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La presidenta de la Junta conversa con el portavoz parlamentario del PSOE, MarioJiménez, al inicio del debate.
Susana Díaz busca el giro a la izquierda y anuncia la renta mínima de inserción

Susana Díaz busca el giro a la izquierda y anuncia la renta mínima de inserción

Juanma Moreno, tajante:«Usted es la peor presidenta que ha tenido Andalucía, el socialismo andaluz toca a su fin»

Lalia González

Jueves, 8 de junio 2017, 00:42

La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, vuelve a levantar la bandera de la reclamación frente al Gobierno central por el «maltrato» a Andalucía y confirma su giro hacia la izquierda con una medida sorpresa: la muy reclamada renta mínima de inserción, que quedó pendiente la anterior legislatura y que fue objeto de una iniciativa legislativa popular que su gobierno paró.

El discurso de la presidenta, en el debate general celebrado ayer en el Parlamento autonómico, se esperaba como muestra de una nueva etapa, en el ecuador de la legislatura y en un momento en el que Díaz, derrotada en su pretensión de ser secretaria general del PSOE, debe reforzar su acción del Gobierno ante las críticas reiteradas por su ausencia de la comunidad y la falta de gestión.

Durante una hora, la presidenta desgranó una batería de medidas, con especial atención a cuestiones sociales y económicas, muy socialdemócrata, que comenzó con una dura crítica al Gobierno central por la falta de inversión en los Presupuestos Generales del Estado (PGE), tras presumir de las cifras de empleo de la comunidad en las últimas estadísticas. El único criterio de Mariano Rajoy es «el de sus intereses personales o de partido», dijo, y reclamó «levantar con fuerza la bandera de la cohesión territorial» porque «no podemos consentir que los PGE salgan a subasta. No estamos dispuestos a ser tratados como ciudadanos de segunda».

La nueva etapa del Gobierno de Susana Díaz incorpora además la búsqueda de consensos en diversos ámbitos, con mesas para buscar un criterio común andaluz en materia de financiación autonómica, para la cohesión territorial o para salir a buscar financiación a los mercados.

El discurso de la presidenta incluyó medidas para empleo, sanidad, educación, muchas de ellas ya conocidas, la anunciada bonificación de matrículas universitarias, y como gran novedad la renta mínima de inserción, para «erradicar la pobreza» -Andalucía tiene una tasa de riesgo del 34,7%, la más alta del país- que incluirá discriminación positiva para menores y víctimas de violencia de género. CCOO, que abanderó la ILP, que reunión 40.000 firmas, y los diversos colectivos aplaudieron la medida. En cuanto a su polémica propuesta para el Comisionado de la Memoria Histórica, Susana Díaz no pronunció el nombre de Diego Valderas para ocuparlo, emplazó la elección a septiembre y aseguró que la ley contará con dotación «adecuada». El tono del debate de los grupos de oposición fue duro y bronco, con general denuncia de los incumplimientos de anuncios anteriores y ningún diálogo sobre las propuestas, que se deslizó demasiado hacia el cuerpo a cuerpo personal, con constantes alusiones a la situación de perdedora o de retornada de Susana Díaz. La presidenta dijo al concluir que pese a la «violencia verbal» que había recibido mantenía la mano tendida.

«Próximo presidente»

Juanma Moreno, presidente del PP-A, que logró un aplauso unánime al abrir su discurso con un recuerdo a Ignacio Echeverría, el español muerto en Londres, hizo un contundente discurso para argumentar que Díaz es «la peor presidenta que ha tenido Andalucía en toda la historia de la autonomía» y «protagoniza los peores años del socialismo andaluz».

Desgranó datos como el recorte de 800 millones en sanidad o la pérdida de 907 millones en políticas activas de empleo. A su juicio, es una presidenta «sin ganas, derrotada» y el socialismo andaluz «toca a su fin». «Ni sabe ni quiere ni puede», dijo, «ni engaña ya a nadie».

La presidenta le replicó que ella se hubiera ido de haber perdido 17 escaños, como el PP en las últimas autonómicas, y que a Moreno «le molesta que yo esté aquí, porque tenía ligada sus expectativas de futuro a no enfrentarse conmigo en las próximas autonómicas».

