Andalucía, ante un desafío a la altura de su historia
28-F RETRATOS DE ANDALUCIA ·
La Comunidad Autónoma afronta el reto de su modernización para continuar jugando un papel fundamental en España28-F RETRATOS DE ANDALUCIA ·
La Comunidad Autónoma afronta el reto de su modernización para continuar jugando un papel fundamental en EspañaNo hace un año aún del fallecimiento de Juan Genovés, el pintor valenciano considerado con justicia uno de los artistas de referencia que reflejó en su obra algunos de los momentos clave de la Transición. Su pintura más significativa, 'El abrazo', pintada ... en 1976 y que se exhibe actualmente en el Museo Reina Sofía, fue durante años una de las obras artísticas convertidas en símbolo que tuvo el valor de representar el proceso de reconciliación que condujo a la democratización de España a partir de ese año.
Publicidad
No es extraño en absoluto que algunos años después, Genovés reflejara en otra obra uno de los momentos fundamentales de aquel proceso democratizador: la de los andaluces marchando sobre el fondo de una bandera blanca y verde hacia el referéndum que permitió el acceso a la autonomía plena en pie de igualdad con las comunidades hasta entonces consideradas históricas.
Las circunstancias en las que el artista elaboró la obra revelan en gran medida la trascendencia que para el conjunto de España tenía aquel momento histórico que se vivía en Andalucía. Utilizó como lienzo una bandera, sobre la que representó al pueblo andaluz andando hacia la autonomía. En 1980, en la sala capitular del Ayuntamiento de Granada, un grupo de escritores, poetas y artistas, entre los que se encontraba Genovés, se reunió con el entonces presidente andaluz, Rafael Escuredo, a quien le expresaron su apoyo a la campaña del referéndum por el sí a la autonomía.
El pintor le ofreció la obra a Escuredo, quien la guardó durante más de tres décadas hasta que en 2016 la entregó al Parlamento de Andalucía, donde se exhibe actualmente. Aquella obra hizo justicia a uno de los hitos clave de la Transición, que acabó configurando el Estado de las Autonomías y que muchas veces no suele valorarse en toda su dimensión más allá de Despeñaperros.
Publicidad
La formidable movilización democrática del pueblo andaluz del 28 de febrero de 1980, que superó todos los obstáculos que intencionadamente se le pusieron por delante, coronó un proceso cuya dimensión ya se adivinaba en las manifestaciones multitudinarias del 4 de diciembre de 1977.
Aquella concurrencia masiva a las urnas para dar un sí rotundo a la autonomía plena no sólo abrió el camino al acceso a la fórmula del autogobierno por lo que en aquel momento se denominaba la 'vía rápida' del artículo 151 de la Constitución, sino que también evitó que se consolidara en España un proceso de institucionalización asimétrica que hubiese llevado a un país de dos velocidades y a un escenario de desigualdad. Aquella movilización que supuso el referéndum de 1980 fue un gran servicio democrático que los andaluces brindaron al conjunto del país. Posiblemente el 28-F debería celebrarse en toda España.
Publicidad
La pregunta que cabe hacerse el 28 de febrero de 2021 es si Andalucía, al iniciarse la segunda década del siglo XXI, está en condiciones de volver a ejercer una influencia igual de determinante y beneficiosa para el conjunto del país. En un momento histórico en el que se viven tensiones territoriales e institucionales de una gravedad inédita debería poder hacerlo por su peso poblacional, por su dimensión territorial y también por su historia.
La respuesta a esa pregunta, por lo tanto, debe ser necesariamente afirmativa, pero para ello es imprescindible que a todas esas circunstancias de dimensión territorial, de peso demográfico y de aportación histórica y cultural se le una un desarrollo económico y social acorde.
Publicidad
Hace más de cinco siglos, el Descubrimiento y la colonización de América convirtieron a Andalucía, desde donde partió aquella gesta, en la capital del mundo. La influencia de lo que entonces era el centro cultural del planeta puede observarse hoy día en la mayor parte de las ciudades de la América hispana, donde la huella arquitectónica y artística de Andalucía ha pervivido a lo largo de los siglos.
