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Si hay una idea recurrente en los discursos políticos, empresariales y sindicales es la de que la industria refuerce su peso en el PIB. En Andalucía la de sectores tradicionales y de laque acompaña a la economía digital representa ahora un 11%. En los planes ... de industrialización del anterior Gobierno regional, el objetivo era llegar al 20%. A imitación de los países más avanzados, la apuesta industrial permite una base de empleo de más calidad y, en el caso andaluz, un mix que refuerza su potencia turística. Esa industria es ya sobre todo industria 4.0 con un futuro que depende directamente del gasto de I+D+i y de la mano de obra cualificada. El sistema de innovación desde las universidades, centros, grupos de investigación y las empresas, hace tiempo que da señales positivas. Es a partir de finales de los 80 del pasado siglo cuando se diseña una estrategia pública que dará lugar a los parques tecnológicos de Cartuja y de Málaga. Fueron el germen de la decena de parques en la Comunidad buscando conexión con las actividades productivas y sectores de futuro. En Sevilla y Málaga, más de un millar de empresas trabajan en torno a clúster también en sectores de alta tecnología, cuando no disruptivos, que marcaran el futuro: robótica, big data, inteligencia artificial, ciberseguridad, aeronáutica, alta velocidad, blockchain, coche autónomo...
645 empresas El sector TIC concentra el mayor grupo de empresas y un 63% del empleo
Vanguardia Málaga es referencia en tecnologías disruptivas organizadas a través de clúster.
El origen hace 30 años estuvo en el objetivo de incorporar la región al empuje de la informática, electrónica y telecomunicaciones, que marcaban el modelo de éxito de los 80, con Silicon Valley como fórmula de éxito. Si en el caso de Sevilla jugó también la necesidad de rentabilizar las infraestructuras que dejaría el final de la Expo92, en el del PTA, el objetivo era atraer grandes empresas TIC orientadas a la fabricación. La fórmula, luego aparcada ante el giro global de la deslocalización, cosechó éxitos iniciales, pero también sonados fracasos, ya en los 90 como los de Vitelcom, la primera gran fábrica de móviles de marca blanca para Telefónica. El PTA, hoy con una gran rotación de empresas, es el ecosistema innovador más importante de la región. Con unas 650 empresas y casi 20.000 trabajadores, el PTA representa el 19,27% del PIB de la ciudad de Málaga y el 20% del empleo local. Su modelo atrae a un 10% de firmas extranjeras que suponen un 30% del empleo y un 40% de la facturación. Las empresas TIC, con un tercio del total, son las que tienen más peso, con un 63% del empleo y el 54% de la facturación. Para su director, Felipe Romera el modelo del PTA ha dado continuidad a una base de innovación que arrancó dos siglos atrás en Málaga, en el XIX, cuando la ciudad se subió a la primera revolución industrial con el vapor, el ferrocarril y más tarde la electricidad. La siderurgia y la minería industrial fueron referencias durante décadas, mientras otras como la textil o la agroalimentaria -la industria azucarera-, se prolongarían hasta los años 80, cuando ya el monocultivo turístico sentenció el final de la industria pesada y produjo el gran cambio económico e incluso el éxodo demográfico del interior a la capital.
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