Díaz rebatió los datos de Moreno le emplazó a pedir a Rajoy «que no atropelle a Andalucía» y que no genere «un relato negro» de una tierra que «cada día es mejor».

El presidente del PP-A proclamó que habrá un nuevo presidente «que voy a ser yo, dentro de dos años», instó a un cambio de gobierno «ya que usted no gestiona» e insistió en que «si yo hubiera recibido este varapalo de mis compañeros (por la derrota en las primarias) no vuelvo a la política ni harto de vino».

Teresa Rodríguez, secretaria general de Podemos, sí hizo esta vez leña del árbol caído, en contra de lo que dijo en la anterior sesión de control, y manifestó que «usted no ha vuelto a Andalucía, a usted la han devuelto». Calificó el discurso de «rendición de cuentos» y reiteró la petición de que Díaz rompa la «hipoteca naranja», el pacto con Ciudadanos.

Susana Díaz calificó de «batiburrillo» su intervención, le preguntó «a qué se dedica cada día» e hizo alusión a la reciente polémica de Podemos para decir que no se pone medallas, que ya lo hace el alcalde de Cádiz a la Virgen del Rosario.

El turno de Podemos dio a la presidenta de la Junta la oportunidad de pedir «reconocimiento y disculpa» hacia el exconsejero Antonio Ávila, exculpado de las diversas causas de corrupción en que se le había investigado. En contra de lo que había sucedido en debates anteriores, Díaz proclamó en un par de ocasiones su «orgullo» por haber trabajado con el expresidente Griñán, y mencionó también a Chaves.

El líder andaluz de Ciudadanos, Juan Marín, hizo girar su intervención sobre el pacto con que sostiene al Gobierno, para reivindicar sus logros y para exigir su cumplimiento, con especial insistencia en su reclamación de la bonificación al 99% del impuesto de sucesiones.

Susana Díaz le aseguró que el acuerdo de gobierno se cumplirá, anunció que la próxima semana estará el decreto por el que se crea la Oficina Antifraude y sobre sucesiones, le recordó el compromiso de pedir en Madrid una armonización fiscal, para acabar con las actuales diferencias entre los territorios.

Epi y Blas duermen juntos

Especialmente agrio fue el rifirrafe entre Antonio Maíllo y Susana Díaz. El coordinador de la coalición izquierdista se empleó a fondo en destacar la derrota de Díaz en las primarias socialistas y llegó a decirle que «al final el problema eres tú, Susana», emulando lo que la propia presidenta dijo a Pedro Sánchez en el debate. «Representa la síntesis de la peor política de este país», le dijo, «sólo le gustan las puñaladas», y calificó a la presidenta de «vendedora de El Corte Inglés».

Acusó a Díaz de haber permitido que «el dirigente del partido más corrupto de Europa volviera a ser presidente del Gobierno» y se refirió a la polémica por el Comisionado de la Memoria Histórica para decir que el problema no es quién, sin nombrar a Diego Valderas, sino que se cumpla la ley.

Intervención «histérica»

Díaz no se quedó atrás y calificó de «histérica, cargada de rencor y de violencia, ofensiva» la intervención de Maíllo. Ser empleada de un gran almacén, dijo, es «tan digno como hablar en latín», ya que el coordinador de IU es latinista. A Maíllo le cabrá «el honor de ser el que apague la luz tras entregar a IU a otra fuerza» Este no lo mejoró en su réplica, cuando dijo tras un intercambio acerca de Barrio Sésamo y la diferencia entre EPA y paro registrado, que a él sólo le ponía de niño del programa infantil en cuestión que «Epi y Blas dormían juntos». «No he venido a hablar de sus demonios familiares», dijo en fin Susana Díaz visiblemente molesta, acusándole de «tics machistas» y de «falta al decoro» de la Cámara.

Mario Jiménez, portavoz socialista, cerró con un explícito rechazo a la intervención de Maíllo por su «ataque personal» a Susana Díaz, «lleno de odio». Le acusó de «traicione sus raíces y sus referencias», recordó a Carrillo y defendió la propuesta de la presidenta para el Comisionado para la Memoria Histórica.

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