Explotación de frutos rojos en el entorno del Parque Nacional. WWF
Política andaluza

Bienvenido Herr Müller

Mirada periférica ·

La visita de diputados alemanes a España para interesarse por Doñana será usada seguramente como proyectil en un debate en el que las torpezas fluyen a un lado y a otro

Domingo, 4 de junio 2023, 00:07

El Partido Popular cometió esta semana una torpeza mayúscula en el Parlamento de Andalucía, donde se tramita la ley de regularización de regadíos en el entorno de Doñana. A la hora de aprobar la relación de comparecientes para el turno de escucha a agentes sociales, ... impuso junto a Vox una lista que apuntaba a un enfoque parcial y sectario del debate, como si no hubiera la menor intención de escuchar voces críticas con una iniciativa que desde el inicio ha estado lejos de concitar unanimidad.

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Entre los excluidos figuraban el presidente del Consejo de Participación de Doñana, Miguel Delibes de Castro, cabeza visible de una entidad que está integrada en el organigrama institucional de la Administración autonómica; el director de la Estación Biológica, Eloy Revilla, y la mayoría de las asociaciones ecologistas, críticas con la iniciativa. Si lo que se pretendía era que esas voces no se oyeran, el efecto conseguido fue el contrario. La exclusión actuó como un megáfono

Este error clamoroso fue parcialmente corregido con la presentación dos días después, de un escrito para convocar otra mesa para ampliar la lista de comparecientes, en la que seguro ahora sí estará Delibes. Habrá que ver si la corrección es completa y alcanza también a otros actores absurdamente excluidos.

Si con la exclusión se pretendía que las voces críticas no se escucharan, el efecto fue el contrario

Pero esta torpeza, producto de las tentaciones a las que invita la mayoría absoluta y ante las que el PP haría bien en estar más prevenido, con ser mayúscula considerada en solitario parece insignificante frente a la que ha cometido el Gobierno, y más concretamente el presidente, Pedro Sánchez, y su vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, ante la disparatada campaña iniciada por el colectivo alemán Campact contra el sector español de la fresa. Se trata de un boicot que no se dirige contra las explotaciones que hacen un uso ilegítimo de los acuíferos de la zona de Doñana, sino contra todos los freseros españoles, a los que se responsabiliza de la situación del Parque Nacional.

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No es la primera vez que en algún país de la Europa más rica se impulsa algún boicot, por las razones que sean, contra productos agrícolas españoles, pero lo que sí es inédita es la reacción del Gobierno, que no sólo no exigió el fin de la campaña sino que se puso decididamente del lado de los boicoteadores.

Ante esa campaña no cabía otra cosa que posicionarse radicalmente en contra y corregir con firmeza las falsedades en la que está basada, pero el Gobierno hizo exactamente lo contrario. Tanto Sánchez como Ribera no dudaron en adoptar el papel de altavoces, no sólo absteniéndose de al menos matizar los extravagantes argumentos que sustentan el boicot sino también concediendo a ese colectivo una autoridad moral de la que sin duda carece. Con el Gobierno desinformando en Europa sobre el contenido y el alcance de la ley de regadíos, el boicot tuvo mucho de profecía autocumplida. A Sánchez y Ribera sólo les quedó exclamar 'te lo dije' desde sus tribunas de Twitter.

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Después de desinformar en Europa, a Sánchez y Ribera sólo les quedó exclamar 'te lo dije'

Para completar el despropósito, esta semana llegará a Madrid, Sevilla y Almería una delegación parlamentaria de Alemania integrada por diputados de todo el arco, desde la izquierda hasta la extrema derecha, para interesarse por la situación de sequía en España. El cultivo de la fresa estará en el centro de sus preocupaciones. Lo menos que puede esperarse es que los visitantes sean recibidos con tanta cordialidad como altura y que sus opiniones no sean consideradas como verdades reveladas que dan o quitan razones en el debate interno.

Existe en algunos ámbitos una idea paleta de Europa según la cual un holandés o un alemán son más europeos que un portugués, un griego o un español, pero afortunadamente la época de Bienvenido Míster Marshall o de Willkommen Herr Müller ya está superada.

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