La pérdida del imperio y la posterior industrialización tardía del norte España con la vista puesta en los mercados europeos relegaron a Andalucía a una situación periférica que obligó a millones de sus hijos a emigrar y a contribuir con su trabajo y su esfuerzo al florecimiento de otras regiones de España y otros países de Europa.
Publicidad
Andalucía, con la miope complicidad de sus elites económicas que permitieron que las rentas agrícolas nutrieran el proceso industrializador de otras regiones, quedó entonces condenada al atraso. Las consecuencias de aquel proceso también han perdurado hasta hoy.
La sensación de abandono que sobrevino a aquella situación dio alimento a un sentimiento andaluz reivindicativo en el que muchos encuentran el embrión del movimiento que desembocó en el referéndum del 28 de febrero de 1980. Blas Infante lo reflejó en lo que después se convertiría en el himno: «Los andaluces queremos volver a ser lo que fuimos».
Noticia Patrocinada
El desarrollo en el último medio siglo de los dos sectores en los que Andalucía ha conquistado posiciones de liderazgo -el turismo y la agroindustria- contribuyeron de forma innegable a modernizar la economía, pero no lo suficiente como para situar a la Comunidad en el lugar que le corresponde.
Andalucía creció y se modernizó, ganó cotas de bienestar innegables, pero lo hizo al mismo tiempo que el resto de España. La brecha diferencial con la que comenzó el camino no se redujo y en algunos casos se cronificó, abriendo la puerta a un peligroso sentimiento de resignación.
Publicidad
El lastre del desempleo cronificado, del fracaso escolar, de la desindustrialización y de unas desigualdades sociales inaceptables comenzó a conspirar para que impedir que Andalucía se situara en el lugar que está llamada a ocupar y desde donde más puede aportar al conjunto de España, no sólo desde el punto de vista económico, sino también político e institucional.
Ahora, cuatro décadas después de conquistada la autonomía, la Comunidad está en pleno proceso de un cambio político que llegó al consumarse una saludable alternancia que se hizo esperar. Un cambio al que la pandemia ha impuesto en gran medida un paréntesis inesperado.
Publicidad
Cabe preguntarse si se está en camino de recorrer el trecho que resta para la convergencia no solamente con las zonas más avanzadas de España, sino también con el conjunto de Europa.
Andalucía es una tierra orgullosa de su historia, de su identidad, de su diversidad y de su condición de parte esencial de España, como quedó reflejado en el último estudio demoscópico del Centro de Estudios Andaluces.
En los últimos años, aunque a partir de la crisis económica de la primera década de este siglo ha vuelto a sufrir la emigración de jóvenes que no encuentran oportunidades acordes a su formación y expectativas vitales, se ha convertido también en tierra de acogida, confirmando su condición de espacio generoso y permeable a las aportaciones culturales de los más diversos orígenes.
Publicidad
Las tareas pendientes son todavía muchas. La más importante es aprovechar todo el potencial disponible y no seguir perdiendo oportunidades. Para ello, la modernización de la administración, la simplificación normativa que permita atraer inversiones, la apuesta por la diversificación económica, la descentralización institucional, la cohesión territorial, el desarrollo industrial y el fortalecimiento de los servicios públicos son todas tareas esenciales. También lo es el acceso a una financiación justa, acorde al peso poblacional y a las necesidades de la comunidad autónoma no condicionada a las conveniencias partidistas o a las coyunturas políticas del momento.
Hoy día, muchas de las condiciones objetivas que relegaron a Andalucía a la periferia han desaparecido. La modernización de la red de transportes ha reducido las distancias con el resto de Europa, los adelantos tecnológicos relativizan, además, la trascendencia de esas distancias, y la globalización de la economía realza la importancia del papel fundamental que la comunidad puede jugar por razones culturales, históricas y geográficas como puente entre Europa, África y América. Las oportunidades están allí. Sólo queda ir a por ellas.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.