Ian Gibson: "Andalucía invita a reflexionar sobre lo positivo de la mezcla de culturas, idiomas y sangres"

¿Cuál es la aportación más importante de Andalucía a la historia de España y de Europa?

Andalucía, para mí, incita a reflexionar, más que ninguna región de España, sobre lo positivo que conlleva la mezcla de culturas, idiomas y sangres, algo no reconocido, desde luego, por quienes siguen razonando como el protagonista de Peribáñez y el comendador de Ocaña, de Lope de Vega, cuando proclama: Yo soy un hombre, / aunque de villana casta, / limpio de sangre, y jamás / de hebrea o mora manchada. Creo que García Lorca es el mayor valedor de la gran Andalucía mestiza, tierra milenaria que ha cobijado a múltiples razas y debería de regocijarse de ello.

¿Cómo considera que es la imagen de Andalucía fuera de la región y en el extranjero?

No la puedo juzgar cabalmente, ¡llevo tantos años viviendo en España! Me imagino que para casi todo el mundo se reduce a lo de siempre: sol que no falla, playas, toros, flamenco, liberalidad a la hora de escanciar, trato simpático... Una visión algo superficial, digamos. Creo que, desde el punto de vista turístico, habría que seguir insistiendo sobre la cultura y sobre los maravillosos monumentos que alberga la comunidad. ¡Qué tierra y cuántas maravillas por recorrer!

¿Qué es lo mejor de Andalucía y en qué debería mejorar?

No quiero caer en banalidades. Creo que la población andaluza se acerca a los nueve millones. O sea, cuatro más que mi Irlanda natal. ¡Ancha es Andalucía, no solo Castilla, y tiene mil matices! Lo mejor es la gente, desde luego, en general afable, abierta y acogedora. Yo quisiera que se enseñasen en las escuelas los rudimentos del árabe, componente fundamental de la cultura de esta tierra y presente, sin ir más allá, en decenas de miles de topónimos cuyas etimologías no son, creo, debidamente apreciadas. Andalucía es como un puente entre Occidente y Oriente y podría desempeñar un papel más importante en este sentido. Pero para ello habrá que ir formando adecuadamente a los más jóvenes. El país en general, está claro, necesita un gran proyecto educativo concertado, pactado, que dure cuarenta años.