Andalucía, más allá del Guadalquivir

Una gran sala antecede al despacho del presidente de la Junta de Andalucía en una de las torres del Palacio de San Telmo. En ella se celebran los consejillos de los viceconsejeros previos al Consejo de Gobierno. Mucha luz, unos amplios sillones y, sobre todo, una magnífica mesa de madera que llama la atención por un detalle singular: en el tablero, con la precisa técnica de la marquetería, se puede observar incrustado en madera clara, color marfil, el cauce del río Guadalquivir desde su nacimiento en la Sierra de Cazorla hasta su desembocadura en el océano Atlántico entre Almonte y Sanlúcar de Barrameda. Una auténtica obra de arte que, sin embargo, simboliza la forma de entender Andalucía los últimos 37 años. Una Andalucía vista desde el Guadalquivir. Uno se imagina ahora a todos los viceconsejeros alrededor de esa mesa, alrededor de ese cauce del Guadalquivir, y entiende muchas cosas.

Al entrar al despacho de Moreno Bonilla llama la atención una espectacular obra de Ignacio Tovar, un artista sevillano que recientemente expuso en el CAC Málaga. Ha sido, quizá, el cambio más llamativo del despacho que hasta hace poco ocupó Susana Díaz. Sin embargo, hay detalles más personales y profundos que ayudan a entender la personalidad del nuevo presidente: una jábega, una foto con Adolfo Suárez en un lugar destacado; además, su familia, imágenes con Rajoy y Casado –falta una con Aznar– y bajo el varal del trono, que no el paso, del Cristo de la Exaltación junto a sus tres hijos. Y una pequeña placa con una inscripción: «Para mi amigo Juanma. Pueden los que creen que pueden y yo siempre creí». Una frase que Moreno Bonilla pronunció en su discurso de investidura y que se ha convertido en un mantra para el político malagueño que se levantó aquel 2 de diciembre de 2018 al borde del abismo político y se acostó casi como presidente de la Junta de Andalucía.

El tiempo dirá y juzgará a Moreno Bonilla como presidente de la Junta de Andalucía y a sus socios de Ciudadanos y Vox, pero la realidad es que Andalucía comienza a visualizarse con la amplitud de miras de los más de 800 kilómetros de costa mediterránea y atlántica, desde Almería a Huelva, y sin la estrechez del cauce fluvial que siempre se resistió a ver Andalucía más allá de las marismas del Guadalquivir.