Si algo ha caracterizado y condicionado la vida de las personas en estos dos últimos años ha sido, sin duda, la aparición de la pandemia provocada por la Covid-19. Que lo vivido en los últimos tiempos marcará época en la historia de la humanidad ... es una obviedad que no merece más líneas que las ya escritas. Mucho se ha hablado por diferentes especialistas de los perjuicios causados por la misma y que han afectado, además de a la actividad económica, a la salud física, mental y social de toda la población, independientemente de su edad y condición social.
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Como no podía ser de otra manera, entre los diferentes sectores afectados, el deportivo ha vivido momentos y situaciones muy convulsos y difíciles, manifestados, entre otros, en la suspensión de numerosas actividades y eventos deportivos, en la disminución de la práctica deportiva como consecuencia del cierre de instalaciones o en el importante descenso del número de espectadores que asisten a estadios y pabellones deportivos. Afortunadamente, y sin estar todavía en los niveles previos a la pandemia, estamos asistiendo en los últimos meses a la recuperación, al menos de forma parcial, de una progresiva normalización de la práctica deportiva, tanto a nivel profesional como no profesional. Alcanzar dicha normalización se convierte en objetivo prioritario a corto y medio plazo.
Que el deporte es un medio excepcional para ayudar a las personas a superar una situación de crisis como la que se está viviendo es algo que ya pocos dudan. Sus beneficios son evidentes: la mejora de la actividad física reduce los niveles de ansiedad y de estrés, la relación con los demás favorece la salud social, el aumento de la interacción que ofrece el deporte promueve impactos positivos en las habilidades emocionales… Todo esto lo dice la ciencia, es un hecho. Colocar el deporte de manera transversal en nuestras vidas es la solución o, al menos, una de las grandes soluciones.
Admitida la importancia del deporte habría que plantearse en qué contenidos habría que hacer hincapié para hacer efectiva esta transversalidad propuesta y con qué medios se cuenta para llevarla a cabo en nuestra Comunidad.
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Ya hemos señalado que el deporte contribuye a la adquisición de capacidades físicas y de habilidades sociales, cognitivas y emocionales y de valores sociales como la igualdad y la empatía, que hacen ciudadanos y ciudadanas socialmente responsables. Pero claro, esto es más probable conseguirlo con unos recursos materiales adecuados. Me estoy refiriendo específicamente a las instalaciones deportivas. Es cierto que han crecido mucho en su número, pero también es cierto que queda mucho por hacer tanto en la construcción de nuevas instalaciones que sean muy funcionales y se adapten a las necesidades concretas de la población que las va a usar, como en una gestión adecuada de las mismas.
Donde el deporte andaluz debe de dar un salto de gigante es en el tratamiento que, respecto al deporte, se realiza con los chicos y chicas de diversidad funcionalcognitiva. No voy a extenderme en el impacto tremendamente positivo que tiene la actividad deportiva en la vida de estas personas. Los responsables de iniciativas como Málaga Genuine en el fútbol o Superbasket Academia 675, en baloncesto, entre otras similares, pueden dar fe de ello. El apoyo institucional y privado a estas iniciativas debe de convertirse en otro de los objetivos prioritarios del deporte andaluz en los próximos años. Estos chicos y chicas deben ser considerados como una parte activa del mismo y es obligación de todos que sean incluidos en los diferentes programas de actividad deportiva y darles la visibilidad adecuada.
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La privilegiada situación de nuestra tierra, la bonanza de nuestro clima y la atractiva oferta cultural complementaria que ofrece permite la realización de eventos deportivos que la convierten en un destino turístico-deportivo de primer nivel. Reflejo de ello fue el nombramiento de Málaga como Ciudad Europea del Deporte en el año 2020» y de Andalucía como Región Europea del Deporte en el 2021. A pesar de las dificultades provocadas por la pandemia y gracias ala actitud con la que el deporte andaluz afrontó estos complejos tiempos, mezcla de talento en la gestión y capacidad de improvisación, durante estos años se han podido celebrar más de cien eventos deportivos de primer nivel nacional e internacional. Promover todas estas iniciativas deben seguir siendo objetivos prioritarios por el impacto que suponen para nuestra comunidad tanto a nivel económico como deportivo y de imagen.
El desarrollo experimentado por el deporte en Andalucía en los últimos años es algo incuestionable tanto en la cantidad de personas que lo practican como en la calidad de las actividades que se desarrollan en ella a nivel profesional, de entretenimiento, o de mejora del estado físico y de la salud. Siendo esto importantes, es mucho lo que queda por hacer, no podemos conformarnos. Desde mi óptica de exjugador profesional y en mi contacto actual con el deporte de formación, veo más claro que nunca incidir en el futuro para que el deporte sea realmente un medio transversal de vida, que el deporte sea la solución.
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