El alma común de las universidades

Esa cercanía, ese profundo sentimiento de fraternidad, se plasmó aquel 10 de octubre con la entrega a la universidad malagueña de la más alta distinción de nuestra universidad en un precioso acto en el Hospital Real de Granada, sede de nuestro rectorado. Ya antes, en diciembre de 2016, la Universidad de Málaga nos concedió a la UGR su Medalla de Oro. Recuerdo ahora las palabras del rector Narváez Bueno que, en su alocución en Granada, se mostró especialmente agradecido por el galardón y recordó con afecto como la universidad granadina se encargó de tutelar el desarrollo de la UMA y, relató, «cedió con generosidad talento y medios para desarrollar nuestra labor pero, sobre todo, nos dio el espíritu de lo que debe ser una universidad pública, una universidad abierta que sirve a la sociedad y que la hace crecer. Nos dio el alma».

Para mi, como universitaria que siempre ha creído en la educación pública y en la obligación social que tenemos quienes trabajamos en ella de promover un espacio de generación de conocimiento y transferencia a toda la ciudadanía, ese es el mejor halago posible. Porque, es cierto, ofrecimos nuestra alma a la Universidad de Málaga y, afortunadamente, esa alma aún sigue allí, en una «universidad pública como garante de la igualdad de personas y de género, una institución que favorece a todos aquellos que tienen el afán de aprender, de formarse, de ser mejores; sin preguntar ni cuanto tienen ni de donde vienen, sino que solo buscan crecer como personas y como habitantes de esta sociedad a la que servimos». Pensar en la Universidad de Granada como 'alma mater', y sigo con palabras del rector, de un espíritu universitario como ese es un orgullo y una razón más para continuar trabajando conjuntamente.

Más allá de ese espíritu público que nos une, no quiero dejar pasar estas líneas sin recordar a algunas personas concretas que tuvieron responsabilidad en el despegue de la Universidad de Málaga. Es el caso del primer rector de la UMA, Antonio Gallego Morell, que lo sería también de la Universidad de Granada, o el rector Smith Ágreda, que realizó su tesis en Granada. También los rectores Pérez de la Cruz y Martín Delgado tuvieron esa doble convivencia, formándose ambos en Granada. Todos ellos ocupan un espacio importante en la vida común de ambas instituciones pero, sobre todo, lo que verdaderamente ha construido un camino compartido es la permanente relación de ida y vuelta de centenares de estudiantes, profesores e investigadores de una y otra ciudad que deciden formarse y crecer en la universidad vecina.

Y esa colaboración no es un concepto teórico, sino una realidad traducida en numerosas enseñanzas e investigaciones conjuntas. Es el caso de las enseñanzas de máster compartidas: en Cultura de Paz, Conflictos, Educación y Derechos Humanos, en Educación Ambiental, en Estudios Superiores de Lengua Española, en Hidráulica Ambiental, en Matemáticas, en Planificación, Gobernanza y Liderazgo Territorial y, finalmente en Transformación Digital en Empresas. También compartimos programas de doctorado, como el Doctorado en Ciudad, Territorio y Planificación Sostenible, en Dinámica de los Flujos Biogeoquímicos y sus Aplicaciones y el Doctorado en Matemáticas. En el grado, estamos especialmente ilusionados con la puesta en marcha el próximo curso del Grado en Ciencias Políticas y de la Administración y Periodismo. Además son numerosos los grupos de investigación que colaboran en diversos proyectos internacionales y nacionales con gran transferencia de conocimiento a las empresas y a la sociedad

Esta relación, por intensa y fructífera, ha reforzado las relaciones sociales y ciudadanas entre ambas ciudades que, si recordamos, estaban hace décadas a una distancia infinita en todos los sentidos, y no solo por aquellas tres horas largas de carretera. Las universidades de Málaga y de Granada siempre han sido cordiales y hospitalarias para quienes han llegado desde la otra ciudad y, por eso, la relación entre ambas instituciones y, finalmente, entre ambas ciudades es mucho más cercana ahora que hace décadas.

En la celebración del 50º aniversario de la UMA, quiero expresar la firme decisión de la Universidad de Granada de mantener un futuro de cooperación, con proyectos y programas de trabajo conjuntos y en el que sigamos defendiendo la universidad pública y sus valores. Ese camino conjunto permitirá, con seguridad, seguir construyendo lazos de amistad y trabajo entre ambas ciudades que, a su vez, hará pervivir esa alma que, como bien dijo el rector de la UMA en su día, compartimos desde aquel 1972.