirán de medidor a la pugna de ambos por liderar la derecha, pero también serán clave para constatar el auge del PSOE tras reconquistar La Moncloa. Además de ello, lo que hace que esta campaña se prevea dura y haya hecho reflexionar a Díaz de acortarla lo antes posible es la espada de Damocles que penden sobre todos sus líderes y candidatos regionales, incluida ella, quienes se juegan algo más que ganar o perder San Telmo.

Hasta ahora los únicos dirigentes nacionales que no han pisado suelo andaluz desde que empezaron los rumores de elecciones han sido Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. El presidente estuvo en Doñana con Merkel en agosto, pero no era una visita como tal a Andalucía. Susana Díaz ni siquiera estuvo invitada.

Las difíciles relaciones de Susana Díaz con Pedro Sánchez, con quien se midió en las primarias del PSOE en mayo de 2017 tras dos años de espadas en alto, podría ser uno de los puntos flacos de la presidenta en unas elecciones en las que la vuelta a la Moncloa del PSOE podría suponerle una ventaja. El PSOE se ha apresurado a disipar cualquier nubarrón sobre ello advirtiendo de que Sánchez apoyará sin fisuras a Díaz. De hecho, habrá un insólito Consejo de Ministros el próximo día 26 en Sevilla donde se espera que se anuncie inversiones para Andalucía.

La calidad del pegamento se verá con la elaboración de las listas de candidatos al Parlamento y qué proporción de los afines al sanchismo hay en ellas. Hasta ahora unos y otros se han ignorado y hecho el vacío. Díaz no incluyó a ninguno de los sanchistas en los órganos del PSOE andaluz y Sánchez tampoco a nadie de la cuerda de la andaluza en el Gobierno y en la Moncloa.

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Hasta el verano pasado, la oposición, sobre todo PPy Podemos-IU, utilizaron la rivalidad Sánchez-Díaz como metralla para debilitar a la andaluza. Una de las peculiaridades de estas elecciones en Andalucía es que también Juanma Moreno y Teresa Rodríguez las afrontan sin el abrazo amigo de sus líderes nacionales. Moreno apostó fuerte por Soraya Sáenz de Santamaría en las primarias del PP en julio y rechazó la petición de Pablo Casado para respaldarle. Casado no se lo ha tenido en cuenta hasta ahora, pero Moreno sabe que estas elecciones son su última oportunidad en la política andaluza. También Teresa Rodríguez lidera la confluencia Podemos-IU bajo unas siglas, Adelante Andalucía, a las que se ha opuesto de manera clara Pablo Iglesias, quien sometió a referéndum y ganó que Podemos fuera la marca principal en las coaliciones electorales. Rodríguez se rebeló y en la rebelión llevó consigo a Antonio Maíllo (IU), quien también cuenta con un sector crítico en IU a su apuesta por la confluencia.

Estas son unas elecciones en las que tres de los cuatro candidatos se juegan más que la Presidencia de la Junta. Se juegan su propio futuro político por sus diferencias con los líderes nacionales y cuando ninguno está en edad de retirarse. El PSOE de Pedro Sánchez no tendrá ningún miramiento en sacar del control del partido en Andalucía a Díaz si esta no conserva la Presidencia de la Junta. Casado tampoco lo tendría para apartar a Moreno si no logra llegar a San Telmo. Teresa Rodríguez y Antonio Maíllo admiten que si fracasan, si la confluencia saca cinco o seis diputados menos de los 20 de ahora, habrán de irse. La escasa participación en las primarias conjuntas para el refrendo de sus candidaturas ha sido como un aldabonazo que les ha hecho reflexionar.

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Solo Juan Marín se ve a salvo de la espada de Damocles de sus líderes nacionales, sobre todo si como el propio Rivera dejó dicho en la presentación de la candidatura del gaditano, tanto él como Inés Arrimadas serán 'candidatos' en la sombra de Ciudadanos y se harán responsables del resultado.

La campaña, que oficialmente empieza el día 16 de noviembre y acaba el día 30, puede despejar si de verdad hay otra confluencia distinta a la de Podemos-IU para desbancar a Susana Díaz. En las incursiones en Andalucía de Albert Rivera y Pablo Casado ha llamado la atención sus discursos paralelos en tres asuntos para desgastar al PSOE andaluz: Los 40 años en los que se pondría este partido gobernando Andalucía si vuelve a ganar; Los casos de corrupción judicializados que afectan a los socialistas andaluces; y la gestión del Gobierno de Sánchez del conflicto de Cataluña.

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Todo lo anteriormente expuesto hace que se avecine en Andalucía una campaña muy dura, como se vio ayer antes incluso de que Susana Díaz firmase el decreto de la convocatoria de elecciones, cuando Juanma Moreno se fue con toda la cúpula del PP andaluz a las puertas de un desvencijado club de alterne en el que cargos socialistas de hace diez años se gastaron la mitad o más de los 32.000 euros hasta ahora detectados en tarjetas de la Junta con las que se pagaron servicios de puticlubes. Moreno quería que el 'Don Angelo', cerrado y ruinoso, sirviera de metáfora del PSOE tras cuatro décadas al frente de la Junta.

La campaña electoral comenzará pocos días después de que Susana Díaz comparezca en el Senado citada por el PP para hablar de los caso ERE y Faffe en la comisión sobre financiación ilegal de los partidos. Ni Cs ni Podemos tienen representantes en estas comisiones, pero estos dos partidos, sobre todo Cs, van a fustigar a Díaz con un trazo grueso sobre estos temas como en toda la legislatura.

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Aunque la décima legislatura que ahora acaba ha sido quizás de las más productivas que se recuerdan en el Parlamento, mucho más que la anterior. Pese a la ausencia de mayoría, los partidos han logrado consensuar hasta una treintena de leyes y decretos. El mayor consenso llegó con el acuerdo de PSOE, PP, Podemos e IU sobre la petición de un nuevo sistema de financiación que conceda a Andalucía 4.000 millones de euros más anuales. Cierto que ha habido fallos grandes en la vida parlamentaria, como no ponerse de acuerdo para solventar la anomalía que supone no haber regenerado la representatividad en los órganos de extracción parlamentaria. La legislatura acaba sin que la RTVA, la Cámara de Cuentas y la Oficina del Defensor cuenten con representantes de Podemos y Ciudadanos en sus órganos de gobierno.

Los momentos más emotivos de esta décima legislatura de la autonomía andaluza que ahora acaba fueron las muertes de dos de sus mejores oradores, José Luis Serrano (Podemos) en enero de 2016 y Antonio Garrido Moraga (PP), fallecido dos años después, en enero de este año. Dos recordatorios tristes para unas elecciones que por primera vez se celebran a final de otoño, casi en invierno. Todas las demás fueron en marzo o junio.

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