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Maria Dolores Tortosa
Jueves, 20 de octubre 2016, 01:01
La mayor parte de las seis horas largas que duró ayer el primer debate sobre el estado de la Comunidad de esta legislatura todos sus protagonistas (Susana Díaz, el líder del PP, Juanma Moreno, la de Podemos, Teresa Rodríguez, el de Ciudadanos, Juan Marín y el de Izquierda Unida, Antonio Maíllo) hablaron de Andalucía. Si bien, nunca un debate de este corte giró tanto sobre el estado de la Nación. Todos los datos, anuncios y críticas sobre la gestión de Susana Díaz al frente de la Junta andaluza merodearon en torno a la situación que vive el país sin gobierno durante 300 días y, sobre todo, a la tensión por la abstención del PSOE para que Rajoy salga investido y acabe el bloqueo. La presidenta andaluza no hizo perder ni un minuto para despejar cualquier duda sobre su posición y nada más subir a la tribuna del Parlamento a las 12.00 horas del medio día espetó: «Por más paños calientes que se le quieran poner a esta situación, no podemos ocultar que no tener a estas alturas un gobierno no es serio».
La presidenta fue tajante al urgir la investidura de Mariano Rajoy como presidente, aún sin mencionarlo, dejando clara su posición en contra de ir a unas terceras elecciones. Aunque tampoco mencionó nunca la palabra abstención, advirtió que de no ir a un gobierno pronto y pasar a unas nuevas elecciones se estaría «poniendo en riesgo la paciencia de los españoles», su «bienestar», la «unidad del Estado» por la amenaza separatista catalana y «nuestro prestigio como nación en Europa y en el mundo».
«Necesitamos como españoles y como andaluces que se resuelva rápidamente la cuestión de la gobernabilidad, se haga como se haga o deba hacerse», expuso dejando la puerta abierta a que en última instancia el PSOE andaluz rebaje sus pretensiones y asuma una fórmula distinta a la de una abstención en bloque de los 85 diputados. Varios dirigentes socialistas andaluces de los que acudieron al debate admitieron lo que hasta ahora no han querido reconocer, que llegue a debatirse la posibilidad de once abstenciones en el comité federal del domingo día 23.
El PSOE andaluz quiere salir cuanto antes del bucle en que está sumido el partido por el bloqueo de la gobernabilidad en España, por la que está pagando una división interna con graves heridas y el deterioro de la imagen de la dirigente con mayor poder institucional, la presidenta andaluza. El mejor ejemplo fue el desarrollo del debate, en el que los dirigentes de la oposición, salvo el de Ciudadanos, Juan Marín, dieron zascas a Susana Díaz a diestro y siniestro por su protagonismo en el devenir de la política nacional, acorralándola a decidir si quiere dar el salto a Madrid o seguir en Andalucía. Díaz no se libró ni de las duras críticas del líder del PP, Juanma Moreno, pese su exposición defendiendo la abstención de su partido para dejar gobernar a Rajoy.
Moreno fue implacable en sus dos intervenciones acusándola de tener paralizada la Junta de Andalucía porque, en su opinión, su cabeza está en la política nacional, en alusión a la aspiración que achaca a Díaz de hacerse con la secretaría general del PSOE. «O se está o no se está y usted está aquí, pero su cabeza no está en Andalucía», repitió como un mantra incluso como eslogan en una campaña orquestada por seguidores y militantes del PP en las redes sociales durante toda la tarde. Díaz le recordó que fue diputado cunero por Cantabria y le preguntó con ironía si tan centrado estaba en Andalucía por qué no dejaba su escaño en el Senado. «Abandone su esperanza de que deje de trabajar por Andalucía», adujo.El rifirrafe entre Moreno y Díaz, no obstante, pareció más de guante blanco que otras veces. Ninguno sacó la corrupción como arma arrojadiza, cuando esta semana está plagada de noticias de la Gürtel o el caso de los ERE.
Ambos casos fueron traídos por Teresa Rodríguez para arremeter contra la presidenta en una frase lapidaria: «Al fin va a resultar que el partido de los EREinviste al de la Gürtel». El debate con la portavoz de Podemos sí fue de gran dureza. Las dos se cruzaron agrias frases tras comparar Rodríguez a la gestora del PSOE con una «junta militar».
Rodríguez dijo a Díaz que tendrá que explicarle a quienes son «socialistas de corazón» y «tienen abuelos enterrados en las cunetas» por qué apuesta por un gobierno del PP que está en contra de la memoria histórica y «sus antecedentes más cercanos están en el franquismo».
Díaz le espetó que no iba a tolerar que le hablara en esos términos de «esos socialistas honestos que estaban en las vallas de los cementerios por defender a un partido de 140 años». «Usted sabrá lo que quiere hacer en política, pero aquí ha venido a morder y a difamar», añadió.
También el portavoz de IU, Antonio Maíllo, fue implacable: «Usted es más de derechas que don Pelayo». «Si se va a ir váyase del todo y deje de someter a Andalucía a esta interinidad».
Gestora y estabilidad
Solo Juan Marín le dio cierto respiro a la presidenta andaluza, anunciando incluso una hora antes del debate un preacuerdo para el Presupuesto de la Junta de 2017 que garantizará la tranquilidad del ejecutivo de Susana Díaz. Esta aprovechó este cable para venderse con una maraña de datos y medidas, tanto en su discurso inicial como en las réplicas a los demás portavoces, como una gestora solvente con capacidad de diálogo.
Antes incluso de los rifirrafes y viéndolos venir, Díaz defendió su posición en la política nacional para que Andalucía tuviera «voz y voto» en cuanto se decidiera. «Pese a que otros querrían cortinas, nosotros queremos que Andalucía aporte al proyecto de España desde la primera línea», aseveró.
Pero sobre todo, Díaz utilizó la tribuna del Parlamento para presentarse ya como una futura líder de la oposición a Rajoy. Tras dejar clara su posición a favor de la investidura en apenas tres frases, pasó a trazar en unos quince minutos una estrategia de oposición sin periodo de gracia al futuro gobierno del Partido Popular. Dejó claro que este debe «rectificar» el camino que ha seguido hasta ahora para «salvaguardar el bienestar de los españoles», recordando que España es el tercer país con más desigualdad de Europa. «No es posible hablar de recuperación económica si no hay recuperación social», enfatizó.
No escatimó críticas a las políticas del Rajoy y argumentó la urgencia de que haya gobierno en poder, desde el Congreso de los diputados, dar prioridad a cambiar lo que los populares han llevado a cabo durante cuatro años. Reiteró la necesidad de un nuevo sistema de financiación que garantice la igualdad entre las comunidades autónomas o derogar leyes como la Lomce o la reforma laboral. «No podemos seguir sosteniendo por más tiempo leyes injustas que pueden ser cambiadas en las Cortes», aseveró.
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